BALONCESTO

'Pelopo', un año de hotel en China y el síndrome Orenga para explicar el fenómeno Chus Mateo

El técnico termina su primer año completo como primer entrenador del Real Madrid con récord de victorias y con una Euroliga bajo el brazo, tras un convulso inicio de 2023.

Chus Mateo agradece a la afición del Wizink Center el apoyo durante el último partido del 2023./EFE
Chus Mateo agradece a la afición del Wizink Center el apoyo durante el último partido del 2023. EFE
Guillermo García

Guillermo García

En febrero de 2023, justo después de la derrota en la Copa ante Unicaja, el futuro de Chus Mateo al frente del Real Madrid pendía de un hilo. El 27 de abril, con 2-0 en la eliminatoria frente al Partizan y la imagen de la triste pelea en el WiZink, el técnico madrileño parecía totalmente defenestrado hasta el punto de que muchos ya veían a Sergio Scariolo en el banquillo blanco la temporada siguiente. Sin embargo, el preparador formado en los patios del colegio, aguantó contra viento y marea, conquistó la Euroliga, recibió el reconocimiento de sus jugadores y el 31 de diciembre despedía 2023 con el récord de victorias en el equipo blanco en un año natural, un total de 74. Un never too high never too low (nunca muy arriba, nunca muy abajo) de manual.

Una montaña rusa de sensaciones que ha ido desde la crítica más feroz a la loa más exagerada. Y en el centro, la normalidad de un personaje que no se ha dejado llevar por ninguna ola. Sólo ha trabajado, como lleva haciendo desde que comenzara a botar en las canchas del madrileño colegio de Agustiniano. "Desde que le entrené por primera vez cuando estaba en 7º de EGB ya tenía galones dentro del vestuario, era un auténtico líder. Chus siempre se quiso dedicar al baloncesto", recuerda para Relevo Agustín Martínez, entonces coordinador de la sección de baloncesto de aquel colegio.

Mateo convirtió ese deseo en una obsesión. Hasta el punto de no descansar ni siquiera en vacaciones, como apunta Paco Aurioles, actual técnico ayudante de Unicaja y padrino de uno de los hijos del técnico madridista. "Es un poco enfermo del baloncesto. Recuerdo cuando estábamos en Málaga y en momentos malos le decía de hacer otras cosas para desbloquearnos. Ir al cine y allí verle con el iPad al lado, mirando los partidos y los resultados. Ahora apenas coincidimos de vacaciones porque las dedica a cosas de baloncesto, proyectos, campus o viajes a Estados Unidos porque le invita alguna franquicia".

Ese virus que se inoculó siendo un chaval de 12 años le ha llevado hoy a ser el entrenador de moda del baloncesto español. El técnico que ha firmado un inicio histórico en la Euroliga, que ha conseguido salir de la alargada sombra de Pablo Laso y del que hoy ya nadie duda. Pero, ¿cómo hace una persona como él para pasar de las críticas a las alabanzas y mantener los pies en el suelo? Hablan quienes mejor le conocen, sus jugadores.

"Las críticas es que no hay que escucharlas. Los comentarios de quien te conoce, la crítica del que sabe, la crítica del que está dentro, esas sí hay que escucharlas todas. Pero la crítica del que lo hace porque tu nombre no le suena o porque no pega gritos, esa hay que ignorarla". Quien habla es Jorge Garbajosa, presidente de FIBA Europa y con el que coincidió en Unicaja en 2010. "Los que conocemos a Chus confiábamos en él. Por supuesto que su aspecto no es agresivo, no es un tipo que grita ni que gesticula y yo creo que esa época también ya está un poco demodé. Aquí lo que importa es el conocimiento, saber dirigir un grupo como el Madrid y saber gestionar emociones. Y él sabe".

Lo que Chus Mateo ha vivido en el Madrid lo lleva viviendo toda su carrera. Nadie se lo ha puesto fácil, ni siquiera cuando llegó al filial del Real Madrid con apenas 22 años. Su triunfo es de la autoconfianza y también, un poco, el de la terquedad. "Su carrera es un camino lleno de espinas", recuerda Aurioles. "Nunca lo ha tenido fácil. Ha sido como si todo el mundo estuviera contra él y el año pasado fue así. Cada vez que se perdía un partido, era una crisis de gobierno. Cuando perdía un partido ya decían que había que cambiarl. Estas cosas, pues, le han pasado otras veces y de una manera u otra, resucita y se vuelve a encajar porque su talento es muy grande. Su talento como persona del baloncesto es muy grande. Al final, por mucho que le pongan zancadillas, él va a terminar levantándose".

