El oro de Ana Peleteiro esconde coacciones, fuertes dolores y un cambio exprés: "Aunque quieran acabar conmigo..."
La nueva campeona de Europa en Apeldoorn ha tenido un invierno complicado y lleno de imprevistos en el que, incluso, algunas voces señalaron que no iba a poder competir.
Un grito con rabia, un baño de arena y unas lágrimas de oro. Ana Peleteiro (Ribeira, A Coruña, 1995) disfruta de la gloria en el Omnisport Apeldoorn donde se acaba de proclamar doble campeona de Europa, al aire libre el pasado verano y ahora en pista cubierta. Una celebración que esconde unas semanas llenas de dolor, dudas y "monstruos en la cabeza".
Su sonrisa, grande y voraz como es también ella, reprime todo lo que le ha ocurrido en este 2025 que, en los libros de historia, será inaugurado con una medalla de oro, el octavo podio internacional de su carrera deportiva. Pero lo cierto es que hace solo un mes todo se oscurecía en Miramas, una comuna francesa a las orillas del Mediterráneo, lugar elegido para su ilusionante debut de temporada. Allí, el 31 de enero, era el estreno de su 'revolución' protagonizada por un cambio de entrenador, de residencia y hasta de un cambio de pie de batida, de la derecha de toda la vida a la izquierda. Aquella tarde, los saltos le costaban coger vuelo mucho más de lo habitual y tras el quinto, adiós. Se retiraba entre preocupantes dolores.
Pocos días después, a pesar de acudir a Valencia y estar presente en la presentación del mitin de la capital del Turia, Peleteiro decide retirarse pocas horas antes y viajar de urgencia a Madrid. Allí le espera, en la Clínica CEMTRO, el experimentado Doctor Guillén, quien Ana considera su "ángel de la guarda". Como hace diez años, el médico encuentra la solución a los dolores y, sí, provienen de la misma causa que hace una década: una rotura de ligamentos en la articulación tibioperonea que sufre desde 2014. Entonces, Guillén apostó por un tratamiento conservador huyendo de un quirófano que, visto los antecedentes, parecía inevitable. En 2025, toma la misma decisión.
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El cambio de pierna para realizar la batida con la pierna izquierda, haciendo que esa rodilla reciba dos fuertes impactos en lugar de uno en la técnica de salto [los expertos hablan de entre ocho y nueve veces el propio peso de la deportista], había provocado un resentimiento y la reaparición de unos dolores que le impedían competir. "Hemos decidido repetir el mismo tratamiento conservador que hicimos hace 10 años y que elimino todas mis molestias durante todo este tiempo", señalaba Peleteiro tras la revisión. A pesar de que se llegó a publicar que su temporada había terminado, algo que la cabreó bastante, quería intentar levantarse rápido del golpe y exprimir sus opciones de ir al Europeo y Mundial de este invierno.
Tras unos días sin saltar y solo con ejercicio para intentar mantener la forma, la de Ribeira decidía inscribirse en el Campeonato de España del último fin de semana de febrero sin apenas preparación. "El primer entrenamiento de verdad con siete pasos fue el lunes de la misma semana del campeonato", confirmaba Benjamin Compaoré en una entrevista con Relevo en la misma grada del Nacional. Pero con una novedad: ¡vuelta a la pierna derecha, la de siempre! Un cambio exprés que hizo volver a la Peleteiro guerrera y competitiva para irrumpir en Gallur volando cuatro ocasiones por encima de 14 metros e imponer su ley a nivel continental con un salto de 14,33 metros, la mejor marca europea del año.
Todo parecía volver a la normalidad. El dolor se había ido, la sonrisa había vuelto y el sueño de competir a nivel internacional con opciones de todo ya era una realidad. Entonces, llegó algo mucho peor cuando ya llenaba su maleta de ilusiones para viajar a Apeldoorn. "Tres días antes del campeonato, recibí una información con amenazas, coacciones y movidas de alguien que yo apreciaba mucho", desvelaba tras la final ante los medios de comunicación españoles desplazados al Europeo. Unas 72 horas donde se refugió en sus padres primero, en su marido después y en Rebeca López, su coach personal con la que lucha mano a mano contra las 'almas negras' que suelen perturbar a Ana Peleteiro.
Como en otras veces, y con más motivo ahora, la terapia curó las heridas e intentó espantar a lo que ha definido como "monstruos de la cabeza". Y se fue a Apeldoorn, solo con su garra, amor propio y su propio escudo. "Me ha costado muchísimo, ha sido muy difícil porque ha sido un mes muy duro y estos últimos días, sobre todo, también", señalaba con el oro ya en su bolsillo antes de definir unos últimos meses marcados por el dolor, la decepción y los cambios. "Me he llevado muchas decepciones personales y muchos dolores físicos, por lo que el estar de vuelta y disfrutando tanto de la competición, y gestionarla tan bien, me hace sentir superorgullosa". Y zanja: "Aunque me quieran pisar, hundir y acabar conmigo, gracias al colchón que me rodea, siempre salgo incluso más fuerte que la última vez. Como el Ave Fénix".