BALONCESTO

En la barra con Pepu Hernández: "El tipo que nos faltaba [Marc Gasol] era uno que llevaba dos o tres semanas encerrado en casa, comiendo pizza y bebiendo cocacola"

Campeón del mundo y padre del deletreo más famoso del deporte español. Su b-a-l-o-n-c-e-s-t-o, con todas las letras, todavía no se ha diluido. Enric González se toma un cóctel con Pepu Hernández para dialogar de baloncesto en todas sus vertientes.

En la barra con Pepu Hernández: “El tipo que nos faltaba [Marc Gasol] era uno que llevaba dos o tres semanas encerrado en casa, comiendo pizza y bebiendo cocacola”
Enric González

Enric González

Podríamos llamarle José Vicente, porque eso dicen los papeles, y tomarle por un político, porque fue portavoz socialista en el Ayuntamiento de Madrid. Pero ni una cosa ni otra. Otra vez por la manía de llegar demasiado temprano, Pepu Hernández y yo charlamos y fumamos 20 minutos en una esquina del barrio madrileño de las Letras. Resulta que a ambos nos gustan los perros grandes y que él no conoce Buenos Aires. Este hombre pertenece al baloncesto (y a Estudiantes) y dirigió la Selección campeona del mundo en 2006, pero el deporte no se menciona hasta que, a la hora en punto, entramos en el bar.

A saber de qué iba el tema cuando pulsé el botón rojo. La grabación comienza con una frase contundente:

Soy raro, todos los entrenadores somos raros de cojones.

¿Todos?

Todos. Bueno, hay ahora un entrenador en el Unicaja de Málaga que me parece un tipo entero. [Habla de Ibon Navarro]. Me gustaría conocerle mejor. En fin, quizá él no lo sea, pero los demás somos muy raros.

Pepu explica que durante su carrera mantuvo una especie de decálogo y que cuando sentía que no lo estaba cumpliendo con el debido orden ("el punto 2 lo tenía en décimo lugar, el 7 en el tercero y era el descontrol"), se iba. "Me he retirado dos veces", añade. El decálogo debía de ser bastante sólido, porque dirigió a Estudiantes durante una década larga. El caso es que acababa de dejarlo cuando recibió la llamada de la Selección. "No me lo esperaba".

En la barra con Pepu Hernández: “El tipo que nos faltaba [Marc Gasol] era uno que llevaba dos o tres semanas encerrado en casa, comiendo pizza y bebiendo cocacola”

Como otras historias de éxito, la de Pepu empieza con un fracaso.

Yo quería ser jugador de baloncesto, un jugador buenísimo, estar en el primer equipo de Estudiantes y en la Selección. En fin, quería ser tan bueno, tan bueno, que el Madrid tuviera que llamarme y entonces decirles que no. Pero resultó que yo no era tan bueno.

Y empezaste a ser entrenador de niños siendo casi un niño.

Empecé con 15 años por puñetera casualidad. Aunque, tras la desilusión como jugador, ya me había hecho a la idea de que me interesaba seguir en el baloncesto haciendo cualquier otra cosa. En aquella época, a los jugadores del primer equipo les pagaban un sobresueldo si se ocupaban de un equipo de minibasket. Un día se me acercó Pello Cambronero y me pidió que fuera su ayudante y me hiciera cargo de los niños si un día no pudiera venir. ¡El tío no vino ni el primer día!

En la barra con Pepu Hernández: “El tipo que nos faltaba [Marc Gasol] era uno que llevaba dos o tres semanas encerrado en casa, comiendo pizza y bebiendo cocacola”

Al menos cobrarías tú el sobresueldo.

Pues no. Al año siguiente me dieron el Infantil B y ya cobré 2.000 pesetas de 1974. Para algo daba. Estudié Periodismo mientras seguía entrenando. Estuve un verano de becario en la SER; creo que lo más importante que hice fue bajar al garaje y llevarle unos papeles a José María García.

Total, que seguiste en Estudiantes

Fueron 18 años entrenando en categorías de base y 18 años como primer entrenador. Ahora estoy en la Fundación. Estudiantes es mi casa, mi club, mi colegio. Porque para mí Estudiantes y el instituto Ramiro de Maeztu son la misma cosa.

¿Qué pasará con Estudiantes?

No lo sé. Ojalá suba este año y ojalá se arreglen los problemas económicos, para no estar siempre subiendo y bajando. Estudiantes tiene 76 años y su vida no ha sido de vino y rosas. Creo que no se han perdido los valores fundamentales pero sí mucha estructura, y es difícil recuperarla. Siempre fuimos distintos porque éramos un club de patio de colegio. Ahora nos parecemos bastante a cualquier otro club.

Pepu pide un gin-fizz "porque no tengo que conducir". [Yo pido un Dry Martini]

¿Qué es para ti el baloncesto?

