ATLETISMO

El continuo pacto del atletismo con el dopaje: los casos más sonados en este deporte

El atletismo es una de las disciplinas más afectadas por las trampas en el deporte y los casos se acumulan con el paso de los años.

Marion Jones. /REUTERS
Marion Jones. REUTERS
Javier Mercadal

Javier Mercadal

El atletismo es uno de los deportes más afectados por el dopaje. Quizá por ser la modalidad por excelencia en llevar el cuerpo humano hasta sus límites: más rápido, más alto, más fuerte… Esto ha hecho que no sean pocos los atletas que, a lo largo de la historia, han decidido tomar ataos para mejorar su rendimiento físico y, por tanto, ganar. Algunas de las mayores estrellas en la historia del atletismo han visto cómo su legado quedaba ensuciado tras acumular un positivo en su expediente. Escándalos de dopaje que suponen la cara B del atletismo.

El positivo de Ben Johnson por esteroides (1988)

Seguramente, uno de los primeros escándalos por dopaje en la historia del deporte, y no solo del atletismo, fue el positivo por esteroides de Ben Johnson en los Juegos Olímpicos de Seúl 88. El canadiense ganó la medalla de oro en los 100 metros lisos, quedando por delante de Carl Lewis, una de las grandes estrellas mundiales del momento. No solo eso, además consiguió bajar el récord del mundo, que él mismo ya poseía, a 9,79 segundos. Una actuación histórica en la que, probablemente, sea la prueba estrella de unos Juegos.

Sin embargo, todo se torció cuando en los análisis de orinas realizados al velocista canadiense se encontraron restos de estanozol. Aquello le supuso la descalificación, la primera en la historia de los Juegos por dopaje. Johnson, que se encontraba en la cima del mundo, caía hasta convertirse prácticamente en un paria. Según cifró su agente, el positivo le costó la pérdida en contratos publicitarios de unos 10 o 15 millones de dólares. Aunque inicialmente trató de defenderse, al final confesó. De hecho, también admitió haber corrido dopado cuando, en 1987, había establecido el anterior récord del mundo de la modalidad, cifra que la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) anuló.

Johnson intentó regresar en 1991, al término de su sanción de dos años por dopaje, aunque sus resultados no eran los mismos. Participó en Barcelona 92, donde terminó expulsado de la villa olímpica por zarandear a un empleado. Finalmente, en 1993 fue descalificado de por vida por la IAAF tras dar una tasa en testosterona muy superior a la permitida en otro análisis. Todos los títulos y marcas logradas por Ben Johnson a lo largo de su carrera fueron anulados.

Cuando EE.UU. escondió el positivo de Carl Lewis (1988)

Los cuatro primeros clasificados de la final de los 100 metros lisos de Seúl 88: Johnson, Lewis (quien se llevó finalmente el oro), Linford Christie (plata) y Dennis Mitchel (bronce) dieron positivo en algún momento de sus carreras. De todos ello, Carl Lewis es la mayor estrella. De hecho, es uno de los atletas más importantes de todos los tiempos. Así lo dice su palmarés, que cuenta con nueve medallas de oro en los Juegos Olímpicos en las competiciones de 100 m, 200 m, salto de longitud y relevos.

Sin embargo, el dopaje también tiene presencia en la historia del hijo del viento. Según publicó Sports Illustrated en 2003, Lewis dio positivo en pseudoefedrina, efedrina y fenilpropanolamina durante la preparación de los Juegos de Seúl 88, en los que terminó llevándose el oro tanto en los 100 metros como en salto de longitud. Todas ellas, sustancias prohibidas. Por ello, inicialmente, se recomendó su no presencia en la cita olímpica. Sin embargo, el atleta logró estar presente en Seúl al declarar que los había consumido por error. Unas explicaciones que fueron aceptadas por el Comité Olímpico Estadounidense.

En una entrevista en 2003, el propio Lewis admitió que dio positivo en tres ocasiones. Sin embargo, se le dejó seguir compitiendo ya que era el procedimiento normal. En su descargo, cabe resaltar que la cantidad encontrada en su cuerpo actualmente estaría permitida, aunque entonces no lo estaba.

