Baskonia fue un juguete roto ante un Maccabi que ya es de playoff

Cuando en la primera parte tu rival te mete 55 puntos y tú te quedas en 36, el marcador ya muestra por sí solo que tu defensa no está bien. Pero, además, si se ha visto el partido, el ir 19 puntos abajo al descanso ya es hasta lo de menos. Porque lo que se vio de Baskonia fue un equipo sin energías, sin ideas, sin defensa, sin físico para aguantar y sin siquiera destellos de lucidez en ataque, ante un Maccabi Tel Aviv que demostró que estaba a otro nivel en todas las facetas. Tanto, que cuesta hasta pensar que ambos equipos estuvieran luchando por lo mismo: el penúltimo billete para los playoffs de Euroliga que, por primera vez, se repartía a través de un playin y del que ya se ha despedido el equipo de Vitoria (113-85).

Visto lo visto al descanso, Baskonia necesitaba de demasiada fe. Y ni siquiera poniéndole velas a la Virgen Blanca, patrona de Vitoria, pudo llegar el milagro en la segunda parte. Porque a Maccabi le entraba absolutamente todo. Y los de Dusko Ivanovic tampoco fueron capaces de, al menos, plantear una defensa dura para evitarlo. Tan sólo se salvó del escarnio Cody Miller-McIntyre, que fue el único que tiró del equipo. Pero era él contra el mundo. Y eso pesaba demasiado.

El cansancio físico, el desgaste del duelo de Liga Endesa ante el Río Breogán del domingo -ese que ganaron con triple casi sobre la bocina de Markus Howard-, los errores que viene arrastrando Baskonia desde hace tiempo -problemas de concentración, sobre todo al empezar, y errores defensivos-, el tener una plantilla corta y, para colmo, quedarte sin Chima Moneke por una torcedura de tobillo en el segundo cuarto, fue un cúmulo demasiado grande. Más ante un rival tan físico y con tanto poderío interior y exterior. Maccabi ya está en los playoffs, en los que se medirá a Panathinaikos, y Baskonia tendrá que hacer magia en el Buesa Arena (y cambiar el chip de lo de este martes) ante la Virtus Segafredo Bologna (que se marcó un Estambulazo para tumbar al Efes en su casa 64-67), para lograr la última plaza... que le enfrentará, en ese caso, al Real Madrid.

Menos mal que es de 'Albacete', porque el nivel que ha mostrado Lorenzo Brown en este playin es absolutamente descomunal. Y eso, a sólo unos meses del Preolímpico en el que España se la juega a vida o muerte, es una noticia maravillosa. Por más que haya sido a costa de Baskonia. Porque lo cierto es que el base de Maccabi se crece en este tipo de citas y fue absolutamente imparable. Y lo avisó desde el principio. Lorenzo 'de Albacete' empezó enchufando dos triples consecutivos y terminó con 29 puntos, 7/8 en triples, cinco rebotes, cinco asistencias y 35 de valoración. Pero, sobre todo, lo que hizo fue jugar como quiso, a lo que quiso y cuando quiso.

 

Cuando ves que tu equipo está totalmente fuera del partido, que el físico no os llega, que a nivel anímico parece no haber forma de levantarse, es muy difícil mantener el temple, seguir remando y no contagiarse de ese mal augurio. Pero lo cierto es que Codi Miller-McIntyre logró escapar de todo eso y ser la única llama viva de un Baskonia totalmente apagado. El base estadounidense se enfundó el mono de trabajo desde el inicio y no se lo quitó en ningún momento. Durante la primera parte fue el único que se salvó de lo que parecía un funeral baskonista y tras el receso el que mantuvo el temple para evitar que la catástrofe fuera aún mayor. Sus números hablan por sí solos (fue el MVP del partido con 32 puntos, ocho rebotes, siete asistencias y 45 de valoración) y su actuación, dadas las circunstancias, es para aplaudir.

Una cosa es perder en un partido de una exigencia brutal como el que se presentaba este martes. Otra cosa es que parezca que ni siquiera se ha comparecido. Y esto fue lo que mostró (o no mostró) Baskonia durante la primera parte. El equipo de Dusko Ivanovic no encontró su juego en ningún momento, no tuvo energía, ni siquiera planteó una defensa que, sinceramente, pudiera llamarse defensa. Porque aquello fue un coladero abrumador. ¿El problema? Que se juntó con esa falta de concentración y, sobre todo, de creer que podían ser capaces, que mostró Baskonia ante Maccabi. Pero el mayor drama es que este es uno de los problemas de base que tiene el equipo esta temporada. Y más allá de la plantilla corta, de la exigencia del calendario o del desgaste, las ganas es un factor que no puede faltar nunca. Y a Baskonia le faltó desde el principio. Dusko Ivanovic tiene un gran trabajo por delante porque los suyos necesitan cambiar el chip para el partido del viernes. Ese sí es a vida o muerte.

Apenas hizo ruido, pero es que tampoco le hizo falta. Porque si el que acaparó todos los focos fue Lorenzo Brown, su rol fue el de simplemente aprovechar de cara a aro sus oportunidades y asistir al base o a quien fuese para que hicieran exactamente lo mismo. Por eso, mi fondo de pantalla es Baldwin, porque a veces no hace falta hacer mucho ruido para hacer un gran trabajo. Salga o no en las estadísticas.

Fue segundo durante varias jornadas, estuvo en puestos de playoff durante meses y se fue desinflando hasta entrar, casi de milagro -acumulaban siete derrotas-, en el playin. Pero la Virtus Segafredo Bologna ha sido capaz de marcarse un Estambulazo. Se plantó en Turquía, ante un Anadolu Efes enchufado y al que todos daban como favorito y lo tumbó tras un último cuarto excelso. Los de Luca Banchi dan el sorpasso y se enfrentarán al Baskonia el viernes por la última plaza para los playoffs. Y por cierto, qué jugadorazo es Iffe Lundberg.

No ha sido su día, ni el de su equipo, pero al menos tras el receso ha logrado reaccionar. Y eso es algo fundamental cuando, además, eres el capitán. A Sedekerskis le está costando volver tras la lesión, pero lo cierto es que al menos su voluntad por tratar de mejorar sigue intacta. Dadas las circunstancias, merecía la pena destacarlo.