EUROLIGA

La frustración de Chus Mateo se contagia y lo deja en la cuerda floja

El entrenador del Real Madrid hace autocrítica sobre el insuficiente juego planteado ante el Partizan. El técnico lleva meses en el punto de mira y caerse de la Euroliga lo pone en la casilla de salida.

Chus Mateo, durante el segundo partido ante el Partizan. /EFE
Chus Mateo, durante el segundo partido ante el Partizan. EFE
Noelia Gómez Mira

Noelia Gómez Mira

Los playoffs de la Euroliga sacan a relucir muchas cosas. Entre ellas las carencias que en otros momentos de la competición se han podido ir tapando pero que ahora ya no se pueden camuflar. "Aunque el playoff no ha acabado todavía, me gustaría pedir disculpas a mis aficionados y a mi equipo porque no he sabido bien transmitir lo que era este segundo partido", reconoció el entrenador del Real Madrid, Chus Mateo, en una de las ruedas de prensa más duras en la que le ha tocado comparecer. Ya no por lo ocurrido, que también, sino por la situación en la que se queda. Su gran baza era la Euroliga y ahora esta ya la tiene muy cuesta arriba. Quizá por eso ha sido la primera vez que entonaba un "mea culpa" que hacía tiempo que se esperaba y que nunca se había escuchado. Chus Mateo está en la cuerda floja de un Real Madrid que ha perdido su esencia.

"Hemos estado demasiado ansiosos, no hemos entendido por dónde iba a ir el juego. Teníamos muchas ganas de agradar y lo hemos malentendido. Nos ha faltado muchísima cabeza y disciplina. Entono el mea culpa. Los jugadores lo han intentado y es honesto decir que yo no he sido capaz de transmitir a mis chicos lo que es este partido", indicaba. Y lo cierto es que el baño táctico que sufrió del Partizan se antoja como la arista de un mismo problema ya encallado que nunca termina por solventarse.

La temporada no está acabada. Ni siquiera el playoffs de la Euroliga porque aún tiene que visitar Belgrado, pero lo cierto es que Zeljko Obradovic ha personificado en dos partidos lo que desde hace meses se venía avisando. En la Copa del Rey, Ibón Navarro leyó a la perfección al Real Madrid, planteó un partido de juego rápido, en el que el juego interior pasara por anular a Edy Tavares y bingo. Le salió redondo y Chus Mateo no logró tirar de pizarra para remediarlo. Ahora, ha sido Obradovic el que el martes supo anular al pívot caboverdiano, la mayor baza que tenía Mateo, y este jueves seguir haciendo daño en la pintura ante la ausencia de este. Y lo hizo de tal manera que todos los tiros a canasta que hizo Partizan desde la pintura en el primer cuarto subieron al marcador.

La apuesta por Poirier no funcionaba, pero aún así Mateo lo mantuvo en pista. El pívot, que volvía tras un mes de parón por una apendicitis, no estaba a tono y se notaba. La falta de físico la pagó cargándose de faltas en el tercer cuarto (hizo la cuarta). Pero jugar con él era el plan de partido de Chus Mateo y la pizarra no tenía un plan b. Al menos, no lo parecía. Como también le ocurrió en su día contra Baskonia... O, en general, contra los llamados "equipos grandes". Sin un equipo grande plantea algo diferente a lo previsto, el Real Madrid colapsa. Y lo hace desde el banquillo, contagiando esa frustración a los jugadores.

La lectura de los grandes partidos siempre ha salido cruz. Los finales ajustados nunca se han logrado ganar. La gestión de los minutos y la rotación siempre han estado en liza. Este jueves, a falta de Tavares y con Poirier bajo de forma, descartó a Cornelie, como también hizo con Causseur. Abalde ni siquiera jugó. Y el resto de los habituales se cargaron, otra vez, de minutos. Deck 32:12; Yabusele 30:44 y el pívot francés, sin entrenar siquiera, 22:34. Un desgaste físico que a estas alturas de la competición pasa factura.

El problema sigue siendo el de siempre. El no encontrarse ni saber insuflar en los suyos la concentración suficiente para intentarlo. Y la forma en la que la pizarra de Obradovic y la garra de sus jugadores se comieron mental y tácticamente al Real Madrid lo demuestra. Mientras que el cuadro serbio supo leer la estrategia blanca a la perfección: la búsqueda de la pintura a través de Poirier o Yabusele, y logró cortar muchas de esas jugadas anticipándose y robando el balón, para el Real Madrid para a Lessort en el juego interior se antojó imposible. Para a Punter por el exterior, también. Y el motivo no es otro que la presentación de un Real Madrid desdibujado que, a falta de lo que pase en Belgrado, ya sí que lo habría como técnico dejado al borde del vacío sin cuerda a la que sujetarse.

Porque más allá de la falta de base que viene acusando el conjunto blanco desde el inicio de temporada, el equipo nunca llegó a acoplarse y el juego, o seña, más allá que los balones interiores al pívot, tampoco. Chus Mateo se queda en una situación compleja en un club que no se puede permitir este tipo de tropiezos.