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El llanto de Ana Peleteiro tiene mala solución, el fútbol (también femenino) tiende a engullir todo lo demás: "Tenemos que hacernos amigos de lo que funciona bien"

Las jugadoras de disciplinas minoritarias aplauden y valoran la repercusión de fútbol jugado por mujeres, que cuenta con una plataforma que siempre ha cortado las alas a los demás deportes.

Ana Peleteiro celebra su oro en el campeonato de Europa indoor./EFE
Ana Peleteiro celebra su oro en el campeonato de Europa indoor. EFE
Gonzalo Cabeza

Gonzalo Cabeza

Captar la atención de los cada vez más dispersos seres humanos es una pelea que se plantean cada día todas las industrias del ocio, y eso incluye también el deporte. El fútbol, en España, ha demostrado en los últimos cien años una capacidad casi mágica para ser la primera de las aficiones de la gente. No se puede concebir la televisión de pago sin fútbol y solo ese indescriptible tirón popular explica también por qué TVE apuesta fuerte por dar una Eurocopa o la final de la Champions.

Captar la atención significa competir, una lógica de mercado a la que también se ven supeditados todos los deportistas. El deporte femenino, que siempre ha tenido un déficit de reconocimiento y atención, ha visto cómo en el último lustro el fútbol se convertía en la disciplina más mediática, la más seguida, la que más fotos tiene.

¿En detrimento del resto de deportes? En los pasillos de las distintas competiciones se escucha de todo, no siempre halagüeño con la nueva competencia, pero de cara al público, cuando hay que fijar una posición, lo predominante es la alegría por ese empujón en el fútbol jugado por mujeres. Se merecen el reconocimiento y, si de repente se habla del fútbol femenino más que de cualquier otro, será también porque se ha trabajado bien.

"Es verdad que el fútbol femenino en los últimos años ha crecido mucho. Yo siempre me he alegrado de ese crecimiento, porque creo que han pasado de ser absolutamente anónimas a que tengan ahí un espacio que merecen. Pero vamos, yo no creo que esté perjudicando al resto de deportes", explica Eli Pinedo, leyenda del balonmano español.

"Yo creo, fíjate, que tenemos que hacernos amigos de todo lo que nos parece que está funcionando bien para poder seguir creciendo el resto con ellos. No empezar a echarnos palos entre nosotras. Yo entiendo el punto de que hay mucho foco puesto en el fútbol femenino con toda la movida que ha pasado en el Mundial y demás, pero son campeonas del mundo. Luego la Liga F, entendemos que el Barça está ahí peleando por todo y yo me alegro de que tengan la repercusión y el reconocimiento que están teniendo", añade Pinedo.

Hay algo de sororidad en todo esto, esa palabra no tan antigua que habla del cuidado entre mujeres, hacer lo posible por no hacerse daño. Su opinión es similar a la que expresa Patricia García, quizá la mejor jugadora del rugby español y sin ninguna duda su mayor precursora. Entiende que el fútbol no es tanto un problema como el espejo en el que mirarse.

"Yo veo que, al final, el resto de instituciones, federaciones y disciplinas tienen mucho que aprender todavía del fútbol, en este caso por la parte femenina. Yo creo que todo el empeño, el esfuerzo, el buen trabajo que están haciendo en este caso, por las asociaciones de jugadoras, por ponerse de acuerdo, por los convenios que existen... La profesionalización que está viviendo el fútbol practicado por mujeres a mí me parece que lo que está haciendo es un acelerón. El resto de disciplinas y de federaciones, si quieren también tener esa visibilidad, creo que tienen que seguir trabajando para tenerla", explica la jugadora.

Hay dos factores clave para entender el boom del fútbol femenino en España, y sin cualquiera de los dos es difícil pensar que la conversación estaría en este punto. El primero es el rotundo éxito que ha tenido recientemente tanto la Selección española como el Barcelona. La relevancia de Alexia Putellas y Aitana Bonmatí, por poner los dos ejemplos más significativos, nace primero de su indiscutible talento deportivo.

Con eso solo, sin embargo, no daría. Antes de ellas llegaron Laura Ester o Laia Palau, deportistas descomunales capaces de encontrar los mayores éxitos con sus selecciones y equipos. Su importancia es evidente, pero la naturaleza del deporte las recluyó a una cierta estacionalidad de la que las futbolistas han logrado escaparse.

