BALONCESTO

La caída libre del Barça va más allá de Joan Peñarroya y Juan Carlos Navarro: la crisis no sólo es deportiva

El entrenador se quedará sólo si logra meter al equipo el Copa, algo que de no suceder supondrá el mayor batacazo del equipo en los últimos 50 años.

Juan Carlos Navarro, Joan Peñarroya y Josep Cubells. /FC BARCELONA
Juan Carlos Navarro, Joan Peñarroya y Josep Cubells. FC BARCELONA
Noelia Gómez Mira

Noelia Gómez Mira

El Barça está viviendo su mayor crisis de este siglo XXI. Tanto que ni siquiera en aquellos turbulentos años en los que vivió la salida de Xavi Pascual en 2016, el batacazo de Georgios Bartzokas en 2017 y el despido de Sito Alonso en febrero del 2018, la sección de baloncesto había estado tan tocada como ahora. Primero, por la situación deportiva. Esa que está a dos partidos de dictaminar, de no lograr la clasificación para la Copa del Rey, el mayor fracaso de los últimos 50 años. Y segundo, pero no menos importante, por los volantazos desde la dirección de la sección, que con lo ocurrido hace una semana con Thomas Heurtel ha colmado un vaso que ya empezó a perder agua hace tiempo, con algunas decisiones discutidas como la de dejarle en la estacada en ese aeropuerto de Estambul en 2020 (con Nacho Rodríguez como general manager), la de romper con Nikola Mirotic, Cory Higgins y Saras Jasikevicius en 2022 o la de haber ido dando una imagen de improvisación en la planificación de las plantillas en los últimos veranos.

Los aficionados del Barça opinan sobre el caso Heurtel.

La realidad es que la debacle que cada vez azota más a la sección de baloncesto del Barça no es sólo cosa de ahora. Hace tres lustros que el equipo azulgrana no sabe lo que es proclamarse campeón de Europa, algo para lo que año tras año ha tratado de ir elaborando una planificación que no termina de despegar. Tan sólo la apuesta en la etapa de Josep Bartomeu pareció impulsar al equipo de baloncesto, cuando tras esos años de altibajos y de idas y venidas, se acabó desembolsando dinero para que llegasen grandes jugadores como Nikola Mirotic o quien ha sido el último técnico en lograr un título con el equipo culé, Saras Jasikevicius.

Sin embargo, a partir de ahí la impresión que han ido dejando los dirigentes azulgranas no ha sido buena. Sobre todo, por esa sensación de improvisación o de volantazos que han ido firmando a raíz de los reajustes, sobre todo económicos, dentro del club ya con Juan Carlos Navarro y Mario Bruno Fernández como dirigentes junto a Josep Cubells.

Así se vio con el despido de Mirotic, el corte de Higgins o la salida de Jasikevicius. Pero también cuando en 2023 todo apuntaba a que Kevin Punter iba a ser el fichaje estrella del verano, pero no hubo acuerdo económico y todo giró hacia Willy Hernangómez como la gran apuesta. Es decir, cambiar de un escolta a un pívot, cuando realmente ya tenían a Jan Vesely. Así como apostar por Joel Parra y Darío Brizuela, con sendas cláusulas millonarias de por medio, pese a que ninguno de los técnicos ha apostado por ellos más allá que como jugadores de banquillo. Y dejar el equipo en Roger Grimau aunque podía salir rana… y aun así mantenerlo en el puesto cuando todo parecía irse a pique a mitad de temporada hasta acabar el año en blanco y sin entrar en las finales por la liga ni en la Final Four de la Euroliga.

O el pasado verano, cuando todo giraba en torno al fichaje de Mario Hezonja, un '3', pero sus declaraciones públicas tras ganar la Liga con el Real Madrid terminaron dinamitando lo que parecía un acuerdo cerrado y la apuesta pasó a ser, otra vez (y esta saliendo finalmente adelante), Kevin Punter… que es un '2'. Todos ellos cambios que, más que seguir un guion, parecían impulsos fruto de las emociones… o de la presión social. Como lo ocurrido hace sólo unos días con Heurtel cuando todo parecía acordado -de palabra, eso sí, porque firma de por medio nunca hubo- y el revuelo hizo que Joan Laporta paralizara la operación vía Josep Cubells. Aunque fuera Mario Bruno Fernández al que le tocase dar la cara con el jugador y su agente, como ambos desvelaron.

Precisamente, todas estas idas y venidas han dejado muy señalados al actual general manager, Juan Carlos Navarro, y al secretario técnico (o director deportivo) Mario Bruno Fernández, quienes fueron los únicos que tras la derrota del equipo este martes en Fontajau acabaron reunidos de urgencia con Joan Peñarroya durante 20 minutos en el mismo vestuario gironí. Porque sí, a Peñarroya sólo lo salva que el equipo acabe metido en Copa -y a ver, en ese caso, lo que ocurrierse en ella-, pero es que desde la cúpula del FC Barcelona, esas desavenencias con los fichajes (como lo de Heurtel o Hezonja) y los pinchazos en la planificación o las apuestas (como lo ocurrido con Raúl Neto) han dejado también muy tocados tanto a Navarro como a Mario Bruno (más que a Cubells que mantendría el beneplácito de Laporta). Porque a la vista está que esta temporada es a día de hoy peor que la anterior.

El balance en Liga Endesa es de 7 victorias y 8 derrotas, que le hacen estar en esa tensa situación de cara a la Copa por estar noveno. En Euroliga, de 10-9 siendo décimo (el equipo que marca el corte del playin). Pero es que son 17 derrotas en 34 partidos, diez en los últimos quince. Y una sensación de que el equipo va "de ridículo en ridículo", en palabras del capitán culé, Álex Abrines, al hacer aguas en defensa, no tener un claro referente en ataque con las ideas claras para ejecutarlo -cuánto daño ha hecho en esto la lesión de Nico Laprovittola-, las desconexiones que vive el equipo durante el partido y ese hundimiento en los finales ajustados que le ha hecho ceder en ocho de los diez duelos de este tipo que ha disputado esta temporada.

Peñarroya no termina de funcionar y es un hecho. Pero la realidad es que el problema del Barça es mucho más profundo y a tenor de lo expuesto, se extiende en el tiempo. No es sólo cosa de esta temporada, aunque sea la que, hasta ahora, más está evidenciando la crisis culé.