LIGA ENDESA

Scott Bamforth, el amigo de Damian Lillard que se refugió en el deporte y ahora busca rescatar al Covirán Granada: "El baloncesto me salvó la vida"

El nuevo escolta del equipo de Pablo Pin habla de su trayectoria, de cómo afronta esta etapa en Granada y de su filosofía de vida como jugador de baloncesto.

Scott Bamforth, durante su debut con el Covirán Granada. /ACB PHOTO/V. QUINTANA
Scott Bamforth, durante su debut con el Covirán Granada. ACB PHOTO/V. QUINTANA
Noelia Gómez Mira

Noelia Gómez Mira

11:55 horas. El jefe de prensa del Covirán Granada recibe el link para que Scott Bamforth (Albuquerque, 1989) se conecte y atienda a Relevo por videollamada a las doce. Pasa la hora del mediodía, pero no hay señales del nuevo escolta del equipo de Pablo Pin. "¿Sabes si le funciona el enlace o pasa algo?", pregunta quien esto escribe. "No me contesta, qué raro… Es que ni llamándolo, no da señales de vida", responde Jorge Ruiz, el responsable de prensa del equipo. La entrevista queda en stand by hasta localizar al jugador desaparecido. Y entonces, a la una en punto, otro mensaje de whatsapp: "¡Que se había puesto a entrenar él solo y se le había pasado por completo! Ya se conecta", reza en el mismo. Este lunes, Pablo Pin les había dado libre a sus jugadores tras la victoria en Palencia. Un día extra de descanso antes de la importante cita de este sábado ante el Río Breogán, en la que prácticamente se puede decir que el descenso está en juego.

Scott Bamforth habla sobre cómo el baloncesto le salvó la vida. EDICIÓN: SERGIO CERQUEIRA

Pero si algo tiene claro Scott Bamforth es que, desde que era pequeño, su filosofía siempre ha sido la de "intentar ser mejor cada día" y no desaprovecha ninguna oportunidad para entrenar y tratar de conseguirlo (como se vio en la previa de esta misma entrevista). Para él, el deporte de la canasta es su estilo de vida, una vía de escape que le salvó cuando se quedó huérfano con apenas 15 años, "que ha estado siempre en todos los momentos malos", que le ha hecho conocer a grandes amigos, como la estrella de la NBA Damian Lillard, y que ahora le ha llevado hasta Granada para tratar de salvar al equipo de la ciudad.

Ha sido debutar con el Covirán Granada y acaparar toda la atención de tus rivales como se vio en el partido ante Zunder Palencia. ¿Qué tal fue esa primera experiencia?

Fue increíble. Estaba muy contento de volver a España, obviamente. Y soy un afortunado de estar en Granada en un equipo genial. Hay grandes jugadores de los que me encanta la forma en la que juegan. Tratan de ganar jugando juntos y eso es algo de lo que a mí me encanta ser parte. Estoy muy contento y muy agradecido de jugar para este club y este equipo el resto de la temporada. Simplemente lo pasé muy bien y mi único objetivo era entrar en el equipo y hacer lo que pudiera, aunque sea un poco, para ayudarnos a ganar. Ese es mi único objetivo. No tenía expectativas sobre cómo iba a ir o qué iba a pasar, pero intenté hacer cosas positivas para el equipo y al final terminó funcionando bien.

Esta semana tenéis una final ante un equipo que conoces muy bien, el Río Breogán. ¿Cómo te sientes al enfrentarte al tu exequipo en un partido tan importante para ambos?

Creo que va a ser divertido. Nuestro entrenador habló de ello. Nosotros, como jugadores de baloncesto, practicamos, trabajamos y tratamos de ser mejores por partidos como este. Esto es para lo que jugamos. Es esa clase de partido que es muy importante para ambos equipos y que es como una final. Creo que esto es algo que como jugador tú disfrutas y tratas de aceptar, ¿sabes? Tú sales ahí y tratas de hacerlo lo mejor que puedes para el equipo y creo que ese es el camino como hay que verlo. Estoy emocionado. Muy feliz de volver. Primer partido en Granada… Va a ser divertido. Y obviamente en contra de mi último equipo aquí… Pero creo que por todos esas cosas harán que se forme una buena atmósfera y sea divertido para mí.

¿Qué crees que puedes aportar al equipo?

Es difícil. Es la primera vez que llego a un equipo a mitad de temporada o casi al final de la temporada. Yo siempre había estado donde sea, pero durante un año, si bien, me sucedieron algunas cosas y tuve que dejar Italia y venirme. Así que para mí es una situación nueva, pero me digo a mí mismo que la mejor manera es adaptarse porque cada partido puede ser diferente. Ya sabes, un partido puede ser en defensa, otro ser la persona que haga las faltas para nuestro equipo, otro quien haga los tiros… Pero yo no intento ver qué puedo aportar, sino qué puedo intentar hacer en cada partido que sea positivo para ayudarnos porque puede ser diferente cada vez. Eso es lo que me gusta, intentar ver qué necesita el equipo y tratar de ayudar en ello. Así que no se trata solo de anotar o de defender, eso puede que cambie de un partido a otro porque yo he llegado tarde al equipo que ya está acostumbrado a jugar junto desde hace meses. Así que ese creo que es el camino.

Echando la vista atrás, tuviste una infancia dura. ¿Cómo de importante fue el baloncesto para ti para sobrellevar todo lo que te ocurrió?

