Amistades con bufanda, lesiones de toda una familia y solidaridad en la cuna del baloncesto del futuro

Donde nacen las estrellas. Tarragona alberga entre el 6 y el 8 de diciembre la fase previa de la Minicopa Endesa, antes de que los mejores se jueguen el título en Málaga, a la par que se enfrentan los mayores. Antes, 16 equipos jugarán, lucharán por ganar y, sobre todo, disfrutarán del baloncesto en su máxima expresión, con los gestos que siempre han caracterizado a este deporte.

Tan solo han transcurrido unas horas desde su arranque, pero ya hay imágenes suficientes para entender que la reunión de Tarragona va mucho más allá de las canastas. Wembanyama, Sabonis, Doncic, Ricky o Santi Aldama ya mostraron su precoz talento en el torneo en su día. Por lo que el precio de la entrada bien podría ser una fortuna por el impacto que pueda llegar a tener en un futuro. De momento, es gratis, aunque la Liga Endesa ha iniciado una campaña para que aquellos que asistan entreguen un kilo de comida que después pasará al banco de alimentos.

A lo largo de este miércoles, los equipos han ido llegando a la ciudad. Algunos como el MoraBanc Andorra han recibido la visita de Tyson Pérez, toda una motivación para los chicos; o el Casademont Zaragoza, que se ha encontrado de pronto con un tal Porfi Fisac, para gritar al unísono '1,2,3 Zaragoza'. No hay motivación igual.

¿Se imaginan a dos equipos profesionales compartiendo autobús? Impensable. Pues es lo que hicieron Joventut y Girona, en el mismo vehículo rumbo a Tarragona. Un viaje con unos delante y otros detrás, si bien podrían entremezclarse entre los aplausos y griterío que la ACB mostró en sus redes sociales.

Una vez llegaron a Tarragona, conviene no olvidar que los jugadores, pese a sus más de dos metros de estatura en algunas ocasiones, no son más que chicos de 13 años que no están tan acostumbrados al turismo como lo pueden estar sus entrenadores. Como si de un viaje escolar se tratase, visitaron el Anfiteatro romano.

Pero no olvidan, imposible, que están ahí para ganarse el hueco en la Copa de Málaga. Aun así, con el balón en juego, no se olvidan los grandes gestos. El Gran Canaria celebró su victoria ante el MoraBanc Andorra con el sabor agridulce de que uno de sus compañeros había caído lesionado. Su problema físico era el de toda la familia: los jugadores fueron directos hacia él, le agarraron, le llevaron con ellos a celebrar y le mantearon. Ahora, queda esperar que pueda estar disponible para mañana.

El Granca dejó otra de las grandes imágenes del día junto al MoraBanc Andorra. Porque el roce hace el cariño y visitar los monumentos de la ciudad también ayuda a entablar relaciones. Como la de dos de sus jugadores, que se hicieron amigos, sin bufandas de por medio... O sí. El jugador del equipo andorrano llevó a su adversario una bufanda del equipo, chocaron, se abrazaron y no dudó en ponérsela en su cuello. Aquí no hay colores, pero sí una gran competitividad. Natural: es el baloncesto del futuro.