Nacho Rodríguez lamenta el "error" de dejar a Heurtel en Estambul: "Nunca tenía que haber pasado y fue mi responsabilidad"
El exjugador y exdirector general del Barcelona repasa su etapa en los despachos de la entidad azulgrana.

En esta segunda parte de la entrevista a Nacho Rodríguez, tras más de una hora de charla hablando de baloncesto, centramos el tiro en su vida después de dejar de botar el balón. Una etapa marcada primero por la política y luego por los despachos del Palau, donde fue director general del equipo azulgrana y donde protagonizó una de las imágenes más comentadas en los últimos años, cuando el equipo volvió de Estambul sin Thomas Heurtel tras descubrir que estaba negociando su fichaje por el Madrid.
De esa época guarda más buenos recuerdos que malos momentos. Igual que de su paso por la Selección española, un equipo en el que jugó 125 partidos y en el que sirvió de bisagra con la generación de los juniors de oro, con la que tuvo una especial complicidad en las figuras de Navarro y Pau Gasol a los que, como cuenta en esta charla, llegó a dejar su casa y su coche.
El último equipo de tu carrera es la Selección, en una etapa no complicada, pero sí menos sencilla que lo que vino después. ¿Cómo fueron esos años de transición?
Para mí era un premio. Yo empecé a ir con la sub-22. Yo te diría que el 80% de los jugadores, tanto ahora como antes, llegaban ya desde una sub-16, sub-18 o sub-20, pero yo empecé más tarde. Por eso para mí cada año que iba con la Selección era como un título. Yo llegué en una época complicada porque varios jugadores como Alberto Angulo, Alfonso Reyes o yo debutamos en el 95, en el Europeo de Barcelona y había muchos veteranos. No había mucha química, digamos, cada uno iba un poquito por su lado.
Después España no se clasificó para los Juegos de Atlanta. Y ya en el 97, pues igual. Es verdad que ya habíamos entrado más jugadores, pero nos quedamos siempre en cuartos de final. La gran revolución vino entre el 97 y el 98 en el Mundial. Recuerdo unas Ventanas en noviembre, con 11-12 jugadores, que era muy común vernos en el aeropuerto jugar a las cartas, también en los hoteles. Había ya muy buena química.
Para mí una figura clave en ese proceso de transformación fue Alberto Herrero, que fue el que nos aglutinó un poquito a todos. Alberto es un hombre muy callado, muy introvertido pero en las distancias cortas gana muchísimo y para mí fue un auténtico líder no solo en la pista sino también fuera de ella.
Algo que luego se trasladó al siguiente grupo.
No es casualidad que después se consiguiera en el Europeo, con un equipo sin mucho talento, la medalla de plata. Después fuimos con muchas expectativas a Sydney que no las cumplimos. Y ya en 2001 entraron jugadores que se veían que eran diferentes como Pau Gasol, Raúl López, Calderón, Juan Carlos Navarro… Jugadores con muchísimo talento que podían conseguir muchas cosas como pasó después
Recuerdo que en Sidney, Juan Carlos Navarro me decía: "Alberto Herrero y Alberto Angulo [que jugaban en la misma posición, y le quitaban minutos] me hablan, me dicen que vaya a jugar las cartas y me tratan igual". Yo le dije: "Claro, como tiene que ser Juan Carlos, todos somos un grupo y todos vamos a intentar ganar".
Eso lo transmitimos Alberto Herreros, Alberto Angulo, Alfonso Reyes, también Jorge Garbajosa, a esa generación y después han venido los éxitos y siempre con el grupo por delante.

Espera un momento, hablas de las cartas… ¿y de la famosa pocha?
Nosotros empezamos a jugar a la pocha, pero la gente todavía no hablaba mucho en los titulares de eso [Risas] Nosotros jugábamos mucho a las cartas. Insisto, yo viví dos etapas. Una etapa en la que había tres veteranos por un lado, cuatro por otro y los tres nuevos por otro. Y eso lo cambiamos 11 o 12 jugadores a partir del año 98 y era muy común, ¿no? Teníamos muy buen ambiente entre todos y eso se transmitió un poco a la generación del 80 que entró.
Oye, tú les conocías de la cantera del Barça, ¿ya se veía lo que podían llegar a ser jugadores como Juan Carlos Navarro o Pau Gasol en esos años?
Yo recuerdo el primer entrenamiento de Juan Carlos y de Pau, en Andorra. Y puse en práctica lo que me pasó a mi, que con 18 años, cuando entré en Maristas, Paco Oriol y Jesús Lázaro eran los bases del equipo y me trataron magníficamente y eso siempre he tenido muy presente, lo que hicieron conmigo.