Lo fue todo para mí. Era una forma de alejarme del dolor, de todo lo que estaba sufriendo y de las cosas por las que estaba pasando. Yo sólo quería ir a jugar a baloncesto, ir a la cancha. Creo que el baloncesto casi que salvó mi vida. Recurría a él cuando lo necesitaba, intentaba ser mejor… El baloncesto es gran parte de mi vida y a veces es demasiado. A veces ocupa toda mi vida y tengo que intentar tener un equilibrio con mi familia y mis hijos, así que es bueno tener a mi familia y mis hijos porque eso me mantiene también en la tierra.

Scott Bamforth sobre su filosofía de vida.EDICIÓN: SERGIO CERQUEIRA

Al principio no destacabas mucho como jugador, pero empezaste a trabajar muy duro y en el instituto llegaste a ser el mejor de Nuevo México. ¿Cómo recuerdas aquello?

Recuerdo que cuando era más pequeño yo era lento y realmente no podía hacer nada… Recuerdo que mucha gente me decía que era lento, que no tenía el cuerpo adecuado y esas cosas, pero me acuerdo de un día que me dije a mí mismo: quiero ser jugador de baloncesto. Y entonces empecé a trabajar cada día. Sentía que si mejoraba cada día aunque fuera un 1%, con los años podría llegar a ser jugador de baloncesto. Y me enfoqué en eso. Eso es lo que trato de enseñarle a mis hijos ahora, no mirar lo que pasará dentro de diez años, sino mirar solo el ahora y tratar de mejorar hoy y seguir haciendo eso una y otra vez y levantarte al día siguiente y ser mejor, y esperar al siguiente día y ser un 1% mejor. Entonces en cinco años verás que eres mejor. Ese es el camino que yo recorrí, el de intentar ser mejor cada día. Y si sigues haciéndolo durante años, llegará el día en el que serás realmente bueno. Creo que esa es mi historia.

Eso es una filosofía de vida más allá del baloncesto…

Exactamente. Puede ser con cualquier cosa de la vida, puede ser baloncesto o lo que tú quieras hacer. Si tú realmente te concentras en ser mejor cada día y hacer eso todos y cada uno de los días, al final serás mejor. Así que eso intento hacer, este tipo de filosofía es la que enseño a mis hijos para que sean lo que quieren ser. Enfocarse en el hoy e intentar ser mejor.

Ese camino te llevó a la NCAA, a Weber State, donde coincides con el ahora jugador de los Bucks, Damian Lillard. ¿Cómo fue jugar con él?

¡Fue divertido! Él es uno de mis mejores amigos a día de hoy. Yo aprendí mucho de él, bueno, el uno del otro. Nos apoyamos mucho el uno al otro. Esa filosofía que yo tenía él también la tenía, así que conectamos y nos apoyábamos cada día. Competíamos entre nosotros cada día y que creo que eso nos hizo a los dos ser mejores. Yo aprendí mucho. Él es un grandísimo jugador, pero sobre todo una grandísima persona, lo es con sus hijos… Por eso seguimos siendo amigos a día de hoy. Creo que estoy bendecido por tenerle a él en mi vida, y de poder recurrir a él.

Scott Bamforth sobre su amigo Damian Lillard. EDICIÓN: SERGIO CERQUEIRA

Tras ello, la puerta de la NBA no salió, pero pusiste rumbo a España y en tu primer año, en Sevilla, coincides con Aíto García-Reneses. ¿Cómo fue tenerle como entrenador?

Pienso mucho en eso… He tenido entrenadores excelentes en los últimos once o doce años, pero él es uno de los que destaca sobre el resto. Creo que fui muy afortunado por tenerlo como entrenador en mi primer año porque aprendí mucho. Tanto que entonces ni siquiera lo sabía… Tuve mucha suerte y más ese año, que fue genial, teníamos grandes jugadores en ese equipo y recuerdo ser parte de ese equipo. Probablemente hasta ahora es uno de mis años más divertidos. Ya no sólo por lo divertido, sino por haber podido aprender de todos esos jugadores y de él para así crecer. Así que soy un afortunado por ello.

Has jugado en Montenegro, Italia, Francia… ¿Qué diferencias ves entre esas ligas y la ACB?

Para mí, la ACB es la mejor. Hablando de baloncesto, creo que en otras ligas puede que haya jugadores más atléticos, con más talento físico, puedes saltar más y esas cosas. Pero pensando e el juego, en lo que viene a ser jugar a baloncesto de forma correcta y como se supone que debe jugarse, creo que es España es, de lejos, el mejor país para ello. Así que esa es la mayor diferencia. Obviamente hay jugadores muy buenos por todo el mundo, diferentes países, pero lo que ves es que esos jugadores pueden venir a España y realmente tener dificultades por cómo es la liga. A mí me encanta el baloncesto, me aprender y saber cómo jugar cada partido. Eso es por lo que yo siempre quise volver. Yo quiero jugar tantos años como pueda como se juega aquí porque así es como yo veo el baloncesto. En otros países no se juega así, sino que depende de lo atlético que seas y yo creo que el baloncesto se juega también con la mente, hay que pasar la bola… Cosas como esas. Eso es lo que yo disfruto.

Y la pregunta más importante, ¿te ha dado tiempo ya a ir de tapas por Granada?

(Risas) ¡Sí, claro! ¡Me encantan! ¡Son mi comida favorita! Mi hijo volvió y fuimos a un restaurante y habíamos olvidado lo que era y fue como: ¡oh! ¡Nos encanta la comida española! Pedir esto o lo otro… Eso es lo que más me gusta de España, que la comida es muy buena. Tomar tortilla por la mañana… Es mi favorita. La tomo para desayunar, comer, cenar… Me encanta. Y toda la comida de aquí. Es algo que puedo seguir y seguir comiendo que nunca me va a decepcionar.