El March Madness, una locura en la que hasta Shaq metía los tiros libres: "Es como jugar en el Bernabéu o el Metropolitano… pero nunca se falta al respeto"
Jerónimo Bucero, Helena Pueyo, Mike Hansen y Maite Cazorla intentan explicar en España por qué se vive con tanta pasión un torneo universitario.

El 'March Madness' es el torneo por excelencia dentro del mundo del baloncesto. Al menos en lo que a pasión y seguimiento se refiere. Millones de personas en toda la geografía estadounidense (y también fuera de EE.UU) se desgañitan para animar a los equipos universitarios que compiten por el cetro del campeonato nacional. Una corona que reconoce al campeón de un torneo imposible de acertar para los aficionados.
Se trata de una locura en la que participan millones de personas bien como espectadores, bien como expertos que intentan completar el 'brackett' perfecto -algo que no ha sucedido en toda la historia del torneo- o bien como uno de los jugadores que hacen que se muevan miles de millones de dólares en apuestas en un torneo que tiñe de color y pasión las gradas de 68 partidos que concitan más atención que muchos partidos entre profesionales.
Más allá de las grandes urbes como Chicago, Nueva York o Los Ángeles, el deporte universitario es la verdadera pasión del aficionado medio en los estados del centro del país, que ven en las universidades locales a sus verdaderos equipos. Y rivalidades como las existentes entre Duke y North Carolina en la cancha no tienen comparación en una NBA cuyas canchas se llenan, pero en las que el ambiente tiene menos color y temperatura que en la NCAA.
"El deporte universitario es parte de la cultura americana"
Jugadora de baloncesto"Justamente cuando llegué a la final fue la temporada del COVID y casi no había gente, pero en los otros años… Cuando ves ya los partidos de las semifinales y las finales está lleno y es una locura", apunta Helena Pueyo, actual jugadora de Casademont Zaragoza en conversación con Relevo. "El simple hecho de ir es una locura y ese ambiente como que se nota. Es un ambiente súper americano en el que todo es como si fuese un show", añade.

La balear es una de las representantes españolas que saben lo que es jugar un torneo que paraliza casi todo el terreno estadounidense durante un mes. Es la identificación por cercanía. Ser del equipo de tu estado, sabiendo que hay muchos de ellos que no tienen equipo en el deporte profesional. Son hinchas con las caras coloreadas, con pancartas de ánimo a sus jugadores y cánticos pensados contra los jugadores y las instituciones rivales. Son bandas de música, invasiones de campo, 'secuestro' de mascotas y talismanes de equipos que llevan el orgullo de todo un estado por el país.
Orgullo, pasión… y milagros. Todo eso se puede ver en un torneo en el que se producen milagros como ver a Shaquille O'Neal hacer un 95% desde el tiro libre: "Jugábamos contra la Indiana de Bobby Knight y, mira, todo el mundo ha dicho siempre que Shaq era malo lanzando tiros libres, pues esa noche hizo un récord de la universidad al anotar 16 de los 17 que lanzó. Lo nunca visto".
Quien habla es Mike Hansen, excompañero de Shaq en Louisiana State University y antiguo internacional por España. El que fuera base de Estudiantes, Murcia, Huelva, Cáceres, Palencia y Zamora intenta explicar qué es eso del March Madness y por qué mueve tantas pasiones en Estados Unidos. Y hace un paralelismo con el mundo del fútbol para ello.
"Imagínate jugar en un pabellón de 65.000, 70.000 personas, la mitad de una universidad y la mitad de otra, cada cual intentando ser más, animar más o hacer más ruido que el otro. Y siempre desde el respeto. Nunca he visto cánticos faltando al respeto al rival. Es a ver quién anima más a los suyos y todo el país está pendiente de esos partidos, en la televisión toda una comunidad, un estado entero animándote y partidos que son a muerte. Imagínate el Bernabéu o el Metropolitano lleno de gente viendo un partido de baloncesto. Pues eso es lo que he sentido cada vez que he jugado en el March Madness", concluye un jugador que estuvo cuatro veces en el cuadro final.

Una sensación que comparte Maite Cazorla. La jugadora canaria estuvo cuatro temporadas en Oregón junto a Sabrina Ionescu y fue la primera jugadora española en disputar la Final Four, perdiendo en semifinales ante Baylor, que a la postre sería el campeón de un torneo que recuerda con especial cariño.
"Es un torneo muy chulo, donde te enfrentas contra equipos de todo el país y solo avanzas cuando ganas. El objetivo siempre es llegar a la final four pero cada partido es a todo o nada. No es nada fácil llegar", recuerda la actual jugadora del US Praga. "Creo que una de las diferencias es la repercusión que tiene el deporte universitario, es parte de la cultura americana donde todos los jugadores quieren conseguir una beca y poder vivir la experiencia haciendo el deporte que les gusta".
Si hay un nombre español con historia en el March Madness ese es Jerónimo Bucero, que a día de hoy sigue siendo el jugador nacional que más puntos ha anotado en el cuadro final. El alero formado en la cantera del Real Madrid anotó 14 puntos y tres triples que son historia del baloncesto nacional.
"Yo jugué mi eliminatoria en La Pirámide de Memphis, donde jugaban los Memphis Grizzlies y donde jugó Pau Gasol cuando fue a Memphis. O sea que sí, se jugaban en pabellones enorme", recuerda el madrileño sobre su experiencia en un torneo que ha cambiado mucho desde los años 90, cuando Bucero o Hansen se aventuraron a cruzar el Atlántico y disputaron un torneo que tenía poca repercusión en nuestro país, pero que en Estados Unidos movía pasiones… y mucho dinero.

En 2023, la liga universitaria generó 1.150 millones de dólares, de los cuales más de 900 (915,8) llegan del contrato televisivo y de los ingresos por marketing. Una cantidad de la que las universidades se reparten más de 600 millones de dólares de beneficios y que se irá aumentando de forma gradual hasta 2026, cuando el contrato televisivo llegará a los 1.020 millones de dólares.
Estas cifras son sólo de liga regular. En el 'March Madness' (los enfrentamientos directos entre las 68 mejores universidades del país que termina en una Final Four de la que sale el campeón nacional) los números se multiplican hasta llegar a los 3.100 millones de dólares gracias, sobre todo y otra vez, al contrato televisivo que en este caso consiguió la CBS, que firmó en 2010 un contrato hasta 2024 por 10.800 millones y que extendió hasta 2032 por otros 8.800 'kilos'. Una locura difícil de explicar en España, pero que se contagia con rapidez una vez que lo has visto por primera vez.