OPINIÓN

Cuando ponerse de perfil con Ben McLemore ahoga menos a Río Breogán que la soga deportiva

Ben McLemore durante el partido ante Surne Bilbao Basket. /ACB PHOTO/C. CASTRO
Ben McLemore durante el partido ante Surne Bilbao Basket. ACB PHOTO/C. CASTRO

Cuando la tarde noche de este miércoles saltó la noticia de la detención de Ben McLemore en Estados Unidos por violación y otros delitos sexuales, las incógnitas no tardaron de sobrevolar al Río Breogán. Más que nada porque el propio club lanzó un tuit -o post en X- un día antes contando que su escolta tenía permiso para ir a EE. UU. y que por eso no estaba con el resto de sus compañeros en la vuelta al trabajo tras la última jornada de la Liga Endesa. ¿Sabía el club a qué iba a EE. UU.? ¿Los delitos de los que se le acusan son de hace tiempo o ha sido justo en este viaje? ¿Va a decir algo el Breo? ¿Van a apartar al jugador?

Preguntas, preguntas y más preguntas sobrevolaban el Pazo Dos Deportes de Lugo. Ese enclave en el que el baloncesto se vive de una forma especial, como en pocos sitios lo hace, que está sufriendo una temporada bastante agridulce a nivel deportivo... Y extradeportivo. Las horas pasaban, las noticias llegadas desde Oregón, continuaban... pero en Lugo el silencio seguía.

Los hechos fueron el 3 de octubre de 2021, cuando todavía estaba jugando en los Portland Trail Blazers. Su visita a EE. UU. era porque tenía que comparecer en los juzgados tras la acusación emitida el pasado febrero, tras lo que se emitió una orden de arresto. Cuando llegó al Aeropuerto Internacional de Portland fue detenido y enviado al Centro de Detención del Condado de Multnombah y luego a la cárcel del condado de Clackamas. Y la noche del miércoles fue puesto en libertad con cargos tras pagar una fianza de 50.000 dólares (se fijó en 500.000 dólares), mientras que el 1 de julio tendrá que acudir a los juzgados de Oregón.

Y es que, según publica el NYPost, los delitos por los que se les acusa incluyen violación y penetración sexual en primer grado, cuya condena puede ascender a 20 años de cárcel; mientras que también tiene dos cargos de abuso sexual en segundo grado, que pueden conllevar hasta cinco años de prisión.

Durante horas, lo único que se supo del Río Breogán, y no de forma pública a través de algún comunicado sino porque así lo adelantó Relevo, era que el club estaba estudiando los hechos y documentos oficiales del proceso y que obraría en consecuencia, junto con que desconocían el alcance del caso y que volvería a España este viernes. La papeleta, desde luego, no era (ni es) fácil. Más que nada porque a nivel deportivo el Río Breogán se encuentra con la soga al cuello, jugándose el descenso y con el tope de inscripciones ya cubierto. Es decir: que si sufre una baja, no puede fichar a otro jugador para suplirle porque ya ha llenado el máximo de altas permitidas en una temporada.

Pero lo cierto es que, dadas las circunstancias, la situación merecía de más por parte del Río Breogán. Al menos, tras leer el comunicado emitido por el club a las cinco de la tarde de este jueves. Casi 20 horas después de que todo el mundo se hiciese eco de la noticia. Un escrito en el que, la verdad, es que parece ponerse de perfil ante hechos tan graves.

"Desde el CB Breogán, informamos que, con respecto a las noticias publicadas sobre el jugador Ben E. McLemore, quedamos a la espera de recibir la información legal detallada por parte de los representantes legales del jugador. Esto tiene como intención conocer su situación judicial, ya que el sistema legal estadounidense, y el del estado federal de Oregón en particular, son diferentes al español. Por lo tanto, no es posible realizar equiparaciones directas a situaciones procesalmente equivalentes en España. La semana pasada, el jugador solicitó permiso al Club para una comparecencia en sede judicial en su país de origen, sin detallar el contenido exacto de la causa. Según sus representantes, esta comparecencia le permitiría regresar a España en las 72 horas siguientes. Sin embargo, a fecha de redacción, debemos aguardar a obtener la información legal pormenorizada para realizar cualquier juicio de valor con garantías", dice el comunicado.

Tras lo que añade: "Desde el Club expresamos nuestra más enérgica condena frente a los actos de violencia de cualquier tipo. Siempre respetamos la presunción de inocencia, pero al mismo tiempo, reafirmamos nuestro compromiso con la prevención, educación y sanción de estas conductas inaceptables. Esta responsabilidad colectiva se ha venido promoviendo tanto desde la entidad como desde la Fundación Breogán, desarrollando acciones y valores que ayudan cada día a construir una sociedad mejor".

Es decir, que condena cualquier tipo de violencia, mantiene la presunción de inocencia (y bien hecho, desde luego), pero no toma ninguna decisión -de momento-, algo que viene a generar cierta contradicción con ese "compromiso con la prevención, educación y sanción de estas conductas inaceptables". Porque mantener esa cautela y no apartar a McLemore, aunque sea momentáneamente, sin quitarle el sueldo para evitar problemas, hasta que se esclarezca, no es precisamente un ejemplo de valores.

Porque entiendo que la situación es crítica, pero también trae consigo oscurantismo. No hacia la afición ni del club, sino del jugador hacia el Breogán. Porque si desde febrero hay una acusación así contra él que le hace tener que viajar a EE. UU. y pedir permiso al club... ¿Por qué McLemore ocultó a su club su situación estos meses? ¿Por qué ni siquiera ha sido capaz de reconocer al Breogán el motivo por el que tenía que viajar al pedir el permiso a tenor de lo que se trata?

Y si a eso se le suma que no es la primera polémica en la que se ve envuelto desde su llegada a Lugo -basta con recordar ese altercado con la policía tras salir tambaleándose de un bar, enfrentarse a los agentes, negarse a hacer un control de alcoholemia y conducir ebrio-, poco más se puede decir. La presunción de inocencia es vital, dar ejemplo y, ante la mínima duda, posicionarte de forma real y a la primera para que este tipo de situaciones no sucedan nunca más también lo es.