Pablo Laso y el reto de tomar decisiones en caliente: "Llull tenía sus momentos de explosión, pero yo le entendía"
El exentrenador del Real Madrid reflexionó con Quique Peinado sobre cómo se gestiona un vestuario en situaciones difíciles

Manejar un vestuario desde la pizarra del entrenador nunca es sencillo, y mucho menos cuando las pulsaciones se disparan en un entrenamiento, en un tiempo muerto, en un conflicto. Es ahí cuando la mano izquierda de un director de orquesta entra en escena y se manifiesta imprescindible. De eso sabe un rato Pablo Laso, quien se pasó hace un par de semanas por un nuevo episodio de 'El Vestuario' de Quique Peinado para reflexionar, entre otras cosas, de cómo controlaba los egos y lidiaba con las revoluciones de sus jugadores en momentos puntuales de tensión.
Puedes ver aquí la entrevista completa de Quique Peinado a Pablo Laso
¿Cómo se hace para entrenar, en un momento dado, a un Real Madrid lleno de jugadores con trayectorias largas? Todos con su nombre, todos con su peso… A lo mejor el año que ganas la Euroliga está Nocioni, está el Chacho, está Llull, está Rudy… Hay mucha gente con mucho peso en ese vestuario. ¿Cómo se gestiona? ¿Qué tiene que hacer un entrenador ahí?
Yo creo que muchas veces poniéndoles unos límites que muchas veces necesitan. Aunque esto suene muy así, es como con los hijos. Tú tienes hijos ¿no? Les pones límites. ¿Eso significa que te quieran más o menos? Muchas veces no. Igual se cabrean, porque les dices que no abras la nevera, ¿no? Que no bebas leche a morro de la nevera.
Y, a Felipe Reyes, ¿qué le dices?
A Felipe Reyes igual le tienes que decir que no tire desde ahí, o que ponga un bloqueo a Carroll. Tienes que decirle las cosas que crees que serán buenas para el equipo. Yo creo que, de alguna manera, tienes que motivarlos para que entiendan que no va a ser decisivo lo que hagan ellos, sino lo que haga el equipo. En eso he tenido mucha suerte, porque he tenido siempre grandes jugadores. Vamos a hablar de uno que es amigo tuyo (se refiere a Quique Peinado), del Chacho. El Chacho, una vez, entrando en un vestuario, me dice: "¡Pablo, Pablo, ponme a Slaughter, joder! ¡Ponme a Slaughter!" Y yo decía: "¿Qué me estás diciendo?". Y el insistía: "¡Joder! Ponme a Slaughter para jugar. Yo con él juego bien." Al final, un jugador como el Chacho, que es un crack, te está diciendo que necesita a este chico para jugar bien. Yo creo que todos buscaban jugar bien ellos, pero entendían que necesitaban, entre comillas, del equipo. En este caso, el Chacho es muy gracioso, porque te estaba diciendo que le pusiera con un jugador, pero yo creo que al final todos sabían que se necesitaban, y eso es lo que tienen los grandes jugadores, que lo entienden.
La cosa buena de Laso es que, si se tiene que comer alguna de vez en cuando, se la come y no todos los entrenadores lo hacen. Se ve que entiendes bien que has estado en el lugar de los jugadores y que a veces tienes que dejar pasar alguna cosa
Sí, mira, yo… digamos que con el que más broncas he tenido, aunque la gente piense que le deje hacer de todo, era con Sergi (Llull). Pero yo entendía a Sergi, porque Sergi tenía un momento de explosión. Si tú ibas donde Sergi en un momento determinado y le decías algo y no se lo decías bien, iba a explotar. Tú tienes que aceptar que ese momento existe. Yo he vivido reacciones de jugadores casi hasta graciosas. Siempre cuento esta de uno que me preguntaba al final del tiempo muerto: "¿Qué jugamos?" Y yo contestar: "Coño, hemos estado aquí un minuto hablando". Los jugadores tienen esas cosas, pero están en unas revoluciones que tú tienes que entender.
Lo de anoche no debe ocurrir nunca en una cancha de baloncesto. Asumo mi responsabilidad por hacer esa dura falta que desencadenó el desastre posterior. Mis disculpas a todos los aficionados al baloncesto.
— Sergio Llull (@23Llull) April 28, 2023
Yo creo que en eso siempre me he considerado muy abierto, porque creo que el jugador muchas veces enseña al entrenador. El entrenador puede direccionarles, ayudarles, puede enseñarles, seguro. Pero muchas veces, digamos que el buen profesor va a mirar a los alumnos y va a decir: "¿Cómo llevo esto? Voy a ver cómo son los alumnos también", y esto es obligatorio en un entrenador.
Ha salido deslizado aquí que el entrenador es un poco padre y un poco profesor…
Sí, para mí sí. Tiene que serlo porque si no eres padre y profesor a la vez que entrenador, fracasarás. Yo creo que, al final, los jugadores, por mucho éxito que tengan o muy buenos que sean, buscan en la figura del entrenador alguien que les entienda. Es inevitable. Y si tú te retraes, piensas que te gustaría que tu padre te entendiera o que tu profesor te entienda.
Ser entrenador no es simplemente salir y jugar la 5. No es: "Qué listo es porque juega la 5". La 5 la ve todo el mundo; todo el que entra ahora mismo con las tecnologías que hay, todo el mundo sabe las jugadas que vas a jugar. Pero, ¿por qué la 5 no funciona? Yo tuve un jugador al que le decía que jugara el bloqueo directo hacia la derecha, pero le quitaban la derecha. ¿Qué hacemos entonces? ¿Paramos el partido y nos vamos? En este caso creo que hay que ayudarle, pero hay que hacerle entender que el otro también te ve, que vas a escaparte por la derecha, y así piensa que tienes que ir a la izquierda y hacer algo diferente. En esas cosas tienes que ayudarle, creo que tienes que lidiar un poco con eso, que los jugadores sean capaces de ver y de crear.