Últimamente lo defino como un buen hábitat, un lugar amable, saludable y formativo. No me refiero solamente al baloncesto competitivo, sino a todo lo que abarca este deporte. La gente cree que como he entrenado a Estudiantes, Joventut y la Selección, me dedico al juego de élite. Pero yo soy un entrenador de formación. Intento serlo incluso con los tíos mayores, porque eso supone dejar un poso que va más allá de títulos o medallas. Ya sé, parece que más que un deporte, defino un refugio.

Vayamos más concretamente a la esencia del juego.

Diría que consiste en tomar decisiones a toda velocidad. Idealmente, buenas decisiones.

Yo pienso que en el fútbol, por el contrario, no se trata tanto del tiempo como del espacio: hay que gestionar un espacio, el terreno de juego, exageradamente grande.

Una cancha de basket es pequeña y la decisión de uno afecta inmediatamente a los otros cuatro miembros del equipo. En el fútbol no es así, creo. Me parece que en nuestro baloncesto, que se juega en canchas más pequeñas que las de la NBA, hay muchas opciones defensivas y eso limita un poco el juego. Hay que pensar aún más deprisa.

El barman pregunta si el Dry se prefiere de ginebra o de vodka, con olivas o con limón. Ginebra y olivas, claro. "Un clásico", comenta Pepu. De alguna forma, eso lleva la conversación al baloncesto clásico, en el que el pívot solía ser un tipo altísimo y lentísimo que cruzaba andando la cancha mientras los compañeros le esperaban ya cerca de la canasta contraria.

Ese es el gran cambio respecto a épocas pasadas. Ahora los tíos de 2,15 son capaces de ganar en carrera a los de 1,80. Pienso por ejemplo en Pau Gasol y también en su hermano Marc. El baloncesto es cada vez más físico, la técnica individual se deja un poco de lado y ahí está mi crítica a los entrenadores jóvenes: quieren ser valorados por sus conocimientos tácticos colectivos. Pero en la base de todo está la técnica individual. Lo demás viene después.

Hablemos un poco del baloncesto femenino, que en España lleva décadas a gran nivel.

Al principio el femenino venía a ser como un "hermano pequeño"; eso ya se acabó. Yo he entrenado a jugadoras en niveles modestos, de colegio, y he empleado los mismos métodos que con los chicos. No hay otra diferencia que el tamaño del balón. Cuando estaba en el colegio, el Ramiro de Maeztu, éramos sólo chicos y solía escucharse una frase: "El Ramiro con tías haría virguerías". Las chicas llegaron por fin y, lógicamente, quisieron jugar al baloncesto. Estudiantes fue uno de los primeros clubes en tener equipo masculino y femenino, ambos en primera división. Llevamos 30 años de baloncesto femenino.

En el deporte femenino, sea baloncesto, fútbol o cualquier otro, se asume tranquilamente la homosexualidad. En el masculino, en cambio, parece que eso no existe

Supongo que sí existe. Hay un dato interesante. Mantengo contactos con clubes de Madrid que son LGTBI y son exclusivamente masculinos. ¿Por qué? Porque las chicas tienen normalizado todo eso. Algunos chavales gays que vienen a Madrid, y Madrid no es en absoluto un territorio hostil a los gays, prefieren integrarse en equipos LGTBI porque se sienten más seguros.

Traen por fin las bebidas. Con el primer sorbo, la conversación gira.

En la barra con Pepu Hernández: “El tipo que nos faltaba [Marc Gasol] era uno que llevaba dos o tres semanas encerrado en casa, comiendo pizza y bebiendo cocacola”

 

¿Qué debe hacer un entrenador para formar un equipo?

¿Tienes tiempo? ¿Sí? Vamos a ver: estoy harto de escuchar, en el deporte y en cualquier otro ámbito, la frase "tenemos un gran equipo". No, no. Tendrás un grupo, o una lista de nombres. Un equipo es otra cosa, muy complicada de construir. Yo tuve que hacer un equipo en la Selección con muy poco tiempo, aunque los jugadores ya venían trabajados y con buenas maneras. Primero hay que resolver el rompecabezas técnico-táctico. Luego hay que conseguir que jugadores que con sus equipos juegan 25 o 30 minutos, y que en la Selección jugarán sólo siete u ocho, sigan sintiéndose felices y valorados. En mi primera reunión con la Selección no hablé de ataque ni de defensa. Hablé de respeto, confianza y generosidad. Ocurrió algo curioso. Después de ser campeones mundiales, a varios jugadores les preguntaron cuál había sido el secreto del éxito. Y dijeron, literalmente, "confianza, respeto y generosidad". ¡Qué cabrones! Yo creía que aquel primer día ni siquiera me habían escuchado.

Cuando empezasteis a preparar aquel campeonato, la llegada de Marc Gasol fue acogida con muchas dudas por la prensa. Decían que estaba como “hermanísimo” y también que llegaba gordo, cosa que no era incierta.

