RELEVO TALKS

Rolando Uríos: "No quería hacer el ridículo, arrastrarme por la pista. Pero si no lo intentas, nunca sabrás si lo podías hacer"

El que fuera el mejor pivote de la historia del balonmano, vuelve a la pista con 51 años para ayudar al equipo de Ciudad Real, la ciudad que le acogió al llegar de Cuba y donde se consagró como jugador profesional.

Natalia Torrente
Michèle Novovitch

Natalia Torrente y Michèle Novovitch

El mejor pivote de la historia del balonmano, Rolando Uríos, ha decidido volver a las pistas. Lo hace por amor a su deporte, pero sobre todo a su equipo, a su ciudad. Aunque el BM Ciudad Real desapareció en 2013, colabora para formar a los pivotes del equipo BM Alarcos Ciudad Real.

Es el club en el que tomó el relevo del BM Ciudad Real. Tras la definitiva desaparición, el club dejaba huérfanos a más de cien chavales de todas las edades. Pero padres, directiva y empleados de aquel club de referencia en el balonmano mundial no estaban dispuestos a ello. Así que se pusieron manos a la obra y fundaron el BM Alarcos Ciudad Real.

La misma pasión con la que ha regresado a las pistas Rolando Uríos, quien hace trece años colgó la camiseta del conjunto manchego. Lo hace con 51 años.Vuelve, sin embargo, a un equipo menor. Un equipo que compite en la División de Plata, y lo hace "para echar una mano hasta que se recuperen los lesionados", dice.

Rolando, que llegó a pesar 130 kilos cuando dejó el deporte, ha vuelto a su peso de competición, incluso menos que cuando jugaba en el Ciudad Real.

Uríos, campeón mundial en 2005 con España, bronce olímpico, y tres veces campeón de Europa con el Ciudad Real, no tenía pensado este retorno a las pistas, pero ahora está "ilusionado por el recibimiento".

Antes de hablar de su regreso, nos cuenta cómo fue su llegada a Ciudad Real. "Fue gracias a Julio Fis y al BM Ciudad Real, que estaban buscando un pivote. Julio Fis me recomendó, se puso en contacto conmigo, me contó que querían ficharme y me preguntó si quería venir". "Si me sacan de aquí, a donde me lleven", comenta entre risas. "Además, España era una de las mejores ligas de balonmano del mundo en ese momento. Empezamos el contacto, las comunicaciones, los trámites… Era muy difícil salir de Cuba en ese momento. Después de muchas gestiones, en abril de 2001 vine con un precontrato con el Ciudad Real".

Uríos durante un partido de Champions League con el BM Ciudad Real en 2006.  GETTYIMAGES
Uríos durante un partido de Champions League con el BM Ciudad Real en 2006. GETTYIMAGES

Salir de Cuba suponía no poder volver

Rolando sabía que si salía de su país de origen, no podría regresar. Era una decisión difícil, pero la tomó convencido. "Si después de un año y un día no regresabas, ya te consideraban un desertor, un traidor. Pero yo vine convencido. Aparte de que si regresaba, me iban a hacer la vida 'un yogur'. No podría practicar más el deporte, iba a ser un desahuciado por el Gobierno cubano…", comenta.

"En Cuba dejé mi vida. La que se podía hacer en Cuba. Y dejé allí a mis dos hijos pequeños, a su madre y a toda la familia. Se enteraron de que yo estaba en España cuando me vieron por televisión". 

"Lo volvería a hacer. España me cambió el mundo. Vine a un club que estaba creciendo, el BM Ciudad Real. Iba a ser lo que siempre había hecho, que era jugar a balonmano. Y encima a este nivel profesional. Sin duda, me ha compensado. Luego estuve con la selección y al año me traje a mis hijos y a su madre, y este país nos ha acogido con los brazos abiertos. Están encantados porque se han podido formar aquí y tener su profesión", asegura Rolando.