El hoy ayudante malagueño apunta a una realidad y son los obstáculos que ha tenido que ir superando casi en cada etapa de su carrera. Empezando por Zaragoza, donde tuvo su primera experiencia como primer entrenador. Allí coincidió con Rafa Vidaurreta, que recuerda con cariño al técnico hasta el punto de pedirle disculpas a través de Relevo por cómo se dio esa aventura. "Éramos muy poco maduros no le hacíamos ni puto caso. De hecho se lo dije, cuando lo cesaron hablé con él y entre lloros le dije que me disculpaba por no haberle hecho ni puto caso. Fue una pena. Estaba haciendo un gran trabajo, pero en esa época en un equipo con tanta presión como era el CAI yo creo que él tendría que haber tenido más mala hostia".

Luego llegaron la etapa en China ("Vivimos toda la temporada en la planta 16 de un hotel en Taiyuan", apunta Aurioles entre risas), su paso por Unicaja ("Éramos líderes destacados y una canasta de Mirotic en el último segundo lo cambió todo) y su última experiencia como primer entrenador en Fuenlabrada donde coincidió con Carlos Cabezas, al que ya había dirigido en Málaga.

"Es un tío super normal. No se le ha subido nada a la cabeza, ni cuando perdía la temporada pasada ni con las críticas, ni ahora que suma tantas victorias. Es muy normal, Muy cercano al jugador. Si se tiene que ir a cenar contigo o a tomar una cerveza para charlar porque tienes un problema siempre está ahí. Siempre está disponible para sus jugadores", apunta el base, uno de los dos jugadores que tiene su camiseta en lo más alto del Carpena.

La receta del éxito

¿Cuál ha sido el secreto de Chus para llegar hasta el punto en el que hoy abre el año como líder indiscutible en la Euroliga y en la Liga Endesa? Todos los que han coincidido con él apuntan a la bonhomía, pero Garbajosa va un paso más allá. "Chus es un tipo de una capacidad de templanza envidiable. Una resiliencia y un equilibrio mental que le han permitido aguantar una temporada en la que se ha sido muy canalla con él. Tiene muy claro el camino- Se ha ganado el respeto de su afición, del club de los jugadores".

Sin embargo, esa normalidad y ese carácter tranquilo le ha jugado alguna mala pasada en algún vestuario, como señala Vidaurreta hablando de la etapa en Zaragoza: "El concepto que tenía yo de Chus era de alguien muy calladito, muy suyo, muy buena gente… y no me lo imaginaba gritando. Y como buen entrenador tenía que gritar. No gritaba demasiado y por eso no le fue tan bien en esa etapa como primer entrenador. Es demasiado buena persona y sufrió el síndrome de Juan Antonio Orenga, ese que es amigo de todo el mundo y al final como los jugadores somos unos descerebrados y éramos muy poco maduros no le hacíamos ni puto caso".

La cercanía, la capacidad de estar siempre a disposición del jugador, le hicieron ganarse el respeto y la amistad de los jugadores incluso antes de llegar a los banquillos, cuando era un delegado en las categorías inferiores de la federación española. "Mi primera experiencia con Chus antes de ser primer entrenador fue siendo delegado de una selección de categorías inferiores. Era un chaval, le llamábamos Pelopo. Tenía una melena de la hostia y unos gemelos como mi cabeza de grandes", recuerda entre risas el expívot de Wake Forest, Zaragoza y Estudiantes.

Hoy aquel chaval que acompañaba a las categorías inferiores de la Selección ha conseguido convertir el baloncesto en su modo de vida. Pero lo que es más importante ha conseguido ganarse el respeto de todo el mundo de la canasta, como apuntó Tavares nada más conquistar la Euroliga en Kaunas. El caboverdiano sacó la libreta y pasó factura a todos aquellos que habían criticado a Chus durante la temporada. Ni siquiera en esas Mateo perdió la templanza ni la compostura… ni las ganas de tomarse una cerveza con sus ayudantes o con sus jugadores.

"Siempre ha estado presto a ayudar a cualquier jugador en cualquier momento en las cosas que necesitan. Al final los jugadores lo único que necesitan es que alguien les solucione el problema que tienen. Y él siempre ha tenido mucha empatía e imaginación en la resolución de problemas. Y eso mismo le ha puesto al servicio de los entrenadores, que teniéndolo de ayudante solo pueden crecer", concluye Aurioles sobre un Chus Mateo que a base de trabajo y fe en sí mismo ha conseguido sobrevivir en esa tabla que es el deporte de élite. Un trozo de madera en el que no cabía Di Caprio, pero que el madrileño ha sabido tallar con paciencia para no hundirse y volar cuando el viento viene a favor.