TRAIL RUNNING

Así es desde dentro un día con la Selección española de trail-running: "Aquí se va a volar"

El combinado nacional se concentra en Barruelo de Santullán, al norte de Palencia, para reconocer el recorrido de la Copa del Mundo sub-18 de trail-running.

Los atletas de la Selección española posan en el Ayuntamiento de Barruelo de Santullán (Palencia)./D.A.
Los atletas de la Selección española posan en el Ayuntamiento de Barruelo de Santullán (Palencia). D.A.
Daniel Arribas

Daniel Arribas

Barruelo de Santullán.- Solo la fuerza del agua rompe el silencio. Encajonado en pleno valle, el río Rubagón baja prominente para, después de mutar en el Camesa, el Pisuerga y el Duero, desembocar en la inmensidad del Atlántico en la portuguesa ciudad de Oporto. Todo nace aquí, sin embargo, en las laderas de la Montaña Palentina. El cielo se despereza y de pronto, la naturaleza escucha. Se aproximan pasos. Son rápidos, y corresponden a más de una persona.

Quienes llegan a toda velocidad para cruzar el río son los integrantes de la Selección española sub-18 de trail-running, que se concentra este fin de semana en Barruelo de Santullán, cerca de la frontera palentina con Cantabria, para reconocer el recorrido de la Copa del Mundo sub-18 que se celebra aquí el próximo 21 y 22 de junio. "El recorrido es una auténtica pasada", confiesan los técnicos de la Real Federación Española de Atletismo (RFEA) presentes.

Es sábado y aún quedan unas horas para el mediodía, pero los nueve chavales preseleccionados para representar a España, cinco chicos y cuatro chicas, llevan en el pueblo desde la tarde del viernes. Antes de dormir, y después de una leve sesión de activación, Fran Caballero y Rafa Flores, responsables de trail-running de la RFEA, Raúl Gutiérrez, técnico invitado, y Narciso Ibáñez, fisioterapeuta, explican al grupo los detalles del recorrido y les mandan tarea.

La Selección española visita el ayuntamiento de Barruelo de Santullán y comienza el reconocimiento del recorrido.D.A. / RELEVO

"Les enseñamos el perfil de la carrera y les proyectamos imágenes del trazado para que ellos, de forma individual, traten de identificar los tramos de mayor dificultad, los puntos en los que podrían apretar y, sobre todo, para que piensen en la estrategia", señala Caballero, líder inequívoco de la expedición. "Luego, cuando se vistan de corto y hagan el recorrido, ya serán ellos quienes nos cuenten sus impresiones".

Dicho y hecho. Tras ocho horas de sueño en el albergue Cantabrus y una temprana visita al ayuntamiento, donde acuden políticos de los municipios colindantes y Ángeles Armisen, presidenta de la Diputación, chicos y chicas comienzan a trotar desde la plaza del ayuntamiento hasta el campo de fútbol de Barruelo de Santullán, a las afueras del municipio, punto de partida y meta de la próxima Copa del Mundo.

Aún con caras de sueño, y algunos con más fríos que otros, los nueve jóvenes se detienen entre el estadio y la piscina municipal. Es hora de recibir las primeras instrucciones. "Volveréis por ese puente y la salida es por aquí, por este camino; no os preocupéis que está todo señalizado con cintas", advierte Caballero. "Fijaros en el terreno y en todas las dificultades que haya, quedaros con ello y venga, no os molestamos más, que si no os quedáis fríos. Si os queréis quitar ropa, es el momento, que os la podemos guardar en el coche. Ahora nos vemos arriba".

Los nueve atletas preseleccionados atraviesan el río Rubagón, incluido en el recorrido.D.A. / RELEVO

El grupo parte por el sendero, aún algo embarrado tras las lluvias de los últimos días, y los técnicos regresan al coche para llegar cuanto antes al punto más alto de la prueba por una ruta alternativa. Allí, el binomio se vuelve a juntar, ya con algo más de jadeo en las vocecillas de los jóvenes, que además de unas piernas fibradísimas y aún poco bronceadas, lucen ya los primeros rastros de sudor en la frente.

"La primera parte ya habéis visto que es muy estrecha, adelantar va a costar muchísimo, aquí se puede adelantar mucho mejor", vociferan los técnicos de la Federación desde lo alto del valle, donde las rampas alcanzan el 18% de desnivel. "Llegar aquí bien situado el día de la carrera será clave; quien llegue a la cima con 15 o 20 segundos de ventaja, lo tiene hecho hasta meta".

No exageran. Desde la cima, situada en el ecuador del recorrido, todo es cuesta abajo hasta el campo de fútbol de Barruelo de Santullán. Y por si fuera poco, los atletas descenderán por una amplia pista de tierra. "¡Aquí se va a volar!", celebra Flores, el más dicharachero de los técnicos. "Es una bajada que os va a exigir muscularmente, pero no tiene nada técnico; os váis a poner a tres [minutos por kilómetro] seguro".

Técnicos de la RFEA y atletas conviven durante la concentración en Barruelo de Santullán. D.A. / RELEVO

Tras finalizar la primera vuelta, toma de contacto con el recorrido, los nueve atletas preseleccionados completan una segunda vuelta más rápida con el objetivo de buscar sus ritmos de carrera. Llegados a lo que en unas semanas será la línea de meta, todos vuelven a la plaza del ayuntamiento, donde los vendedores del mercado municipal promocionan los productos locales —quesos artesanos, cecinas y otros embutidos—, y callejean hasta el albergue, donde reponen fuerzas gracias al menú de Inés, la cocinera: lentejas, arroz, patatas, ensalada variada y algo de carne antes del postre, fruta a escoger y/o yogur.

Solo entonces llega la primera hora de descanso de la jornada. Algunos se recluyen en sus habitaciones, otros conversan en el comedor y los técnicos aprovechan el intervalo para visitar los pueblos más cercanos. Pronto, el reloj marca las cuatro y los nueve jóvenes se reúnen de nuevo, esta vez para un taller de fisioterapia dirigido por Ibáñez.

El resto de la tarde se divertirán con actividades grupales como el tiro con arco y podrán desconectar, aunque, para ser ciertos, es probable que todavía no lo necesiten. Son jóvenes, han llegado de diferentes puntos de todo el país —desde Canarias hasta Cataluña, pasando por Madrid, Galicia y Extremadura— y, salvo contadas excepciones, no se conocían hasta hace solo unas horas. Todavía no son conscientes, pero en la Montaña Palentina están viviendo una de las mejores experiencias de sus vidas.