Entonces, cuando yo llegué al Barça con 28 años, y vi a Juan Carlos y a Pau tenía ese afán de proteger a los jóvenes porque es lo que habían hecho conmigo y tenía una excelente relación con ellos.
De hecho, en la primera concentración en Barcelona recuerdo que a Juan Carlos y a Pau les dejé mi casa. Yo me iba con la Selección y les dejé mi casa y mi coche. Le dije a Vanesa [la mujer de Navarro] que cuando volviera en septiembre quería mi coche y mi casa como se lo había dejado.
"En la primera concentración en Barcelona recuerdo que a Juan Carlos y a Pau les dejé mi casa. Yo me iba con la Selección y les dejé mi casa y mi coche".
¿Cumplieron?
Sí, me lo dejaron todo bien. Tenía una relación especial con ellos fuera del campo, les quería ayudar, hablaba mucho con ellos, me iba mucho con ellos después en Barcelona y deportivamente veía que eran jugadores diferentes, que eran jugadores que igual jugaban en un entrenamiento que en un partido, no les podía la presión
Con Pau veías a un 2,17 moviéndose como se movía, con los brazos largos que tenía, que llegaba a todos lados. Se veía que iba a ser un jugador diferentes a lo que había por sus cualidades físicas. Y Navarro sobre, por el descaro.
Cierras tu etapa como jugador y… ¡te pasas a la política! ¿Cómo te da por eso?
Todo lo que he tenido en mi vida sin buscarlo. Yo tenía claro que no quería ser entrenador y quería ir a la gestión. Yo soy licenciado en Educación Física, hice un máster de gestión deportiva y cuando me retiré en Valladolid ya me habían contactado para ser el gerente de un patronato de deporte en Torremolinos. Vivía en Málaga y empecé a trabajar en la gerencia del patronato de deporte. Y a los tres meses me llamó el consejero de Deportes de la Junta de Andalucía, a través de un amigo, que estaba buscando un perfil de un deportista de alto nivel, pero que tuviese estudios y entonces le hablaron de mí y me convenció. Al principio yo estaba muy convencido pero me explicó que la experiencia iba a ser un master de gestión y de vida para mí.
Me metí sin buscarlo. Yo no sabía ni cómo funcionaba la administración ni el rol que tenía que asumir. El primer año me fui solo a Sevilla y echaba muchísimas horas. Llegaba a las 8 de la mañana y me iba a las 10 de la noche.
Tuve suerte de tener un grupo de funcionarios que hoy en día son amigos y que me ayudaron mucho. Fue una grandísima experiencia vital y sobre todo en un momento muy complicado porque fue en plena crisis económica. La administración no tenía tanto dinero y a mí se me conocía como 'Míster No', porque venían a pedirme y anteriormente se había dado mucho y yo constantemente contestaba que no. Fue una grandísima experiencia a nivel de gestión.
Te habitúas a los despachos y pasas de la política a las oficinas del Barça. Otra vez metido en un berenjenal.
Pues igual que en la Junta. Yo no tenía ni idea. Yo me volvía a madrid, que mi mujer es madrileña, y me llamó un día Albert Soler, que fue director general del Consejo Superior de Deportes y yo en mi época la Junta de lucía había trabajado con él y de ahí lo conocí. Entonces me dijo hoy que quería hablar conmigo para proponerme una cosa. Me subí a barcelona y me propuso ser el director general.
Te soy sincero, yo lo único que tenía, porque no estaba muy puesto era a nivel de scouting. Yo seguía los partidos porque en aquella época en Movistar comentando partidos pero sobre todo a nivel de cantera no lo seguía demasiado.
La única condición era que Juan Llaneza, que era scout de los Spurs, viniese conmigo. El resto no me daba miedo después de haber estado en una administración pública, en época de crisis, gestionando mucho dinero. Además, yo en la Junta de Andalucía hacía un poquito de todo: organizaba eventos, convenios, temas de marketing, temas legales… tocaba muchas cosas, que fue mucho de mi parte de mi trabajo en Barcelona.
"Creo que Saras hubiera sido el entrenador, yo no entro porque ya no estaba en el club y no sé por qué se tomaron la decisión, hablan de un tema económico, pero para mí Saras es el entrenador ideal"
Entre esos trabajos estaba el tema de los fichajes. Dime uno del que estés particularmente orgulloso.
