COPA DE LA REINA

Shay Murphy demuestra ser una campeona de la WNBA a la que no se le caen los anillos

La jugadora de Spar Girona, con una legendaria trayectoria en su mochila, volvió a demostrar en la Copa de la Reina el porqué de su grandeza.

Shay Murphy bota bajo la defensa de Rosó Buch. /FEB
Shay Murphy bota bajo la defensa de Rosó Buch. FEB
Luis Vallejo

Luis Vallejo

La temporada de Spar Girona está siendo toda una travesía. El conjunto de Bernat Canut, que cerró la plantilla sobre la bocina, ha sido castigado una y otra vez por la cara B del deporte. La de las lesiones. Aquella que parece no tener fin en el caso de las gerundenses y que les ha llevado al límite en más de una situación esta campaña. A nivel físico y mental. Así lo reconocía el técnico tras caer en los cuartos de final de la Copa de la Reina ante Lointek Gernika (65-79).

 

"Son muchas compañeras, muchas lesiones graves. Esto te provoca miedo. Miedo a jugar, a entrenar", aseguraba el técnico catalán bajo la atenta mirada de Shay Murphy, situada a su izquierda. La estadounidense escuchaba y asentía. Aprobaba las palabras de su entrenador. Seguramente, sin saber que Canut iba a hacer pública su historia. Al menos, la desconocida, la de los últimos días, porque de su excepcional trayectoria poco había ya que destapar.

Con la Copa de la Reina en el horizonte, Spar Girona comenzaba a recuperar efectivos para la gran cita. No iban a poder contar con Irati Etxarri, María Araújo, Nora Galve, Ornella Bankole o Binta Drammeh, pero sí con el resto. Y eso, después de lo visto esta temporada, podía ser suficiente. No obstante, la luz al final del túnel se apagó. En las jornadas previas al torneo, Brittney Sykes sufría una tendinitis cerca del tendón de Aquiles y Shay Murphy se rompía un dedo de su mano izquierda. La historia volvía a repetirse.

Con ambas descartadas, la sorpresa saltaba en la previa. No sólo para los medios de comunicación, presentes desde bien temprano en el pabellón, sino también para el cuerpo técnico. Así lo relataba el propio Bernat Canut, como reconocimiento público a su veterana exterior: "Hoy estoy especialmente agradecido a Shay. Tiene el dedo totalmente partido. Era un descarte total. Pero se ha puesto a correr por la mañana, ha visto la situación del equipo, ha venido cambiada sin saberlo nosotros por la tarde y ha dicho que jugaba".

Ese sacrificio por el colectivo, arriesgando su propio físico y priorizando al equipo por encima de su bien propio, para Shay era algo natural. Primero, porque sus compañeras lo necesitaban. Pero también debido a que ella, si todo hubiera seguido su lógica, jamás habría llegado a disputar esta Copa de la Reina. Tampoco esta temporada. Por eso también lo hacía por sí misma. Cada partido, cada Copa, cada minuto que disputa, forma parte de un tiempo extra, una prórroga de su carrera, que se ha prometido disfrutar como si nada estuviera garantizado. Como si fuera la última.

La realidad es que Shay Murphy se despidió del mundo del baloncesto profesional en 2019. Lo hacía como campeona de la WNBA, de la Euroliga, de la Copa de la Reina (incluido un agónico final en 2014 con sus tiros libres), con un MVP de la Liga Femenina Endesa y siendo en tres campañas diferentes la máxima anotadora de la competición. Lo había ganado todo y era momento de colgar las botas. Tocaba darse un respiro.

Aquel descanso duró un par de temporadas. Suficiente. Shay Murphy, ya con su trayectoria como jugadora superada, llegaba a los banquillos de la élite. Ni más ni menos, que al de Los Angeles Lakers. Un lugar muy complejo de alcanzar... y todavía más siendo mujer. La firma de Murphy (como entrenadora asociada, con el objetivo de ser asistente) convirtió a la norteamericana en la primera mujer de la historia en conseguir un rol en el staff angelino.

Lo que nadie podía imaginar, quizá ni ella misma, es que pasaría de nuevo del traje a vestirse de corto. Todavía menos que lo haría de nuevo en Spar Girona, el último conjunto que disfrutó de sus servicios en 2019. Pero el club la necesitaba, ella se sentía capaz de volver a jugar y, por supuesto, le apetecía. Al igual que en la Copa de la Reina, nadie se lo pidió. Con el club catalán en problemas para cerrar la plantilla en el verano de 2022, Murphy se ofreció a la que fuera su compañera, Laia Palau. Y llegaron a un acuerdo.

El contrato era claro. Pese a su legendaria trayectoria, Shay llegaba para ayudar en los entrenamientos de pretemporada. Una temporera, sí, que debía ganarse el puesto. Porque el tiempo pasa para todos y en el baloncesto no se espera a nadie. No se puede. El nivel de la competición así lo exige. Con todo esto sobre la mesa, bien claro para ambas partes, las semanas fueron transcurriendo y los problemas en la confección de la plantilla no se solucionaron. Además, Murphy había llegado en buen estado y el desenlace fue inevitable: su contrato pasaba a ser para toda la temporada. Esa en la que ella misma, que no formaba parte ni del proyecto, ha terminado sacrificándose de nuevo por el resto. Ninguna novedad para ella, ya que si algo ha caracterizado la trayectoria de Shay Murphy es que ese anillo que en su día ganó y celebró, nunca se le ha caído.