DOPAJE

El deporte choca contra el tabú de los porros: "El cannabis no debería ser dopaje"

La Agencia Mundial Antidopaje mantiene la prohibición del THC aunque la ciencia demuestre que su consumo no beneficia al rendimiento de los deportistas.

Una planta de cannabis, en imagen de archivo. /GETTY
Una planta de cannabis, en imagen de archivo. GETTY
Daniel Arribas

Daniel Arribas

En Miramar, condado rico del cinturón norte de Miami, mansiones, palmeras y lagos artificiales, Sha'Carri Richardson corrió en abril de 2021 como si le fuera la vida en ello. La joven velocista tejana, criada por su abuela en Dallas, detuvo el cronómetro en 10 segundos y 72 centésimas, séptima mejor marca de todos los tiempos en los 100 metros lisos. Y lo hizo en una pista vacía, sin apenas espectadores y lejos, muy lejos de cualquier foco mediático.

Tres meses después, convertida en una estrella, imbatible en las pruebas olímpicas estadounidenses, donde barrió a sus rivales con otra gran marca (10:86), Richardson fue desposeída de su billete a los Juegos de Tokio por un análisis de orina que confirmó su positivo en THC, el principal componente psicoactivo del cannabis.

"Soy humana, una persona normal, la única diferencia es que corro un poco más rápido que el resto", lamentó la atleta en la NBC, abatida por alejarse de una medalla de oro para la que partía como máxima favorita y que se le resiste a Estados Unidos desde Atlanta 1996.

Se popularizó entonces el #LetSha'CarriRun (Dejad correr a Sha'Carri), un lema que, a modo de protesta, inundó redes sociales y actos institucionales durante varias semanas en todo el mundo. Tal fue la presión que, en septiembre de 2021, tres meses después de la suspensión de la joven velocista norteamericana, la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) se vio obligada a revisar su legislación respecto al cannabis durante 2022: "Nos comprometemos a reevaluar el estado del THC en la lista de sustancias prohibidas".

Sha'Carri Richardson celebra su victoria en las pruebas olímpicas estadounidenses, en junio de 2021.  GETTY
Sha'Carri Richardson celebra su victoria en las pruebas olímpicas estadounidenses, en junio de 2021. GETTY

Ahora, recién terminado 2022, y con otras sustancias incluidas recientemente en la lista negra, cada vez son más las voces que exigen una legalización del cannabis en el deporte de élite. Muchos otros, entre tanto, se conforman con ver un mínimo avance en la reconsideración de la AMA mientras, desesperados, se preguntan en qué punto nos encontramos.

¿Qué es dopaje para la AMA?

No, por extraño que parezca, no todas las sustancias que mejoran el rendimiento de los deportistas son consideradas dopaje por la AMA, así como no todas las sustancias que están prohibidas potencian la capacidad atlética de los profesionales. Vaya lío, pensarán algunos.

La AMA, en cambio, lo ve todo muy claro, pues determina qué es dopaje y qué no en base a tres escuetos requisitos recogidos en su código interno. Para que una sustancia sea vetada por el mayor estamento antidoping del mundo, deberá cumplir, al menos, dos de los siguientes parámetros: que contribuya de manera artificial a mejorar el rendimiento del deportista, que ponga en riesgo su salud y que sea contrario al espíritu del deporte.

Las investigaciones científicas de los últimos años parecen evidenciar que el THC, consumido comúnmente en cigarrillos o porros de hachís y marihuana, no mejora el rendimiento de los deportistas que lo consumen. Desde Oviedo, Miguel del Valle, presidente de la Sociedad Española de Medicina del Deporte, descarta, por tanto, que el cannabis cumpla con el primer requisito marcado por la AMA: "No se ha demostrado científicamente que el cannabis mejore el rendimiento deportivo; es más, existen estudios que indican que más bien al contrario: lo disminuye".

El segundo patrón también parece cristalino. Todas las evidencias científicas señalan que el cannabis, como cualquier otra droga, es adictiva. "A corto plazo, eleva la presión arterial y la frecuencia cardiaca, aumenta la fatiga y puede provocar alteraciones de la coordinación, un tiempo de reacción más lento o tendencia a la somnolencia", explica del Valle por correo electrónico.