Hace unos meses, la portera campeona olímpica de waterpolo lo expresaba en una entrevista en Relevo: "Sabemos que los deportes minoritarios no dan tanta visibilidad, pero después de todo lo que entrenamos, vas allí y te lo dejas todo, y había a veces que nos daba rabia porque era como 'Jolín, llevamos mucho tiempo luchando para que cuando ganemos no se hable de nosotras'. Entendemos que si no ganamos no haya noticia y no se vaya a hablar, vale, muy bien, pero en el momento en el que ganamos, ¿por qué no se nos reconoce eso? Hay veces que era más importante si un futbolista había dormido ocho horas o seis".

El segundo factor para entender el relieve del balompié femenino es también indiscutible: la plataforma del fútbol es incomparable con todo lo demás. En una tertulia reciente en Relevo, Lucía Martín-Portugués y Adriana Cerezo exponían sus quejas sobre la omnipresencia del fútbol en la conversación.

"Está muy sesgado hacia un único sector [el fútbol], y la parte que se tiene que ocupar de enseñar todo eso no hace un ejercicio de introspección, se va a lo fácil y a lo cómodo, y no hace el esfuerzo de interesarse en otros deportes, de buscarlo y mostrarlo", comentaba la esgrimista. No era un comentario sobre el fútbol femenino concretamente, pero ese deporte, que es el primer deporte, tiene la capacidad de un dragón de echar fuego por la boca y arrasar con todo lo que queda al lado.

Fragmento de la tertulia entre Martín-Portugués y Adriana Cerezo.RELEVO

Patricia García da un ejemplo de otro deporte en otro país que no hace más que reincidir en esta idea de que lo más importante es el grado de implantación y seguimiento que tiene el deporte en el país. Su capacidad de arrastre, si se quiere: "En rugby, por ejemplo, yo he estado jugando los últimos años de mi carrera deportiva en Inglaterra, que es la primera liga profesional de rugby en el mundo, femenino. ¿Por qué en España no lo es y allí sí? Bueno, pues porque allí tienen unas estructuras, tienen unos convenios, tienen unos estándares..."

Estructuras profesionales

En Inglaterra el rugby femenino encuentra un espacio que en otros países se le resiste. Hay una lógica interna, y es que el deporte ya tiene al aficionado cautivo, ya es capaz de mover millones, ya tiene la estructura y la publicidad. Ya tiene también el interés de las autoridades, que tienen tendencia a acercarse siempre a la luz más potente.

Esa última parte, la del poder, es importante. Liga F es la única profesional en el ámbito femenino, y su transición hacia eso tuvo mucho del propio crecimiento del deporte, que ya empezaba a admitir ese salto, pero también un fuerte empuje político. Era casi un desdoro que el fútbol femenino no tuviese la misma consideración que el masculino. Aunque realmente ser profesional o no cambia poco el fondo —es una cuestión organizativa—, había un simbolismo inevitable en esa historia. El baloncesto, por poner un ejemplo de otro deporte, todavía no ha logrado esa condición.

Es posible que las cifras que manejaba y maneja el fútbol jugado por mujeres no fuesen suficientes para dar ese paso, y las audiencias televisivas distan mucho de estar en las que se mueve el fútbol masculino, pero el propio deporte, por su arraigo, es capaz de colarse en la conversación de un modo que las otras disciplinas no logran. Y el resto, para bien o para mal, tienen difícil competir con eso.

No es una guerra, Eli Pinedo explica la ilusión que le hizo cuando entrevistó a Alexia Putellas y ella le dijo que se había enganchado al balonmano con las jugadoras de su generación. Las jugadoras se entienden, saben de las dificultades que hay para llegar a la cima. El problema, si es que todo esto es un problema, no está ahí.

No es necesariamente una cuestión de género, es que todo lo que recibe la irradiación del fútbol tiende a crecer por encima de sus posibilidades. Un ejemplo claro es el del baloncesto, en el que el Real Madrid y el Barcelona distorsionan con su músculo financiero los presupuestos generales del deporte y también dan un importante empujón para que su popularidad sea masiva.

Ana Peleteiro se queja de que TVE haga pasar por delante la semifinal de Copa femenina antes que los Europeos de atletismo. En el fondo es la riña de siempre, la quijotesca lucha del deporte minoritario contra el fútbol, un agujero negro capaz de engullir todo lo que tiene a su alrededor.