La lucha de Jorge Bilbao para ser líder de la FEB: "No podía creer que me quisieran poner unos clavos en la espalda con 22 años y tuviera que retirarme"
Ha pasado de todo hasta vivir este momento, entre otras cosas una negligencia médica que le dejó tirado en la cama con 22 años.
Es el alma y espíritu del Flexicar Fuenlabrada, líder de la Primera FEB. Representa al obrero del baloncesto: currante, humilde, sensato y además un cerebro. Tiene un doble grado universitario de su etapa en Estados Unidos.
¿Crees que te define la etiqueta de gladiator?
Sí, al final mi juego se basa mucho en pelear cada balón, poner mi físico al servicio del equipo. Hay cosas que no se ven en las estadísticas y también son importantes. Hacer una ayuda defensiva, pelear por un rebote o un contacto adecuado con el rival puede cambiar el signo de un partido. Mi filosofía es que hay que pelear cada día porque, hasta que no termina el partido, el resultado es incierto.
¿De dónde sacas esa energía porque tú también tendrás días malos?
Tengo mis rutinas para llegar al partido en un estado de concentración óptima. Luego ya me sale solo y pienso que esto es un sueño hecho realidad, que nunca pensé que iba a poder se profesional del baloncesto y otros no han tenido la misma suerte que yo. Por eso intento aprovecharlo, incluso cuando tengo días malos. Se me pasa rápido porque soy consciente de que vivo de mi pasión. Es un gustazo que haya gente que gaste su dinero y su tiempo en vernos jugar, que vaya a vernos el puente de diciembre y nos reciba bajo la lluvia en Torrelavega. No sé cómo describir el orgullo que siento. Si esa gente se sacrifica así por nosotros, cómo no lo voy a hacer yo.
¿Habéis firmado muy bien, pero os sorprende el nivel que estáis mostrando?
Las sensaciones eran buenas desde la pretemporada. Evidentemente no es fácil lo que estamos haciendo y Toni Ten lo pone mucho en valor. Cada partido es una jungla, sobre todo fuera de casa. Salimos cada encuentro al 100% porque si no cualquier equipo nos puede pintar la cara. El equipo está siendo muy maduro y tiene ganas de mejorar cada día, eso me encanta. Hay mucha calidad y también compromiso y apoyo de unos a otros. Estoy gratamente sorprendido con este vestuario.
¿A qué aspira Flexicar Fuenlabrada?
Desde el principio nuestra meta es competir al máximo cada partido porque tenemos claro que esto es un maratón y vale lo mismo ganar por 30 a un equipo de arriba que hacerlo por 1 los de abajo. Ni nos venimos muy arriba cuando vencemos ni nos hundimos por haber perdido, aunque hasta ahora solo ha sucedido una vez. No hay que martirizarse, mañana es un día nuevo y a seguir mejorando. Que llegamos al final siendo primeros, sería increíble pero tenemos claro que hay equipos con presupuestos muy altos y que ha subido muchísimo el nivel del campeonato.
¿De puertas para dentro sois menos prudentes?
Creo que hemos tenido claro desde los primeros entrenamientos, mirándonos a la cara, que si hacemos lo que tenemos que hacer y trabajamos como sabemos podemos ganar a cualquier equipo. No porque seamos los mejores del mundo sino porque cada uno cumple su rol y acepta el papel que le corresponde.
¿Jorge Bilbao es el mismo en los partidos que en los entrenamientos?
Diría que sí, muchas veces mis compañeros me dicen que me relaje un poco. Mi confianza en los partidos me viene de los entrenamientos y del trabajo extra que aporto. Entreno así, pero con cabeza, sabiendo que las situaciones no son tan comprometidas como en los partidos pero intento transmitir energía y seriedad.
¿Cómo es defender a Nwogbo en las sesiones?
La verdad es que nos lo hemos pasado bien el uno con el otro en años anteriores y al vernos dijimos, 'joder' por fin compartimos equipo y no tenemos que vernos al otro lado. Es un jugador de una presencia física espectacular y él sabe que no se lo iba a poner fácil. Creo que nos compenetramos muy bien. Ahora no nos cruzamos tanto porque estoy principalmente en el cuatro tras la lesión de McGrew, pero si nos emparejamos nos lo pasamos muy bien (risas).