Es decir, atendiendo a los tres requisitos de la AMA para determinar si una sustancia ha de estar prohibida, el cannabis cumpliría el segundo, pero no el primero. Así, se decidiría todo en la tercera variable: el espíritu del deporte. Y aquí llega el problema.

A finales de año, tras una profunda investigación del Grupo Asesor de Expertos en Ética de la AMA, en la que participaron cuatro especialistas independientes a la organización, el máximo organismo internacional en la lucha contra el dopaje determinó que el cannabis seguiría estando prohibido. "Consideramos que, en este momento, va en contra del espíritu deportivo", declararon fuentes de la Agencia Internacional a Relevo. ¿Pero no es eso algo subjetivo?

Alcohol y tabaco sí, cannabis no

El código interno de la AMA define así el espíritu del deporte: "La aspiración ética de la excelencia humana a través de la búsqueda de la perfección del talento natural de cada atleta. Es, a su vez, la celebración de la mente, el cuerpo humano y la persecución de una serie de valores", entre los que se citan la salud, el juego limpio, la honestidad, el trabajo en equipo o la educación.

Elena Vila, neuróloga del Hospital Quirón Salud de Málaga especializada en cannabinoides, no entiende la norma: "Es totalmente injusto. ¿Por qué es diferente el cannabis al alcohol o el tabaco? No debería haber absolutamente ninguna diferencia", asegura por teléfono desde la Costa del Sol.

"Vamos a ser claros, si un deportista puede tomarse dos whiskies o fumarse una cajetilla de tabaco en una noche de juerga, no hay ningún motivo científico para que el cannabis no esté permitido. Si comparamos las tres sustancias y hacemos un balance riesgo-beneficio, no hay color, el cannabis saldría muy favorecido. ¡Es muchísimo menos adictivo!", añade, sorprendida por la legislación vigente.

Gervasio Deferr celebra el oro conseguido en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004.  REUTERS
Gervasio Deferr celebra el oro conseguido en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. REUTERS

Eso sí, Vila, madre de dos adolescentes, puntualiza: "Si se consume de forma recurrente antes de los 25 años, el cannabis sí tiene un efecto perjudicial para el cerebro, pues es una edad en la que ya tienes todas las neuronas que tendrás el resto de tu vida, pero falta que se conecten y creen una red rica entre ellas. Por eso si veo un niño de 17 años fumando un porro de marihuana me echo las manos a la cabeza. Pero ojo, igual que si le veo de botellón. El riesgo para la salud es muy similar, pero el prejuicio social no es ni parecido".

El caso de Sha'Carri Richardson es un gran ejemplo. Como el de Gervasio Deferr, que durante su pico más alto de rendimiento, justo después de ganar su primer oro olímpico en Sídney 2000, dio positivo en cannabis en tres controles diferentes. En julio de 2003, el gimnasta barcelonés fue desposeído de todos los títulos obtenidos entre el 19 de octubre de 2002, fecha del primer positivo, y el 19 de enero de 2003, además de una suspensión deportiva de tres meses.

"No tiene sentido", lamenta la doctora Vila desde Málaga. "Richardson o Deferr no fumaron el THC el día de sus pruebas, sino varios días antes. Hay que entender que aunque se haya consumido cannabis un lunes, al deportista no le quedan efectos fisiológicos el miércoles, por poner un ejemplo; pero sí en su grasa. El cannabis es una sustancia liposoluble, es decir, que se libera lentamente a través de la grasa del cuerpo. Por eso en los análisis de orina puede salir positivo mucho después de consumirlo".

En cualquier caso, guste o no, el consumo de cannabis recreativo seguirá estando prohibido en 2023, tal y como estableció la AMA. Al menos "de momento", como reconoce el propio estamento, algo que abre un pequeño hilo de esperanza a los que, como Elena Vila, alzan la voz para exigir la legalización: "El prejuicio todavía es enorme. El cannabis es una sustancia muy estigmatizada social y culturalmente. Toca avanzar ya".