Arturo Álvarez triunfa en Rumanía tras foguearse bajo el ala del 'sargento' Ivanovic en Belgrado: "Hasta los taxistas me ponían cara"
El técnico asturiano repasa en Relevo su trayectoria y habla de la temporada histórica que está firmando con el Valcea 1924 en Rumanía.

Un partido en Rumanía pasa a la historia del baloncesto europeo… ¡tras cinco prórrogas! Este fue el titular del pasado mes de febrero con el que Relevo contaba ese ya histórico partido de baloncesto que tuvo lugar en Rumanía. El duelo con más prórrogas del basket europeo que acabó ganando el Valcea 1924 y que vivió en primera persona Arturo Álvarez (Mieres, 1976). Un asturiano que, tras hacer carrera en los banquillos de la LEB y forjarse junto a Pablo Laso en ACB y Dusko Ivanovic en Euroliga, tomó las riendas del equipo rumano que acababa de salvar la categoría y al que ha revolucionado por completo clasificándolo, por primera vez, a los playoffs por el título.
"El club tiene una historia muy corta. Hace tres años salen en Segunda División, ascienden a Primera y el año pasado se salvan en el quinto partido por no descender en el playoff a Segunda otra vez. Este año incrementaron un poco el presupuesto, nos trajeron a gente nueva para intentar soñar con el playoff… y ahora se sueña con más, aunque mantenemos los pies en el suelo", reconoce Álvarez en una videollamada con Relevo. Pero… ¿cómo acaba en Rumanía el que era entrenador del Cáceres en LEB después de haber sido ayudante de Dusko Ivanovic en Estrella Roja? Pues precisamente gracias a esa etapa en Serbia.
"Después de haber empezado la temporada en el Estrella Roja, al salir Dusko Ivanovic, yo decidí salir con él y me llamaron del Cáceres para afrontar la situación. Ahí sustituí a Roberto Blanco, que me lo he traído de ayudante. Y antes de acabar la temporada, se ponen en contacto conmigo unos agentes serbios de mi etapa en Belgrado, que tienen asociación con una agencia rumana. Me dijeron que habían hablado con gente que me conocía, como Emanuel Cate, ahora jugador del BAXI Manresa, que fue jugador mío en el CB Prat, y que querían apostar por alguien que conociese un poco la liga rumana o a jugadores de allí. Me citaron en mayo y me trajeron aquí a una reunión nada más acabar yo la liga LEB, me hicieron una propuesta… y así empezó todo".
A raíz de aquello, Álvarez, junto a Blanco, se pusieron manos a la obra para confeccionar el equipo y adaptarse tanto a la liga rumana como a su nuevo país. Al igual que el hecho de que el equipo se adaptase también a ellos. "No ha sido fácil, eso cuesta dominarlo un poquito. Los primeros dos o tres meses fueron bastante duros, nos encontramos con una reglamentación nueva: en la liga rumana tienes que tener un rumano obligatoriamente en cancha; en la Copa, dos. No conocíamos a la plantilla ni la liga y fue difícil. Empezamos con un 2-2 de balance, pero a partir del tercer mes el equipo encontró un poquito esa química y hemos encadenado de los últimos 15 partidos, 14 victorias, y nueve seguidas hasta ahora".
"Era un proyecto nuevo que necesitó de tres meses y el club tuvo la paciencia de esperar por nosotros y ahora estamos recogiendo todo lo sembrado", reconoce. Algo que muchas veces es poco usual porque los entrenadores suelen ser los primeros señalados, pero que ha acabado haciendo historia por partida doble dentro del club. Ahora, con esa clasificación a los playoffs, pero hace dos meses con ese mítico partido de las cinco prórrogas que, como reconoce, fue "una aventura más que un partido".
"La verdad es que fue un partido complicadísimo como entrenador. Recuerdo que Roberto Blanco me decía: ¿cuántas prórrogas llevamos? ¿Cuatro? ¿Cinco? Tenemos que acabar ya. Tenía a mis dos principales jugadores rumanos con cinco faltas y por la norma, tenía que tener sí o sí a uno en pista. Miraba al banquillo y veía a un jugador que llevaba fuera tres meses por un problema en el pie, que era Andreas Blidaru, que había jugado en el Betis en Júnior, y lo tuve que poner a jugar para que se cumpla la normativa. Un partido en el que eliminaron a nuestro mejor jugador por faltas, que jugábamos fuera de casa… Fue una aventura más que un partido. Un partido durísimo como entrenador. Pero, cuando lo ganas, se te queda en la retina un recuerdo tan positivo que esa historia se hace aún mejor. Y aquello creo que ha sido un punto importante de inflexión con nosotros porque desde ese partido hemos practicado nuestro mejor baloncesto".
