El 14 de abril de 2024 es la fecha marcada en todos los calendario de los amantes del atletismo y al deporte en general. Una mañana primaveral de Rotterdam era la elegida por Kelvin Kiptum para hacer historia, para romper los límites humanos y conseguir una de esas conquistas que jamás se olvidan. Los récords se baten, dar un paso en nombre de la humanidad no.
A pesar de sus jóvenes 24 años en medio de un entorno donde los veteranos siempre han tenido las de ganar, se había propuesto convertirse en el primer hombre de la historia en tardar menos de dos horas para recorrer la mítica distancia de los 42 kilómetros y 195 metros. El maratón de la ciudad neerlandesa tenía todo preparado para la gran fiesta y abría el libro de oro de la historia para poner su nombre.
En una pequeña charla la semana pasada, su representante Marc Corstjens señalaba a Relevo que Kelvin se encontraba "en un programa de entrenamiento completo y cargado, enfocado totalmente en su objetivo y en el entrenamiento para lograrlo". Con la meta entre ceja y ceja, el atleta había decidido concentrarse en el Valle del Rift, la catedral de la maratón, lejos de todo el revuelo y de todos los focos. Con él, solamente el entrenador ruandés Garvais Hakizimana y sus compañeros de entrenamiento donde se encontraban algunos de sus mejores rivales.
A falta de dos meses y afrontando los momentos clave de la preparación, la carrera hacia la gloria se ha parado de golpe, tan rápido como su vertiginosa carrera. Un accidente de tráfico se ha llevado todos los sueños, los de Kiptum y los de los aficionados de un disciplina que pone al límite al ser humano. Tras su 2:01:53 en Valencia [mejor debut en un maratón], su 2:01:25 en Londres y su 2:00:35 en Chicago en un mismo año consiguiendo borrar al Rey 'Kipchoge', no habrá un cuarto maratón en el que los ojos del mundo ya ansiaban ponerse sobre este espigado joven nacido en Keiyo District.
Todos los expertos y atletas rivales señalaban a Kelvin como el elegido para batir la barrera imposible. Los corrillos del atletismo no dudaban: su juventud, sus cualidades y su fugaz progresión le hacía parecer el ser humano más preparado para lograrlo. Ahora, que el 14 de abril queda huérfano y no será su nombre quien cambie para siempre los límites, el mito de Kiptum se hace grande y las opiniones quedarán para la historia: ¿Iba a romper el muro de las dos horas en Rotterdam?
