Dennis Schroder, el 'bad boy' de Alemania que abrazó el baloncesto por una tragedia
El base de los Raptors es el líder de la selección alemana, que pasa a cuartos como primera de grupo.

Hay quien dice que es bad boy de este Mundial. Y bien podría decirse que sí, pero también uno de los jugadores más destacados del mismo. La realidad es que a Dennis Schroder (Braunschweig, 1993) no le hace falta presentación. Al menos, no sobre el parqué. Aunque la Eslovenia de Luka Doncic lo haya conocido este domingo en su máximo esplendor (100-71). El que incluye ser referente en la cancha, generando y anotando; y el de jugador con, quizá, demasiado carisma desmedido que hasta ha protagonizado un momento de disputa, en mitad de un tiempo muerto, con su seleccionador. Pero lo cierto es que si hay un nombre propio en la Alemania que pasa a cuartos como primera de grupo ese es el suyo.
El base, ahora de los Toronto Raptors, ha firmado un doble-doble (24 puntos, 10 asistencias y 31 de valoración) y liderado a su selección ante una Eslovenia que se quedó rota por la defensa, la comunicación y entendimiento en pista de los alemanes, y el buen hacer de este bad boy que incluso acabó con las esposas puestas hace unos meses... Aunque fuera por error. Y es que a finales de enero, siendo entonces jugador de Los Ángeles Lakers, tras la victoria ante los Spurs en la ciudad angelina, acabó detenido cuando volvía a casa en su coche conducido por un amigo.
La policía de Los Ángeles les dio el alto pensando que el coche era robado. "No sabía que estaba pasando y me dijeron que el coche no era mío y que era robado. Yo les dije que tenía que haber un error porque ese es mi carro. La matrícula era la de mi Cadillac", aseguró entonces el alemán en un vídeo subido a su canal de YouTube. El caso es que, como explicaba, allí había más de 30 agentes "armados con escopetas, pistolas y con otras armas. Parecía que era un criminal Fue una locura. Nunca había visto algo así", indicaba. Una situación compleja que al final quedó en anécdota, pero que suma en la historia de un jugador forjado en base a su fuerte carácter.
El racismo siempre estuvo marcando su infancia. En el colegio era, junto a otro menor, el único niño de piel oscura. Y esto hacía que comentarios como "está sucio" marcaran su día a día. Aquello, sin duda, fue marcando la personalidad de un joven Schroder que ya iba haciendo sus pinitos en el baloncesto... Aunque sin tener continuidad.
De hecho, no resultaba extraño que mostrase públicamente sus enfados si su equipo perdía o el partido no le salía como él quería. Y hasta un día se presentó con vaqueros, zapatillas y cazadora a una prueba que los Atlanta Hawks, donde años después acabaría jugando, organizaron en Alemania. Su personalidad era su fuerte y su debilidad. Hasta el punto de que en la Federación alemana hubiera quien acabase por decirle que no iba a llegar a nada.
Para Schroder sus pasatiempos eran el skate -por culpa de su hermano- y jugar al baloncesto imitando vídeos y jugadas que encontraba por internet. Sin embargo, la temprana muerte de su padre, Axel Schroder, por problemas de corazón lo cambió todo cuando tenía 16 años. Él siempre había escuchado a su padre decirle que se dedicase al baloncesto de una forma más seria -hasta entonces iba a entrenar cuando le apetecía- y una carta hallada un día después del fallecimiento hizo a Dennis replanteárselo de verdad. En ella, su padre le día que el deporte de la pelota naranja podía cambiar su vida y la de su familia. Y aquello se lo tomó Dennis al pie de la letra.
Al principio, nadie quería apostar por él. Es lo que tiene ser un bad boy desde pequeño. Pero finalmente acabaron dándole otra oportunidad en el Phantoms Braunschweig y no la desaprovechó. En 2011 debutó con el primer equipo y en su segunda temporada fue elegido mejor jugador joven y jugador más mejorado de la liga alemana. Tras ello, acabó siendo elegido en el pick 17 -su dorsal- del Draft de 2013 por los Hawks, arrancando así una carrera que también ha pasado por Oklahoma, Los Ángeles, Houston y que este verano ha puesto rumbo a Toronto. No si antes pasar por el Mundial de Indonesia, Japón y Filipinas, donde si a España le salen las cosas bien, acabará midiéndose en cuartos de final.