El método Svetislav Pesic, un modelo de éxito en el baloncesto internacional
Serbia está a un sólo partido de conseguir su primer oro como país en un Mundial.

"La clave del baloncesto europeo -o FIBA- es encontrar la oportunidad para cambiar el ritmo del juego". Hay miles y miles de teorías sobre el baloncesto, sobre cómo jugarlo o plantearlo. Pero entre todos ellos, hay uno que sobre sale por encima del resto y que este Mundial ha demostrado, una vez más, que el baloncesto es mucho más que grandes nombres o jugadas de póster. Y es el que se puede llamar el Método Pesic, una fórmula que desde hace ya más de cuatro décadas lleva usando el técnico y ahora seleccionador de Serbia, Svetislav Pesic. Un catedrático del baloncesto al que se le cayeron sus grandes nombres de la plantilla, pero que, aún así, está a sólo un partido de lograr el que puede ser su segundo Mundial como entrenador.
Hablar de Pesic es hablar de historia y, sobre todo, hablar de baloncesto. Es entender el deporte de las manos como un todo con diferentes aristas entre las que estarían, por un lado, el baloncesto que se practica en la NBA y, por otro, el europeo o baloncesto FIBA. Y en el caso del segundo, Pesic es toda una eminencia. Un maestro de maestros capaz de llevar a lo más alto -o casi- a un conjunto de jugadores que creen y confían en lo que imparte.
Por eso ahora, a sus 74 años, está a sólo una victoria de volver a llevar a los suyos a tocar el cielo... 21 años después. Porque ya, en el año 2002, cuando entonces Serbia no existía como tal y los ahora países balcánicos se encontraban bajo el paraguas de la extinta Yugoslavia, este entrenador, de entonces 53 años, supo cómo coronar a los suyos como los reyes del mundo en el baloncesto. Aquello fue en Indianápolis, sólo dos años después de hacerse con las riendas de aquella selección. Pero lo de Pesic va mucho más allá en el tiempo. Tanto que hay que remontarse a los inicios de los años 80.
En 1979, un aún joven Pesic de sólo 30 años se proclamó campeón de Europa con el Bosna Sarajevo, el equipo en el que militaba desde hacía nueve años (1971) tras haber pasado por el Partizan y el KK Pirot. Aquel fue el último título que levantó con las botas puestas, porque tras ello decidió colgarlas y pasarse al otro lado del banquillo. Ahí, en el Bosna Sarajevo se hizo cargo por primera vez de la pizarra. Era el año 1980 y fue entonces cuando comenzó a forjarse la historia del que hoy es uno de los mejores entrenadores del mundo.
Su manera de entender el baloncesto siempre fue especial. Y por eso, a los pocos años de empezar su carrera como técnico llegaron sus primeros títulos. Estos fueron con una liga de Yugoslavia en la temporada 1982-1983 y una Copa de Yugoslavia al año siguiente. Mientras que los primeros galardones internacionales llegaron con las categorías inferiores de la selección de Yugoslavia, con las que logró tres oros europeos -uno con la selección cadete y dos con la júnior- entre 1985 y 1987. Aunque el primero de sus grandes títulos lo logró tras saltar a tierras germanas.
En el año 1993, estando a cargo de la selección de Alemania se colgó el oro en el Eurobasket, siendo este su debut en un podio internacional como seleccionador, algo que le hizo ganar la Medalla al Mérito de la Federación Alemana. Y es que su carrera en los banquillos alemanes también fue bastante laureada. Como entrenador del Alba Berlín logró una Copa Korac (1994-1995), cuatro ligas consecutivas de Alemania (de la temporada 1996-1997 a la 1999-2000) -en las tres primeras fue elegido Mejor entrenador de la Bundesliga- y dos Copas de Baloncesto de Alemania (en 1997 y 1999).
Todo aquello hizo que la entonces Federación yugoslava acabase optando por él para el banquillo de una selección a la que, en su primer año, hizo campeona de Europa (2001) y en el segundo la elevó al trono mundial (2002). Ese mismo año aterrizó en España, tras haber pasado una temporada en el Rhein Energy Colonia alemán, y cogió a un Barça en el que acabaría teniendo dos etapas. Y es que en aquella primera lo proclamó campeón de Liga en su primera temporada (2002-2003), campeón de la Copa del Rey (2003) y campeón, por primera vez en su historia, de la Euroliga (2003).
Tras ello, pasó por varios equipos, como el Lottomatica de Roma, el Girona -con el que ganó una Eurocopa de la FIBA-, Dinamo Moscú, Estrella Roja y Valencia, para de nuevo acabar teniendo una segunda etapa en varios equipos y selecciones: Estrella Roja, Alemania y Barça (con el que ganó otras dos Copas del Rey en 2018 y 2019); y antes pasó por el Bayern de Múnich -donde entonces ya era su hijo Marko director deportivo- donde estuvo entre 2012 y 2016 y logró una Bundesliga (2013-2014).
Mientras tanto, Serbia, ya constituido como país, había logrado cuatro platas: dos europeas en 2009 y 2017; una en el Mundial de 2014 y otra en los Juegos de Río 2016 a los que accedió a través del Preolímpico, tras perderse las citas de 2008 y 2012. Mientras que volvió a quedarse fuera de los de Tokyo en 2021. Fue entonces cuando la Federación Serbia llamó a Pesic para hacerse cargo del equipo. Y aunque el Eurobasket 2022 no fue bien -quedaron novenos pese a contar con las grandes estrellas- todo cambió de cara al Mundial.
Ahí es donde ha salido a relucir el famosoMétodo Pesic. Ese que va más allá de las estrellas o los nombres. "Tú no puedes jugar los 40 minutos con sólo contraataques o ataque posicional. El baloncesto europeo es otro baloncesto. El baloncesto NBA fluye. La clave del baloncesto europeo es encontrar la oportunidad para cambiar el ritmo del juego: contraataque y ataque posicional; ataque posicional y contraataque. Juego interior y exterior. No sólo triples, triples y triples", dijo Pesic en unas declaraciones recogidas por el portal Basketnews.
Y esa es la clave del éxito que ha tenido con Serbia, una selección a la que se le cayeron la mayoría de sus estrellas -Nikola Jovic, Vasilije Mici, Nikola Kalinic, Nemanja Nedovic...-, pero a la que ha sabido imprimar esa filosofía y ese gen competitivo que siempre ha caracterizado a sus equipos. ¿Cómo? "Cambiando el ritmo de juego: jugar dentro, fuera, pick and roll, saliendo de pantalla", como reconocía el técnico.
Y todo gracias al buen hacer colectivo, aplicando mucho IQ al juego, con mucho movimiento de balón y una circulación fluida, hallando los desajustes defensivos del rival y obligando, como se vio ante Canadá, a sacar a los interiores del perímetro. En definitiva, ofreciendo en sí más alternativas que las que, seguramente, tiene el baloncesto NBA y que han hecho que Pesic siga agrandando su leyenda y, 21 años después, vuelva a estar a sólo un partido de proclamarse, por segunda vez, campeón del mundo.
Algo que hará si vence, precisamente, a Alemania (domingo, 14:40 horas, la selección con la que él, por primera vez en su carrera, se subió a un podio internacional. Y eso sí, pase lo que pase lo que sí ocurrirá es que Pesic será el cuarto entrenador -junto a Nikolic, Belov, Valenzuela y Collet- con más medallas en un Mundial (dos).