La importancia de la acogida cuando eres inmigrante

Rolando no sólo es rotundo con su decisión de salir de Cuba, a pesar de que no podría volver más a su país. Sino que lo es, agradecido, con la ciudad que le acogió sin dudarlo, para que pudiera progresar hasta lograr ser el mejor pivote que había visto el equipo ciudarrealeño.

"Es muy importante que llegues a una ciudad y un país que te acoge. Además, hablábamos el mismo idioma. La gente te saluda, te quiere. Además, el balonmano es un deporte muy importante aquí en Ciudad Real. Te empiezan a conocer y nos permitieron adaptarnos muy bien a la ciudad. Siempre lo vamos a recordar con cariño y ese amor que sentimos por esta ciudad", reconoce el pivote.

"Me parecía que yo había nacido aquí. Que había vivido toda mi vida aquí. Nunca me he sentido extraño, nunca me he sentido de fuera. Además, era conocido por el balonmano y la gente de aquí es muy amable. Mucho más con los cubanos, tienen una relación muy cercana con nosotros. Era uno más".

Uríos, tras proclamarse campeón del mundo con España en 2006.  GETTYIMAGES
Uríos, tras proclamarse campeón del mundo con España en 2006. GETTYIMAGES

La retirada más amarga: las lesiones le obligaron a decir adiós

Rolando puede presumir de tener un palmarés envidiable. Fue campeón del mundo con España en 2005 y subcampeón europeo en 2006. Con el BM Ciudad Real ganó cuatro Ligas ASOBAL, dos Copas del Rey, seis Copas ASOBAL, dos Supercopas de España, fue tres veces campeón de Europa, y tiene dos Recopas y 3 Supercopas europeas.

Sin embargo, el momento de su carrera más amargo fue la retirada. Y no por tener que decir adiós. Sino por hacerlo obligado por las lesiones.

"Estuve aproximadamente un año con muchos dolores. Me volvieron a operar la otra rodilla. Las lesiones fueron en cadena. Las dos rodillas, el hombro… Lanzaba y me caía al suelo por el dolor. Lo pasé muy mal, fue muy amargo. Fue una retirada que no quería que fuese así. Con lesiones y con 38 años, que todavía podía jugar cuatro o cinco temporadas más porque yo me sentía muy bien. Pero bueno, entre el club y yo decidimos que tenía que retirarme, que no podía seguir una temporada más así, sin recuperarme. No podía estar al nivel de exigencia de los partidos, mis rodillas no aguantaban. Decidimos que me quedaría en el club, en las categorías inferiores, y acepté", dice con todavía nostalgia en los ojos Rolando.

"Después de jugar, cuando te bajaba la adrenalina del encuentro, te calmabas… y te dabas cuenta de que no podías levantarte del asiento. Caminaba y sentía como si fueran unos calambres durísimos en las piernas. Y yo me preguntaba, ¿qué me pasa? Es duro cuando un deportista sale de una lesión y no tiene una recuperación completa. Además, fueron mis únicas lesiones en mi carrera deportiva. Nunca me había lesionado de gravedad y parecía que mi cuerpo no estaba acostumbrado a tanto dolor", explica.

Psicológicamente, Rolando reconoce que también la lesión le lastró. El balonmano es un deporte de equipo, pero la lesión, por la recuperación que suponía, le aisló: "Estás solo. Vas al gimnasio tú solo. Tienes que hacer la recuperación tú solo… Te apartas del mundo que tú has vivido en el deporte. No puedes entrenar con tus compañeros ni hacer otra vida, porque necesitas recuperarte. Te vas autoaislando y cada vez me costaba más ir al pabellón porque la gente me preguntaba cuándo iba a volver. Los médicos intentaron por todos los medios recuperarme pero no se pudo".

"Una lesión te afecta mucho. Piensas que esto ha sido toda tu vida. Yo empecé en el balonmano con nueve años. Sabía que podía jugar cuatro o cinco años más. Disfruto jugando a balonmano, entrenando. Y de repente te ves que tienes que dejarlo de un día para otro".