La verdad es que esto que dio la vuelta a Europa puso en el mapa a esta dupla de entrenadores españoles que son el claro ejemplo de lo bien considerado que está el talento español en los banquillos extranjeros. "Esto está más que ratificado. Si estamos aquí en Rumanía y apuestan por nosotros es porque el nivel del baloncesto español, en este caso de los entrenadores, es altísimo. Y es fantástico ver cómo se nos considera gente importante en nuestro continente. En España hay muy pocas posiciones: 18 en la Liga ACB y las mismas en LEB y esto hace que no podamos estar todos. Pero siempre está la posibilidad de que con un ascenso, como fue el caso de Txus Vidorreta, que ascendió con el Bilbao a la ACB y ahí tuvo su oportunidad y mira dónde está, siendo uno de los mejores entrenadores de Europa. Yo he tenido la suerte de estar de ayudante en ACB con Pablo Laso, Trifón Poch, en Euroliga con Dusko Ivanovic, en LEB Oro de principal… y la oportunidad puede llegar. Es difícil, no porque no se tenga el nivel, sino porque el nivel es altísimo".
La Euroliga como máster en uno de los lugares con más tradición
La realidad es que su experiencia en la máxima competición continental llegó de la mano de uno de los entrenadores más míticos: Dusko Ivanovic. "Nunca había tenido esa experiencia de jugar ante 20.000 personas. Lo viví en el partido inaugural con ASVEL, después con Mónaco… La Euroliga es otro nivel, sublime. La ACB es top, pero la Euroliga es como un gran partido cada semana. Y Belgrado ya supera todo. La afición, el fanatismo y la intensidad del baloncesto supera cualquier otro deporte. Yo llegué el primer día, cogí un taxi para ir a la Pionir y en cuanto dije que iba ahí me dijeron: tú eres el ayudante de Dusko Ivanovic. ¡Hasta un taxista me ponía cara, a alguien anónimo! Y luego tener a 20.000 personas allí, animando al unísono ganes o pierdas… Es increíble".
Aunque, sin duda, la experiencia de trabajar junto a alguien como Ivanovic hacía que todo fuera un paso más allá. "Es alguien que ha llegado a todo en el baloncesto mundial como jugador, como entrenador… fue un máster diario. Un honor para mí haber pertenecido a Estrella Roja. Decidí salir porque la persona que me llevó fue Dusko, aunque el club me pidió y me dijo que estaría encantado de que me quedase, decidí seguir el camino de Dusko y no me arrepiento".
Una llamada, un vuelo y una experiencia junto a un «estudioso»
La realidad es que la experiencia serbia surgió para Álvarez en el verano del 2023. "Recibí una llamada de mi agente, Arturo Ortega, en la que me dice que Dusko Ivanovic había perdido a su ayudante, que era Carles Marco, que había fichado en el Barça ese verano y que estaba entrevistándose con técnicos que quisieran ir de ayudantes con él. Automáticamente, le dije que cuándo podía coger el primer avión, hablé con Dusko, me reuní con él en Barcelona y a los pocos días me dijo que quería que fuese con él. Para mí fue de las llamadas más ilusionantes y motivadoras de mi carrera deportiva".
Y ahí empezó el aprendizaje con un "estudioso" de la pelota naranja: "Es un estudioso, él son 24 horas baloncesto y fuera es un auténtico caballero, una persona que cuida de su staff, de su gente y le tengo un aprecio altísimo y le sigo cada semana ahora en Bolonia. Es un entrenador superexigente en cualquier aspecto. Su pasión le hace tener la máxima exigencia y eso le hace diferente al resto. Ha conseguido con esa filosofía y capacidad de trabajo todos esos objetivos buenos que ha logrado en su carrera".
Aunque en aquella etapa no sólo aprendió de Ivanovic, sino también de una de las leyendas que todavía sigue en activo en la competición continental: Milos Teodosic. "La magia que tiene, verlo entrenar… te hace que te cueste menos entrenar. Te enseña cosas nuevas cada día", rememora. Aunque de su etapa junto a Pablo Laso también recuerda cómo fue Andy Panko: "Fue una persona que demostró profesionalidad elevada al cubo".
La realidad es que a Álvarez su trayectoria le ha hecho cruzarse con grandes nombres del baloncesto en diferentes países más allá de España (Portugal, Paraguay, Brasil, Serbia, ahora Rumanía…), en los que su objetivo siempre ha sido el mismo: "Me gustaría dejar un poquito de huella en los sitios a los que voy", admite. Y aunque reconozca que está encantado con el proyecto del Valcea 1924, ese anhelo de volver a España siempre está ahí.
"Estoy muy feliz aquí, la verdad, a nivel personal y a nivel deportivo. Sé que el club está preparando una ampliación del contrato que tenemos, que tenemos que sentarnos a evaluar, pero ¿a quién no le gusta volver a España? No solo a entrenar, a vivir. A disfrutar de lo que tenemos. Creo que todos los que hemos estado fuera muchos años nos hemos dado cuenta de que todas esas pequeñas quejas que tenemos de nuestro país y de nuestro deporte en general, las echamos de menos cuando estamos fuera. Creo que a todos nos gustaría volver a acabar nuestras carreras a España o desarrollarlas allí si en algún momento alguien apuesta por nosotros". Eso sí, de momento, está "muy feliz en Rumanía" y con el objetivo de seguir haciendo historia con el Valcea 1924 ahora ya con la vista en esos playoffs para los que ya está clasificado.