Los días más oscuros de Sam Dekker por culpa de la ansiedad antes de ser el faro del Joventut y objeto de deseo del Real Madrid: "Me sentía culpable como padre y como marido"
El jugador de Wisconsin sufrió un ataque de ansiedad a principio de temporada, tras salir de Londres rumbo a una Badalona donde ha encontrado tierra firme.
![Sam Dekker machaca en un partido de la temporada ante el Real Madrid./ACB](http://s3.sportstatics.com/relevo/www/multimedia/202502/12/media/cortadas/mate-sam-dekker-RY0m5kdEyYgu1z2tucPnCHN-1200x648@Relevo.jpg)
Sam Dekker (Estados Unidos, 1994) es una leyenda en su Wisconsin natal. Allí se convirtió en campeón estatal con el Sheboygan High School y desde allí se enroló en la Universidad de Wisconsin, donde se convirtió en un ídolo junto a Frank Kaminsky y Nigel Hayes, llevando a los Badgers a la final de la NCAA en 2015. Méritos más que suficientes para aterrizar en la NBA con toda una carrera por delante.
A pesar de sus buenos números y sus buenas prestaciones, Dekker pronto comenzó a intuir lo que luego se convertiría en realidad: la dureza y, sobre todo la inestabilidad del baloncesto profesional. Fueron cuatro traspasos en cuatro temporadas en la NBA antes de hacer la maleta y mudarse a Europa, donde tampoco encontró tierra firme para asentarse: Turquía, Rusia, vuelta a la NBA, Londres… En total cinco mudanzas en sólo cinco años.
Esa sensación de fragilidad es lo que le llevó a romperse al inicio de esta temporada, cuando firmó por el Joventut. Sexto traslado con su mujer y su hijo, lo que le llevó a sufrir un ataque de ansiedad que le obligó a frenar casi antes de empezar con el equipo verdinegro y por el que volvió a Londres durante unos días.
"No estaba triste ni nada de eso. Mentalmente suelo ser bastante bueno a la hora de controlar esas situaciones, pero creo que en ese caso estaba anulando todo lo que realmente estaba sintiendo", confiesa hoy a Relevo una de las referencias del conjunto verdinegro antes de la Copa del Rey. "Mi cuerpo era como 'necesitas ir más lento'. Era algo físico. Tenía los síntomas físicos de un ataque de ansiedad. Estaba incómodo y no podía calmarme. Necesitaba algo de espacio".
Apenas fueron dos días. Eso fue todo lo que Dekker necesitó para volver a Badalona a tiempo para convertirse en uno de los líderes del vestuario. "Reconecté conmigo mismo. Volví completamente listo. No creo que sea algo raro, le pasa a todo el mundo, pero cada uno lo lleva a su manera. No es algo que me avergüence. Sólo necesitaba un segundo para volver a mí. Desde entonces todo ha ido bien".
"No creo que sea algo raro, le pasa a todo el mundo, pero cada uno lo lleva a su manera. No es algo que me avergüence. Sólo necesitaba un segundo para volver a mí"
Esa parte de negocio es la que llevó a echar pie a tierra y a pesar de que en Badalona ha encontrado la estabilidad necesaria, durante el curso también ha tenido que lidiar con rumores de traspaso como el que le situaba en la órbita del Real Madrid. Esa sensación de volatilidad es lo que le llevó a esa situación a comienzos de esta temporada.
"Creo que los rumores y la forma de lidiar con ellos es la razón de todo lo que pasó. Finalmente pensaba que había encontrado un hogar en Londres. Creía que estaría allí cuatro o cinco años. Una vez que todo esto involucró a mi hijo y a mi mujer, creí que sería capaz de darles finalmente la estabilidad que necesitábamos. Cuando me cortaron me sentí culpable como padre y marido. Mi mujer y yo nos hemos mudado 10 veces en 10 años. Una vez que nace un niño, te pone más presión para darles un hogar".
"Una vez que todo esto involucró a mi hijo y a mi mujer, creí que sería capaz de darles finalmente la estabilidad que necesitábamos. Cuando me cortaron me sentí culpable como padre y marido"
Dekker también habla de lo que supone esa presión y esa incertidumbre a miles de kilómetros de casa: "No es fácil. A veces les digo a los aficionados europeos que nos tienen que dar confianza, que estamos muy lejos de casa. No tenemos familia, amigos, padres… Vamos a tener días malos en los que eches de menos tu casa y sólo quieres estar allí y estamos muy lejos. Hacemos lo que podemos para mantenernos fuertes mentalmente, pero hay días más duros que otros".
Entre viajes, maletas y contratos apareció el Joventut de Badalona para ofrecerle una nueva vida. Un nuevo destino en el que ha encontrado estabilidad y un rol importante en un equipo que ha mostrado su confianza renovando al jugador hasta final de temporada, dejando atrás cualquier rumor.