Marion Jones y Tim Montgomery: el escándalo del caso Balco (2004)

En 2003, una fuente anónima advirtió a la Agencia Antidopaje de Estados Unidos (USADA) que numerosos deportistas estadounidenses (no solo atletas) estaban utilizando un novedoso método de doping desarrollado por el laboratorio Balco. La investigación federal realizada determinó que aquella milagrosa sustancia, llamada THG, constaba de una mezcla de cinco sustancias dopantes, entre las que se encontraba la EPO, que combinadas y suministradas de cierta forma resultaban indetectables en los test antidopaje de la época. Tiempo después se supo que aquel que dio la voz de alarma fue Trevor Graham, colaborador estrecho tanto de Marion Jones como de Tim Montgomery, los dos grandes ídolos caídos a raíz del escándalo.

En Sydney 2000, Marion Jones había logrado cinco medallas olímpicas, tres de ellas de oro. Instantáneamente, la velocista se convirtió en un icono mundial. Sin embargo, a raíz de la investigación sobre Balco, su imagen cayó por los suelos. Con la sombra de la sospecha, no logró clasificarse para Atenas 2004. Finalmente, en 2007 admitió haber utilizado sustancias dopantes, algo que siempre había negado hasta la fecha. En 2008, fue condenada a seis meses de prisión por haber mentido durante una inspección federal, así como por perjurio en un caso criminal por fraude y lavado de dinero. La IAAF anuló todos sus resultados y marcas conseguidas a partir del año 2000, lo que borró su legado de las pistas.

Junto a Jones, en el marco del caso Balco también cayó Tim Montgomery, entonces su marido. Montgomery había llegado a ser el recordman mundial de los 100 metros en 2002, con 9,78 segundos. Lo consiguió por solo 0,0001 segundos y con un viento a favor de 2 metros por segundo (el máximo permitido). Aún así, era considerado el hombre más rápido del mundo cuando el estalló el escándalo. Montgomery admitió el uso de esteroides a lo largo de su carrera y fue desposeído de todos los resultados y marcas logrados a partir de 2001. En 2008 recibió dos condenas de cárcel independientes: una de 48 meses por blanqueo de dinero y otra de cinco años por la venta de heroína.

El dopaje de Marta Domínguez (2013)

A nivel nacional, pocos casos de dopaje han marcado más al atletismo español que el de Marta Domínguez. Tanto por lo popular de su figura como por lo intrincado del mismo. Durante muchos años, la cinta rosa que siempre utilizaba la atleta palentina se convirtió en todo un símbolo. Tal era su notoriedad que, una vez que abandonó las pistas, incluso se dedicó a la política como senadora por Palencia del Partido Popular. Sin embargo, en 2010, todo cambió al convertirse en una de las detenidas en el marco de la Operación Galgo.

Pese a enfrentarse a cuatro cargos, de aquel proceso logró salir limpia. Sin embargo, en 2013, la sombra de la sospecha volvió a cernirse sobre ella. La Federación Internacional de Atletismo le abrió un expediente por irregularidades en su pasaporte biológico. Inicialmente, la Federación Española le absolvió. Sin embargo, el caso fue a parar al TAS, que en 2015 le sancionó con tres años de suspensión por dopaje, así como la anulación de todos los resultados que consiguió desde el 5 de agosto de 2009 al 8 de julio de 2013, incluyendo el oro que consiguió en el Mundial de Berlín en la categoría de 3.000 metros obstáculos.

La sanción de dos años a Mo Katir (2024)

Tras unos años bajo mínimos del atletismo español en lo que a resultados internacionales se refiere, en 2021 emergió con fuerza la figura de Mo Katir. El atleta murciano comenzó a codearse con la élite mundial del medio fondo y fondo, cosechando por el camino los récords de España de 1.500 m, 3.000 m y 5.000 m. Los resultados eran excelentes, las medallas en competiciones comenzaban a caer una tras otra y todo parecía indicar que París 2024 iba a ser la prueba que le encumbrase, al menos a nivel nacional.

Sin embargo, en febrero de 2024 estalló la bomba. Katir era sancionado dos años por no estar localizable en tres controles antidoping, lo que a efectos prácticos equivale a un positivo. Pese a que el deportista, quien siempre había sido muy vocal respecto a las trampas en el deporte, intentó excusarse, World Athletics no tuvo piedad y le impuso el máximo castigo.