OPINIÓN

Baloncesto de nivel, instalaciones... no tanto

Operarios del Breogán limpia el agua del parqué. /EFE
Operarios del Breogán limpia el agua del parqué. EFE

Cuando este sábado se confirmó que se suspendía de forma oficial el Río Breogán - La Laguna Tenerife (a falta de 7:53 minutos para el descanso, con empate a 23 en el marcador) a "causa de la humedad por condensación que está afectando al parqué", me acordé directamente de un debate que hace tiempo que está sobre la mesa, pero por el que siempre se pasa de perfil: el tema de las instalaciones deportivas del baloncesto nacional en nuestro país. Automáticamente me vinieron a la cabeza esas palabras de la jugadora de la selección de 3x3, Vega Gimeno, hace año y medio, en la que clamaba tras disputar un partido en Tenerife con su entonces equipo, Casademont Zaragoza, porque el pabellón prácticamente era impracticable. Sin embargo, aquello era 'baloncesto femenino' -entiéndase por dónde voy- y no sonaba tanto como lo ocurrido ahora en el Pazo Provincial Dos Deportes de Lugo.

Bastaba con echar un ojo en X (lo que era el Twitter de toda la vida) para comprobar cómo los aficionados al baloncesto este sábado clamaban por lo ocurrido. ¿Cómo en pleno 2024, en la segunda mejor liga del mundo tras la NBA, se suspendía un partido por esto? Era la pregunta más extendida por las redes sociales, sobre todo al ver que ni los propios jugadores daban crédito a lo que estaba pasando. "Por incompetencia", me respondía un colega que conoce bien este asunto. Y, como por suerte esto es una opinión, me tomo la licencia de decir que, efectivamente, no le falta razón.

La realidad es que el baloncesto en España, tanto en masculino como es el caso que está en el foco, como en femenino, no deja de crecer. Sin embargo, mientras que el nivel sube más cada año -¿desde hace cuántas temporadas llevamos los periodistas con ese mantra de que 'este año' la liga apunta a mucho más?-, hay aspectos que todavía se quedan atrás. Uno de ellos es, precisamente, el de tener unas instalaciones deportivas dignas para la práctica de un deporte al que España saca tanto rédito. Y no, esto no sólo es cosa de los clubes... ni tampoco lo de este sábado un caso aislado en Lugo. Aunque quizá sí que sea más llamativo (y sonoro) por ser baloncesto masculino de élite y un club que incluso hace un año estaba jugando competición europea.

A día de hoy, la mayoría de pabellones son instalaciones deportivas públicas cedidas a los clubes para su uso. Sin embargo, a la vista está que la inversión que se hace en ellas desde las administraciones propietarias -en el caso del Pazo es la Diputación Provincial de Lugo- es insuficiente. Recuerdo en la Copa del Rey de Granada de 2022 -sitio, por cierto, en el que la lluvia no es que sea algo recurrente como sí ocurre en Galicia- cuando una tromba de agua el día previo a que empezase el torneo puso en jaque su puesta en marcha. ¿El motivo? Las goteras habían dañado el parqué y aquella mañana de jueves en la que, por la tarde, los dos primeros partidos de cuartos de final tenían que disputarse, se tuvo que cambiar a contrarreloj esa superficie porque no podía jugarse de lo contrario.

Ahí recuerdo que pensé: las instituciones hacen gala de la apuesta por el deporte -que la hacen, no seré yo quien diga lo contrario- de cara a la galería, pero realmente a la hora de la verdad, luego no terminan de hacer todo lo que deberían. Y pongo el caso de Granada porque han pasado dos años para que, por fin, el dueño de la instalación (el Ayuntamiento) haga las pertinentes obras de aclimatación en el Palacio Municipal de los Deportes -la casa del Covirán Granada- con el fin de evitar este tipo de cuestiones. Aunque obviamente no es el único pabellón que he visto en su día tapando el parqué con plásticos porque alguna que otra gotera estaba haciendo de las suyas. Y no, lo de Lugo no habrán sido goteras, como insistían tanto el director deportivo del Río Breogán, Tito Díaz, como el director general, Salva Arco, pero sí un problema que desde la afición se lleva denunciando bastante tiempo y que sigue sin solucionarse.

Así que ante ello me pregunté: ¿cómo un sitio como Lugo, donde está claro que la lluvia es la tónica general durante toda la temporada, no tiene el pabellón adaptado a ello? Y ahí, otra vez, la respuesta del principio que me dio ese colega gallego y que me dijo que el pabellón se construyó en los 90 y casi que así quedó desde entonces. Las instituciones públicas apuestan por el deporte, por supuesto, pero con este tipo de cosas sale a relucir un problema que evidencia que no es suficiente.

Por eso, quizá en las normas de la ACB, esas que imponen los requisitos que deben reunir los clubes para poder jugar la mejor liga del continente, dentro del Capítulo 5. Instalaciones de Juego, debería incluir un apartado o modificar y matizar el Artículo 63, que habla sobre la regulación de la temperatura, para obligar a que la climatización -que esta incluye, precisamente, evitar que la humedad haga de las suyas y la cancha se convierta en una pista de patinaje, como se ha visto en Lugo- sea realmente acorde a lo que se necesita. Y en pabellones donde el problema ya ha hecho algún que otro estrago, más aún.

Y con ello, que los clubes reclamen de forma activa a las instituciones que mejoren o adecúen lo que hay. Sobre todo si, como es el caso del Breogán, la afición incluso tiene hace tiempo una campaña puesta en marcha en Change.org para ello: pedir "un Pazo digno". Más que nada porque, como me comentaba un jugador, ¿y si en uno de esos resbalones alguno se lesiona y se le jode la temporada? En definitiva, sí, en España tenemos un baloncesto de nivel (el mejor, si me preguntan a título personal), pero no las instalaciones acordes para demostrarlo.