Lo escribió Víctor de la Serna y podía haber tenido razón. Pero no la tuvo. Me pareció que el tipo que nos faltaba era uno que llevaba dos o tres semanas encerrado en casa, comiendo pizza y bebiendo cocacola tras una temporada muy mala con el Barcelona. Y sí, llegó en malas condiciones, con sobrepeso y recién salido de una lesión en el pie.  

¿Cómo se arregló eso?

Bueno, el equipo fue un poco cabroncete. Llegaban al bufé, cargaban sus platos y se descojonaban del pobre Marc, que sólo cogía unas hojas de lechuga y un poco de tomate. O perdía cuatro kilos o se iba. Y Marc cumplió. Jugó todos los partidos del campeonato menos uno, y aún no me explico por qué no le puse en ese partido, y además, con Pau lesionado, fue nuestro puntal defensivo en la final contra Grecia. A partir de ahí cambió su vida, se cuidó y trabajó de otra manera. He conocido a pocos tan inteligentes como él.

"El equipo fue un poco cabroncete. Llegaban al bufé, cargaban sus platos y se descojonaban del pobre Marc, que sólo cogía unas hojas de lechuga y un poco de tomate. O perdía cuatro kilos o se iba"

Al año siguiente triunfó en el Girona.

Y al otro año se fue a la NBA como nuevo, ojo, no como novato. Cuando Rudy Fernández y Marc Gasol llegaron a la NBA eran campeones del mundo. Y un campeón puede ser nuevo, pero nunca novato.

Antes hablábamos de un viejo tabú, la homosexualidad. Hablemos de otro: los problemas psicológicos de los deportistas. Las recientes dificultades de Ricky Rubio han generado una corriente de simpatía hacia él. Andrés Iniesta sólo pudo hablar de su depresión cuando, más o menos, la tenía superada

Mi impresión es que en el deporte, y en especial el fútbol, hay temas que deberían hablarse y no se hablan. Me preocupa lo que habrán sufrido muchos deportistas que han tenido que callar. Por supuesto, estoy seguro de que en mis equipos han ocurrido estas situaciones y, por desgracia, no he sabido captarlas. Si alguien tiene un problema debe ir al especialista, en este caso al psicólogo. Y hablarlo. Cuando digo "respeto, confianza y generosidad" me refiero a que, en la intimidad del vestuario, cada uno pueda exponer sus debilidades.

¿Qué te parece lo de meter cámaras en el vestuario?

No me gusta. Hay que preservar el vestuario. Los tiempos muertos cambiaron desde que aparecieron los micrófonos. Ahora hay cosas que en esos momentos brevísimos ya no pueden decirse.

"Por eso no me gusta tanto la NBA", suelta de pronto Pepu.

Eso es herejía, ¿no?

A veces cometo herejías, sí. A mis chicos en Estudiantes solía decirles que quienes jugaban en la ACB con la única ambición de ganar títulos eran unos pobrecillos. Para mí el deporte consiste en hacer mejores jugadores y mejores personas.

En la barra con Pepu Hernández: “El tipo que nos faltaba [Marc Gasol] era uno que llevaba dos o tres semanas encerrado en casa, comiendo pizza y bebiendo cocacola”

Vuelve a salirte el entrenador-educador. ¿Te vale la fórmula con tíos hechos y derechos como los de la Selección?

Nadie está hecho. Yo no lo estoy. Qué triste es esa gente que cree que ya lo sabe todo.

Ya. Pero a un campeonato del mundo se va a ganar el título y no a otra cosa.

Es que el título no es el objetivo. El objetivo es estar bien preparado. El título es una consecuencia.

O sea, que el entrenamiento es más importante que el partido.

Mucho, muchísimo más.

Pero hay partidos y partidos. La final del campeonato del mundo de 2006 fue, supongo, el partido más importante de tu vida. Y horas antes muere tu padre.

Mi esposa llamó a Rafa Vecina, uno de mis ayudantes, para decírselo. No quiso contármelo a mí por si no estaba en condiciones de encajarlo. Rafa optó por darme la noticia. Y logré mantener la concentración.

¿Cómo lo conseguiste?

No sé. Soy entrenador de baloncesto. Sentía que mi padre no pudiera ver la final, sentía que mi madre y mi hermano tuvieran que cargar con todo. Pero había que jugar y no dije nada a los chicos. El partido fue de maravilla. Después de ganar todos se sentían felices, menos yo. ¿Qué podía hacer? ¿Arruinar la fiesta? No sabía dónde meterme. Entonces un jugador que llevaba diez años conmigo se acercó y me dio un largo abrazo. Noté que él sí lo sabía, que Rafa se lo había dicho. Ese fue el abrazo más especial.

*Esta entrevista es la tercera entrega de un serial realizado por Enric González que se estrenó con Jorge Valdano y continuó con José Luis Garci (Puedes leer las dos entrevistas en este enlace).