¿Uno solo? Podía escribir un libro de cada uno. El de Mirotic quizá fue el más sonado, pero quizá del que más satisfecho es Corey Higgins, que empezamos a trabajarlo en noviembre . Nos reunimos como 4-5 veces también en diciembre y aprovechamos un momento en el que el CSKA, como pagaba muchísimo más dinero que todos, esperaba siempre al final de temporada. ¿Qué pasa? Que Higgins es una persona muy estable, que no quería esperar al verano a ver qué iba a pasar. Le gustaba mucho Barcelona, su mujer también estaba embarazada y le apetecía dar a luz en Barcelona. Y aprovechamos ese impass del CSKA para hacer el contrato. Lo hicimos y además nadie se enteró.
La gran mayoría de los fichajes que hicimos en esa etapa lo hicimos sin que sin filtrara nada. Lo sabíamos sólo dos o tres personajes en el club. Estoy convencido de que muchos de ellos no se hubieran no se habrían producido de saberlo más gente. En la Final Four de Vitoria firmamos a Higgins, que en la final mete 25 puntos. Al día siguiente me llama la gente y me dice: "Te van a nombrar el GM del siglo porque no sabes lo que me está ofreciendo el CKSA".
También Brandon Davis lo tenía hecho con el Madrid. Se iba al Real Madrid y su agente Misko Raznatovic, que llevábamos meses negociando, me llama y me dice que se va al Madrid, que nosotros todavía no teníamos entrenador para el proyecto. Y recuerdo que le dije que si podía llamarlo y hablar con él. Estuve hablando con Brandon, contándole lo que íbamos a hacer y lo convencí, a cambio de los 50.000 euros más, lógicamente. Y, bueno, ahí te sientes un poquito orgulloso de que con esta conversación, tú lo hayas podido convencer de un proyecto.

¿Cuánto duele esa espinita de no haber podido ganar la Euroliga en esos años con Mirotic, Higgins, Davis y Jasikevicius en el banquillo?
Yo creo que habría llegado. A mi cuando me echan, se gana la Copa, se gana la Liga, y se pierde la final de la Final Four. No ha habido un éxito mayor en los últimos quince años, una temporada tan completa. Creo que Saras hubiera sido el entrenador, yo no entro porque ya no estaba en el club y no sé por qué se tomaron la decisión, hablan de un tema económico, pero para mí Saras es el entrenador ideal y por eso yo lo fiché y le perseguía. Lo intentamos dos veces y a la tercera fichó. Estuvimos muy cerca de ganarla, pero creo que con Saras se hubiera conseguido.
Creo que el Barça necesita jugadores de primerísimo nivel y sobre todo, lo que para mí es lo más importante hoy en día y lo he hablado muchas veces con mi hermano, que es la figura del entrenador. Un técnico reconocido, que los jugadores respeten y con conocimiento.
De esa etapa queda el famoso caso Heurtel y el episodio en el que el francés se queda en el aeropuerto de Estambul. ¿Te arrepientes de lo que pasó?
Seguro que sí. Nunca se tenía que haber dejado al jugador y esa fue mi responsabilidad. Nunca tuvimos que dejar a una persona en Estambul. Ni en medio de la pandemia ni sin pandemia.
Estábamos negociando y el entrenador no quería al jugador. Empezamos a negociar la salida, llegamos un acuerdo y sin saber, porque normalmente no preguntas, justo el día que se va a firmar allí en Estambul me entero de que se puede ir al Real Madrid. Se lo digo a su agente. Le digo: "Yo tengo claro una cosa, si Heurtel se va al Real Madrid no le vamos a pagar un euro. Si él quiere que se vaya, pero nos vamos a pagar nosotros la fiesta". Era un tema de responsabilidad personal. Yo siempre he antepuesto los intereses del club a los personales. Para mí habría sido más fácil que Heurtel se fuera al Madrid y el Barça haber pagado casi el 80% del contrato, pero creo que yo no habría sido responsable con mi tarea.
Tomé la decisión. Lo hablé con Albert Soler: "Si se quiere ir no vamos a firmar esto". Y después se demostró, porque él lo ha dicho, que se iba a ir al madrid, pero eso no quita para dejarlo ahí. Es verdad que yo era el máximo responsable pero en aquel momento muchas de las decisiones lo hablamos entre todos. Había muy buena comunicación entre todos y ahí se me propuso y yo acepté, cuando no tenía que haber aceptado. Evidentemente fue un gravísimo error. Uno de los grandes errores de los que se aprende.