"Me dieron la oportunidad de jugar por primera vez en España", asegura Dekker en su conversación con Relevo. "La gente nos ha acogido a mi y a mi familia. Cuando voy por la playa la gente me saluda, pero respetan mi tiempo con mi familia. Saludan a mi hijo. Es genial que el baloncesto sea parte de la cultura aquí y además la gente sabe que tenemos una vida más allá del baloncesto. Si puedes conseguir ese equilibrio vas a ser feliz y eso es lo que hemos encontrado aquí, un equilibrio entre ser profesional y tener una buena vida al lado de la playa con una gran comunidad, que es amistosa y amable".
Líder en un vestuario que sueña con la Copa
Dekker aterriza en Gran Canaria como uno de los jugadores más destacados esta temporada (13,9 puntos, 47% desde el triple, 5,2 rebotes y 1,5 asistencias por partido en ACB) en una Penya que se ha convertido en una familia para el estadounidense. Un equipo que no lo tendrá fácil ante uno de los mejores conjuntos del panorama nacional como es Unicaja, pero que no descarta la sorpresa.
![Sam Dekker. ACB Media](http://s2.sportstatics.com/relevo/www/multimedia/202502/12/media/cortadas/sam-dekker-U37460234858VnO-406x720@Relevo.jpg?cw=300&ch=533)
"Estamos en muy buena forma. Venimos jugando bien los últimos dos meses, pero por mala suerte hemos caído seis-siete jugadores enfermos a la vez y en las dos últimas semanas no nos hemos encontrado bien. Aún así hemos sido capaces de ganar buenos partidos y ahora ya estamos todos de vuelta, sanos y llenos de energía. Vamos con la esperanza de ganar, aunque la idea es ir partido a partido", asegura Dekker, que se permite soñar a lo grande.
"Tenemos un buen grupo y con mucha confianza. Siempre me gusta soñar en grande y creo que como equipo tenemos que usar eso para lo bueno y para lo malo. Tenemos que enfocarnos en hacer nuestro trabajo lo mejor posible, porque a veces puedes jugar muy bien y perder. Por tanto, no podemos ponernos nerviosos, sólo salir y hacer lo mejor y eso es lo que el cuerpo técnico nos está diciendo. Siempre quiero soñar a lo grande porque me encanta competir y la Copa va a ser un buen sitio para intentarlo".
En un equipo como la Penya en el que la juventud es su seña de identidad, Dekker es uno de los veteranos y, por tanto, un mentor y un líder para algunos de sus compañeros. "Lo intento, pero sobre todo trato de hacerlo con mi forma de juego. Intento afrontar cada día con mucha energía y entusiasmo e intento no mostrar cuando estoy frustrado o enfado. Intento que cada día se vea que siempre soy el mismo Sam y eso es lo que te voy a dar. Da igual si juego bien o mal, voy a ser el mismo al que esperan ver cada día. Eso es lo que necesitan mis compañeros de mí y lo que yo necesito de ellos. Esa es la única forma de ser un líder. Hay jugadores que tienen más voz, que juegan más baloncesto que yo. Jugadores como Tomic, Hanga, Guillem Vives, Pau Ribas… todos ellos han pasado por más que yo y también son grandes líderes. Nuestra química es buena".
Una barra libre y el trato con un cuádruple MVP de la NFL
Dekker sabe lo que es ganar. Lo hizo en Gran Bretaña, estuvo a punto de lograrlo en la universidad y lo hizo en el instituto con un triple que es historia en Wisconsin y que daba sentido a un plan que llevaba diseñando desde niño: "Nunca hubo otro. Siempre pense que esta sería mi vida. Cuando crecí siempre supe que quería ser jugador profesional. Era mi único objetivo o lo único que pensaba que podía hacer. El baloncesto era algo natural para mí, pero lo hacía por diversión. No me ponía presión ni tampoco mis padres o mis amigos y eso me ayudó a ser el jugador que soy hoy".
El alero se convirtió en una leyenda en un estado que veneraba a otro nombre propio, Aaron Rodgers. Ganador de cuatro MVP's de la NFL y campeón de la Super Bowl en 2011, Rodgers es uno de los mejores quarterbacks en la historia del fútbol americano y amigo personal de Dekker. "Estábamos muy unidos. Nos conocimos y desde entonces nos mensajeamos. Siempre intentaba preguntarle sobre la presión y cómo se preparaba él. Teniendo a alguien así a tu lado, uno de los mejores en la historia como amigo y mentor significa mucho para mí. Tengo muy buenos recuerdos de todo lo que me ha enseñado y me ha ayudado".
Con todos esos ingredientes el Joventut llega a la isla de Gran Canaria sin renunciar a nada. Tienen las mismas opciones de ganar el título que los otros siete contendientes. Un triunfo que, si finalmente llega, Dekker llevará a todos los aficionados verdinegros. "Honestamente, no hago muchas locuras cuando gano. Lo que es seguro es que no me haré un tatuaje [Risas]. Si ganamos lo pasaré bien con el resto del equipo y cuando volvamos… ¿Qué tal esto? Si ganamos organizaré una fiesta para la comunidad y pagaré toda la bebida", promete a este medio antes de que el árbitro eche el balón al aire.