CICLISMO

Las caídas muestran la cruda realidad del ciclismo: "Muchas noches he soñado que me caía y me hacía daño"

Tras los incidentes en la Itzulia y el Critérium del Dauphiné, Relevo conversa con Samuel Sánchez e Igor Antón, ciclistas que vivieron caídas similares en sus respectivas carreras.

Igor Antón y Samuel Sánchez, sobre la imagen de Primoz Roglic mostrando sus heridas tras la caída masiva de la Itzulia./RELEVO
Igor Antón y Samuel Sánchez, sobre la imagen de Primoz Roglic mostrando sus heridas tras la caída masiva de la Itzulia. RELEVO
Daniel Arribas

Daniel Arribas

Sesenta días exactos. Es el tiempo que ha transcurrido desde la tarde en que una caída múltiple trastocó el guion de la temporada ciclista. En el puerto de la Cruzeta, pleno corazón de la montaña alavesa, Jonas Vingegaard, Remco Evenepoel y Primoz Roglic impactaron a gran velocidad contra el suelo, cada uno en un punto diferente de la curva, y abandonaron la Vuelta al País Vasco. El esloveno, el menos damnificado de los tres favoritos caídos, compartió una imagen de sus múltiples abrasiones en las redes sociales.

"Seguro que ha tenido días de muchísima incomodidad en la ducha y sobre todo en la cama, donde las sábanas te queman con cualquier roce y las heridas, al secarse, empiezan a tirar muy fuerte de la piel", asegura a Relevo el asturiano Samuel Sánchez, vencedor de la Itzulia en 2012, cuando se impuso a Joaquim 'Purito' Rodríguez por tan solo 12 segundos. "Al final, es el mal nuestro de cada día. Las caídas son parte de nuestro deporte, tenemos que aprender a vivir con ello".

Hoy, dos meses después del fatídico incidente en Álava, y con Jonas Vingegaard todavía ausente de cualquier competición desde entonces, el pelotón ha sufrido una nueva caída masiva en el Critérium del Dauphiné, prólogo de excepción para el Tour de Francia que arranca en tan solo tres semanas. Allí han caído, de nuevo, Primoz Roglic y Remco Evenepoel. También Juan Ayuso y Carlos Rodríguez. Ninguno, por suerte, parece haber sufrido grandes daños. Solo Steven Kruswijk y Dylan Van Baarle, ambos del Visma-Lease a Bike, han tenido que ser evacuados al hospital en ambulancia.

Primoz Roglic, tratándose las heridas tras la caída en la Vuelta al País Vasco, el pasado mes de abril. Instagram: @primozroglic
Primoz Roglic, tratándose las heridas tras la caída en la Vuelta al País Vasco, el pasado mes de abril. Instagram: @primozroglic

Sánchez, que también fue campeón olímpico y segundo en el Tour de Francia y La Vuelta a España, compartió filas en el equipo Euskaltel con el vizcaíno Igor Antón, ganador de múltiples etapas en la ronda española. "Hay peligro en bicicleta, es innegable", apunta el de Galdácano. "El nuestro es un deporte de riesgo. Puedes minimizar los daños, pero nunca eliminarlos por completo".

Ambos, Sánchez y Antón, sufrieron como profesionales caídas muy similares a las de la Itzulia y el Critérium del Dauphiné. No por el terreno, sino por las consecuencias. El primero sufrió un enganchón durante una etapa insulsa del Tour de Francia de 2012 y se rompió el acromioclavicular, la unión articular entre la clavícula y la escápula. "Fue terrible, porque iba a ser el abanderado de España en los Juegos Olímpicos de Londres y lo perdí todo", lamenta. El segundo, por su parte, vivió la cara amarga del ciclismo hasta en tres ocasiones.

"Iba a ser el abanderado de España en los JJOO de Londres y lo perdí todo"

Samuel Sánchez Ciclista

"La primera fue en 2008, que quizá la gente no la recuerda tanto, pero a mí fue la que más rabia me dio; fue bajando el Cordal, el puerto que precede al Angliru. Bajaba rápido, confiado, quizás demasiado, y se me fue la rueda delantera por un bache. Me rompí la clavícula y el trocánter (en el fémur)", recuerda. "Luego, en 2010, cuando iba líder de La Vuelta a España caí a seis kilómetros de meta y me rompí el codo. Ese día recuerdo además muchísimas quemaduras. Caí a 70km/h en seco sobre el asfalto. Fue una pena, porque quedaban siete etapas para el final y era la oportunidad de mi vida".

La tercera llegaría dos años más tarde, en 2012, cuando, en palabras del propio Antón, viviría el abandono más absurdo de su carrera. "Estábamos en la zona neutralizada, no habíamos ni arrancado la Lieja-Bastoña-Lieja de ese año y me rompí la clavícula", explica al otro lado del teléfono. "Recuerdo que ese día la radio no funcionaba en condiciones, estaba nervioso porque íbamos a salir ya y la cosa no marchaba, así que bajé al coche, me agarré para que lo solucionaran y en un bache, pum, caí de golpe... ¡Todavía hoy me muero de la rabia al pensarlo!".

Antón, a la izquierda, tras caer como líder de La Vuelta, en 2010. Sánchez, a la derecha, tras la caída en la Itzulia 2017. EFE
Antón, a la izquierda, tras caer como líder de La Vuelta, en 2010. Sánchez, a la derecha, tras la caída en la Itzulia 2017. EFE

Por suerte o por desgracia, Sánchez, 17 años como profesional, las ha visto de todos los colores. "Hay que ser muy fuerte de cabeza para ser capaz de darlo todo después de una caída", apunta. "Hay veces en las que llegas a temer por tu vida, sobre todo cuando ves caídas en las que algunos corredores han perdido la vida", añade Antón, compañero del asturiano en el Euskaltel durante ocho temporadas. "De hecho, no sabría decirte la cantidad de veces que he soñado que me caía y me hacía daño en la bicicleta. De esto que te levantas de golpe y asustado en la cama, eh...".

La rueda no para y una vez caído, como ya ha ocurrido este curso con Vingegaard, Roglic o Evenepoel, lo siguiente es volver. "Es un proceso complicado, porque tienes que respetar los tiempos, pero no siempre quieres", explica Sánchez. "A veces haces lo imposible por llegar al siguiente objetivo y no piensas en las posibles consecuencias. Luego está la experiencia de volver y ver si eres el mismo, entrenar con dolores... Todo eso te genera muchas dudas, incluso ansiedad. Hay que armarse de paciencia para volver después de una caída así".

Aun con todo, hay caídas que, según Antón, podrían evitarse. "Los ciclistas siempre vamos a intentar sobrepasar los límites, sea en un descenso, en un llano o donde sea. Al final, vas a tope y con la adrenalina no siempre piensas como deberías", sentencia. "Sin embargo, creo que habría que mirar minuciosamente los recorridos. No sé si un exciclista o quién, pero que se contrate a alguien para que mire cada etapa y detecte posibles tramos peligrosos. Es un trabajo duro, sin duda, pero avisar de ciertas curvas podría salvar caídas, estoy seguro. Al final, nunca podremos eliminar todos los riesgos, pero sí reducirlos. El ciclismo es un deporte muy duro y con caídas como las de esta temporada pierdes el trabajo de un año, cuando no algo peor. Todo se va en un chasquido".