OPINIÓN

Un vídeo con un millón de reproducciones y un pestiño convertido en lo imposible

Hezonja y Musa, en el partido ante el Efes./EFE
Hezonja y Musa, en el partido ante el Efes. EFE

La explosión de euforia y alegría en el deporte profesional siempre se sostiene en la tristeza, pena o enfado del otro. Si todos los jugadores de un partido salen satisfechos y contentos nos dejaría un efluvio a acuerdo explícito.

Real Madrid y Anadolu Efes no acordaron nada. Eso sí, se dieron la mano, se abrazaron deportivamente reconociéndose el esfuerzo mutuo tras ¡cuatro! tiempos suplementarios, pero en zona mixta la ducha sobre Musa y sus números antológicos contrastaban con el gesto absolutamente afectado de Erdem Cam. Empatado hasta cuatro veces pero su equipo recibía la sexta derrota consecutiva.

El partido se jugó en una típica Noche de Reyes. Los del equipo de Movistar+ llegamos a las 18:15, más de dos horas y media antes (si lo llegamos a saber lo mismo apuramos...). Pruebas conexiones, te tomas algo en el bar de enfrente, hablas con los jefes de prensa, al del Efes le preguntas qué tal la vida sin Ataman y sin su hijo Sharp. Al del Madrid, que cómo está Yabusele. Terminas de preparar notas. Rutinas.

Mi compañero narrador, Lalo Alzueta, seguía todo el calentamiento con la mirada a Shane Larkin, no sabes cuando va a ser la última vez que veas en vivo a menos de 20 metros a una figura así. Yo no tenía ningún pálpito de partido; Lalo, sí, llevaba días con ganas de que nos juntáramos en la cancha para narrar a los dos únicos campeones de la competición desde 2019.

Todo seguía ¿el guion? Público que llega tarde por cabalgatas y tráfico pesado. Jornada doble que pesa en las piernas del primer y segundo cuarto. Bajos porcentajes de tiro. Real Madrid mascullando el viaje de vuelta tras perder en el Palau Blaugrana y resucitar a su querido/odiado eterno máximo enemigo (lo que más le interesa a una gran narrativa es tener un rival a su altura, si no esta parábola eterna del deporte es menos consumida).

El segundo cuarto fue un pestiño, demasiada masa de harina, escasa anotación exterior, no se metía de fuera. El 38-36 al descanso fue la constatación posterior de que si no se batieron más récords en el partido más largo de la historia en Euroliga fue por estos diez minutos que acabaron con un pobre 13-18.

Da igual todo lo anterior, da igual que fuera un partido igualado que se va a la prórroga (cada vez más partidos así en Euroliga), la segunda prórroga ya empezó a saltar alguna alarma, esto no suele ocurrir, pero hacía pocas jornadas que el Bayern de Laso (siempre aparece) forzaba dos contra Asvel. Y todo saltó en pedazos cuando Hezonja metió una bandeja semiremanguillé para forzar una tercera prórroga. Eso no se había visto. Todo nos llevaba a que el partido que empezó retransmisión a las 20:30 terminaría entre el día 5 y el día 6. Los pajes de los Magos estaban tomando torreznos fuera haciendo tiempo y tuvieron que pedir otra caña con no muy buena cara, la jornada laboral para todo el que no ama el baloncesto se iba complicando. Y encima nocturnidad, cada vez más.

Pagas una entrada y un final chulo ya te hace sentir bien. Íbamos por tres finales a cara o cruz. Rebajas dos días antes de plazo.

Llull no había sido usado en toda la segunda parte pero le dio el pase de la victoria a Hezonja al final del tiempo reglamentario. Todos se cerraron sobre la fábula de los finales decididos por el menorquín. Que la metiera otro. Mario Hezonja se vio con el triple más sencillo de los ¡DIECISIETE! que lanzó esa noche. Y falló. Llull estuvo con el equipo animando desde el banco, espabilando a las emergencias cuando una mujer sufrió un desmayo, pero se fue a casa pensando en que si su compañero hubiera metido la fácil, todo esto se lo hubieran ahorrado las piernas de los jugadores y la planificación de la Noche de Reyes en un vestuario veterano con muchos hijos y sobrinos que atender temprano al día siguiente.

Escribí en redes que si no te emocionas viendo un partido que se va a la tercera prórroga, un partido que se va a la CUARTA PRÓRROGA es que estás muerto en vida. Nos pasaron el dato de que tras 3.700 partidos o más de Euroliga esto no había sucedido jamás. Llegaron los recuerdos de un playoff de NBA donde se fueron a cinco prórrogas. Otro de Liga ACB de Barça-Manresa con 4.

Yo llevaba mirando a nuestro productor, José Manuel Recio desde la primera prórroga, es fácil comprobar si los compañeros técnicos o de producción les gusta el deporte cuando toca una situación así. Recio no hacía más que devolverme sonrisas y botellas de agua llenas, lleva muchas retransmisiones y disfrutaba de lo que estaba sucediendo, por insólito.

Fue Recio el que nos grabó el vídeo del final de la tercera prórroga, que lleva ya más de un millón de visualizaciones. Todo lo que él podía hacer por nosotros y su cometido, ya lo había hecho. Los protagonistas son los jugadores, pero es que todos éramos conscientes de que estábamos siendo testigos de algo imposible.

En un momento de instant replay, Shane Larkin se sentó a un metro de nuestra posición, encima del dispositivo publicitario, Lalo sacó el móvil mientras narraba y nos hicimos un selfie, el jugador estaba de espaldas, las cuales sostienen el récord de 49 puntos y 10 triples anotados, y en unos minutos iba a romper el de tiempo de juego. 53 minutos y la satisfacción de mi compañero narrador que ya no tendría que molestarle para hacerse una foto a un jugador que hizo un segundo tiempo y dos primeras prórrogas de un baloncesto precioso. Es imposible no ser un poco de Larkin, pese a su pelo.