Tu historia arranca en casa, Bilbao, pero das el salto a la universidad en Estados Unidos. ¿El motivo principal era la formación o el baloncesto?
Eran ambas, principalmente la formación porque aquí en España tristemente lo de compaginar estudios y deporte de alto nivel es una quimera. Yo no tenía expectativas de ponerme a jugar profesionalmente. Mi entrenador en el colegio me animó a buscar una opción allí y compaginar las dos para, al menos, tener mi carrera universitaria. Sabía que tendría muchísimos medios para desarrollarme al máximo como jugador y ya con 21 o 22 años ver hasta dónde podía llegar.
¿Qué te dijo tu familia cuando lo decidiste?
Parecía un poco locura al principio, pero fuimos todos de la mano. Iban saliendo ofertas de universidades y pensaba que tendría que pagar yo las visitas, pero ellos ponían el avión y podía ir con un acompañante así que me llevé a mi ama que no había estado nunca en Estados Unidos. Pasamos una semana recorriendo universidades y después estaban encantados porque sabían que yo era feliz aunque me tuvieran lejos. Venían mucho a visitarte también mis hermanos a Texas y mi cuadrilla.
¿Es cierto que te enfrentaste a jugadores que hoy son estrellas de la NBA?
-De hecho, mi primer partido contra titular juego contra la Kentucky de John Calipari y me encontré en el salto inicial con Julius Randle en un estadio de seis mil personas y fuegos artificiales en la presentación. En ese momento pensé que hace dos meses estaba jugando en el pabellón de mi colegio con mis amigos de Bilbao. Me enfrenté a Devin Booker, Carl Anthony Towns, Buddy Hield que ya sabías que iban a llegar lejos. Los medios de que disponen y el dinero que mueven están a otro nivel. Sí tenemos la suerte de tener la mejor liga del mundo después de la NBA y la Primera FEB, que para mí es la mejor segunda categoría del mundo, y mejor que muchas primeras en Europa.
¿Cómo era el cántico personalizado que tenías en la Universidad?
Creo que debía venir de un eslogan televisivo. No me quedó muy claro de dónde salía pero hicieron camisetas con el "hip hip Jorge". Una pena que no me pillara en esta época porque ahora los jugadores pueden ganar dinero con su imagen y en ese momento no podíamos comercializarla, pero alguna propinilla me hubiera caído (risas).
Te tiraste cuatro años sin vacaciones, ¿esa cultura del esfuerzo te viene de allí?
Venía de serie pero se acrecentó más. Mi entrenador, Scott Cross, era muy exigente y nos tirábamos toda la mañana levantando sacos de arena y balones medicinales, caminos militares a las 5 de la mañana lanzándonos al suelo y haciendo cosas que no tenían que ver con el baloncesto. Se trabajaba la dureza mental y a veces pienso que haber salido de allí sin muchos problemas, haber conseguido sobrevivir y pasar por eso me hace afrontar cualquier cosa y me curtió para afrontar los obstáculos que he tenido.
¿Tu vigor físico se moldea en Estados Unidos?
En gran parte sí. Yo tenía una buena genética, pero allí se potencia mucho el físico y te queda claro cuando intentas pisar la zona un par de veces y te sacan de ahí como quien sopla una hoja en el viento. Me di cuenta de que me tenía que poner a trabajar hasta que el físico se convirtió en uno de mis puntos fuertes y tengo claro que cuanto mejor esté más podré ayudar al equipo y menos lesiones tendré. Debo cuidar mi cuerpo, dormir lo suficiente y entender que quizás yo no he tenido ese talento innato y sí mucha capacidad de trabajo para suplir algunas carencias.
Habrá seguidores que te miren los brazos y pensarán que te tiras horas en el gimnasio o tendrás una alimentación espartana.
Bueno yo hice un par de grados de nutrición para saber lo que entraba en mi cuerpo y cuáles eran las maneras óptimas de recuperar. Hago lo que requiere mi trabajo. Si jugara al fútbol americano y necesitara 40 kilos más, estaría encantado. Ya tuve que perder kilos cuando estuve muchos meses fuera de la pista por mi espalda. No creas que mi dieta es ninguna locura. Trabajo dos o tres días en el gimnasio, pero tampoco es que me pase allí cinco días ni que piense todo el rato en pesas. Lo tomo como un complemento que necesito para la pista.
