REAL MADRID 78 - BARÇA 87

La afición del Real Madrid vuelve a mostrar su inquina hacia Mirotic

El público que abarrotaba el Wizink Center centró sus energías en increpar y silbar al hispano-montenegrino.

Mirotic, hoy, en el Wizink Center. /Getty
Mirotic, hoy, en el Wizink Center. Getty
Óscar Méndez

Óscar Méndez

Que Mirotic no iba a recibir una ovación en el Wizink Center era un secreto a voces. Principalmente porque la afición del Madrid no le perdona su fichaje por el Barcelona además de algunas declaraciones posteriores. En sus ya múltiples visitas al hogar del conjunto blanco se ha acostumbrado a recibir más de una pitada y este comienzo de 2023 no iba a ser una excepción. A falta de una hora para el encuentro ya se pudo escuchar más de un silbido cuando el ala-pívot se retiraba a vestuarios después de un meticuloso calentamiento. Era solo el principio.

Una de los mayores abucheos de la noche llegó con la presentación de los equipos por parte del speaker del Real Madrid. Como no podía ser de otra manera en un Clásico, la afición local increpó con silbidos a todos los jugadores azulgranas, pero guardó mucha de sus fuerzas para el penúltimo hombre, un Mirotic que no se inmutó cuando subieron los decibelios de un pabellón prácticamente lleno.

Ya con el partido en marcha, los cánticos contra él no iban a parar. La animosa afición blanca solo detenía los ánimos en favor de los suyos para pitar a la estrella blaugrana, concentrada desde el minuto 1. Cada falta a favor del jugador era protestada, cada balón que tocaba era increpado, cada lanzamiento era pitado y cada error era celebrado. No se achantó un Mirotic especialmente motivado.

Al hispano-montenegrino se le vio entregado en defensa en su ya habitual duelo contra Yabusele, mientras que en ataque mostraba su buena muñeca con cinco puntos tempraneros antes de que Jasikevicius le diera descanso y el público le dedicase la enésima pitada de la noche. Ni un gesto del jugador hacia la grada, sabedor de que su batalla estaba dentro de la pista y no fuera.

La segunda mitad la comenzó como la primera, enchufando. Poco a poco los gritos y silbidos contra él iban desapareciendo. El ala-pívot se crecía al mismo tiempo que el público se hacía más pequeño, algo lógico ya que el Barcelona era el conjunto más cómodo sobre el parqué. La desconexión vino con dos faltas consecutivas sobre Tavares que le llevaron a un desacierto alarmante en el tiro, sobre todo de lejos. El público, eso sí, seguía celebrando cada error.

No volvió Mirotic al partido en el último cuarto, que lo vivió nervioso al fondo del banquillo. Tampoco el público se preocupó por él, ya le habían silbado todo lo que le tenían que silbar. El otro duelo de la noche sonrió al hispano-montenegrino.