Vivió el peor año a nivel profesional, pero sin duda a nivel personal también. Rolando perdió a su padre el año de su retirada. Falleció mientras el jugaba con el BM Ciudad Real: "Además, coincidió que ese mismo año mi padre murió aquí en Ciudad Real. Estaba jugando y mi padre estaba en el tanatorio".

La vuelta a la pista, con 51 años

Durante estos trece años, desde que se retirara en julio de 2009, Rolando siempre ha estado vinculado al balonmano como entrenador. Hasta que se presenta el momento de volver a la pista. Y cerrar su historia de amor con el equipo de balonmano de Ciudad Real.

"Julio Fis, quien me trajo a Ciudad Real, me pide jugar de nuevo, que ayude al equipo porque el pivote se ha lesionado y tiene que pasar por quirófano. Pero claro, tengo 51 años. Los golpes son dobles ahora. Sabía que me iba a costar más. Siento indecisión. Le digo que me deje pensarlo…" cuenta Uríos.

"No quería hacer el ridículo, arrastrarme por la pista. Pensaba que me iban a decir de todo… Pero finalmente tomé la decisión. Una decisión arriesgada, porque te puedes lesionar en cualquier momento. El presidente me dijo que él pensaba que era un bulo. Que no se creía los comentarios que le llegaban", comenta sonriendo Rolando.

"Yo pregunté si realmente pensaba que un jugador retirado hace trece años, con 51 ahora, podía ayudarles. Respondieron que sin duda. Que se me ve muy bien. Lo pensé bien, necesitaba analizarlo con la familia, con mis hijos. Y finalmente me arriesgué. Al menos durante los primeros partidos de la liga, aunque la gente ahora quiere que termine la temporada…" dice Uríos entre risas.

Rolando tiene claras sus razones. "Lo hago porque me gusta y por echar una mano al club. Serán unos partidos, el tiempo que pueda estar aquí. Hasta que se consiga un pivote. O cuando yo no pueda más".

Habla de la sorpresa que causó su regreso, pero también de la admiración que sus nuevos colegas sienten hacia él: "Los compañeros están contentos, son como si fueran mis hijos. Son chavales muy jóvenes. Hay dos chavales que jugaron con mi hijo desde alevines. Estoy sorprendido. Nunca pensé jugar con ellos en el mismo equipo, pero me han acogido muy bien. Están contentos", cuenta sobre el equipo.

El domingo fue su primer partido y Rolando cuenta a Relevo, emocionado, llo que sintió al saltar de nuevo a la pista: "Te vienen muchos recuerdos porque yo debuté aquí también cuando vine de Cuba. En el mismo pabellón. Ver el pabellón como antes, lleno de gente que apoya a los equipos de la ciudad, fue muy bonito. Fue muy emocionante. Fue como revivir la experiencia que tuve cuando vine de Cuba".

Rolando Uríos en su regreso a las pistas con el BM Alarcos ante el Caserío Ciudad Real.  EFE
Rolando Uríos en su regreso a las pistas con el BM Alarcos ante el Caserío Ciudad Real. EFE

"Es una combinación de ilusión por volver a jugar, enseñar a los chicos, sentirte joven, más joven, entrar en un grupo prácticamente adolescente… Es una mezcla de todo". "Es una etapa dulce, aunque vaya a durar poco. Pero para mí es como volver a mis inicios de mi debut con el BM Ciudad Real".

Y zanja con una frase que conviene tener en cuenta en cualquier ámbito de la vida y en cualquier profesión: "Si no lo intentas, nunca sabrás si lo podías hacer". "Ver a los niños y niñas, con sus padres que me vieron jugar a mí, que se acercan a mí, que quieren estar conmigo, hacerse fotos… es emocionante. Además, mi hija, que tiene 5 años, ha podido verme jugar. Es algo bonito porque puedo decir, ahora sí, que mis tres hijos me han visto jugando a balonmano", dice orgulloso el pivote que nos hizo, en 2005, campeones del mundo.