Ese problema en la espalda del que hablas casi te retira del baloncesto, ¿qué ocurrió en ese hospital donde sales con una infección en la sangre?
Fue en un partido con la selección de Euskadi donde me hago daño en la espalda porque caigo de manera muy fuerte. Fui a hacerme una placa y allí se me coló una bacteria de la piel en la sangre. Lo que iban a ser unas semanas de reposo por una fractura de una articulación acabó convirtiéndose en una infección porque el bicho se pegó al hueso y no lo vieron en muchos meses. Pasaba el tiempo y yo no mejoraba, no podía ni saltar en condiciones. Me daba un ataque y volvía a estar postrado en la cama, con fiebre, hasta que conseguimos el cambio de hospital y por fin me hicieron las pruebas que tocaban.
¿Te recuperaste totalmente?
Bueno estuve con antibiótico en vena durante dos meses hasta que fui recuperándome. Algún resquicio quedó porque el hueso quedó dañado y tuve que hacer un trabajo físico extra de la musculatura alrededor y pude acabar la temporada en Polonia. Ellos habían visto en verano que no podía ni andar y tuvieron que cortar mi contrato porque era imposible pasar el reconocimiento médico, pero el entrenador estuvo siempre pendiente de mí. Los médicos me habían dicho al principio que si no me curaba te hacemos una artrosis, fusionamos la articulación y ya está. Yo no podía creerme que me quisieran poner unos clavos en la espalda con 22 años que me dejaran ya sin jugar. Fue un año muy duro mentalmente que se acabó resolviendo. De hecho volvieron a hacerme contrato en Polonia y pasé de tener que retirarme a jugar el play off.
Imagino que debiste sentir mucha impotencia.
Sí, esa es la palabra. No es una lesión normal. Cuando me operaron del hombro sabía el tiempo de recuperación y listo. Esto iba empeorando, los médicos se lo pasaban del uno al otro y no sabíamos exactamente qué pasaba. La dejadez de los profesionales no invitaba al optimismo. Decían que seguramente me tendría que retirar. Intenté no venirme abajo y aferrarme a la esperanza aunque muchos médicos no tenían claro que pudiera volver a jugar. Por eso siento que soy un afortunado y que es una oportunidad de la leche porque esto puede acabar en cualquier momento y no quiero desaprovecharlo.
¿Pediste responsabilidades a los médicos?
Mi madre es médico y ella también estaba con mucha impotencia porque veía que las cosas no se estaban haciendo bien. Acabamos tan quemados de ver que los responsables no se estaban haciendo cargo que decidimos no hacerlo. Nos llegamos a plantear llevarlo al juzgado, pero al volver intentamos alejarnos de eso y ya no quería volver a tocar eso en mi vida.
En Estados Unidos sacaste el doble grado en International Business y Marketing, ¿por dónde irás cuando acabe tu carrera?
Tengo muy claro que esto acabará algún día y he de estar preparado. Todavía no tanto lo que quiero hacer, si quiero ser entrenador o agente que al principio me gustaba. Ahora me están interesado otras cosas, he sacado algunos cursos, he seguido formándome también en el mundo de las inversiones y en mi carrera también conozco gente de todos los campos y áreas. Intento aprovechar estas oportunidades que me brinda mi trabajo. Cuando esté terminando mi carrera, seguramente haga algún máster y todo dependerá también de situación familiar y donde queramos instalarnos. Ojalá me queden aún muchos años.
Acabo otra vez con baloncesto, ¿quiénes son los grandes favoritos al ascenso?
Creo que somos uno de los favoritos por la capacidad que tenemos como equipo. Por supuesto hay dos plantillones que son las de Burgos y Estudiantes, además muy bien entrenados y van con todo. Están hechos para ascender. Obradoiro y Betis también tienen mucha calidad. Cualquiera de estos puede estar celebrando el ascenso.
Alguien de Bilbao que además lleva su apellido, ¿qué siente por la ciudad?
Es un orgullo venir de donde vengo. Estoy encantado de cómo somos como ciudad y de haber llevado el nombre de Bilbao a muchas partes del mundo. Somos gente noble y comprometida.