CICLISMO

Chente García Acosta, el corazón de Movistar: "En el ciclismo o eres ganador o currela, yo me hice imprescindible"

Relevo se cita en Bélgica con el protagonista más querido de la serie 'El Día Menos Pensado' para descubrir su cara menos conocida: la de gregario.

Chente García Acosta, vencedor en la etapa 13 del Tour del 2000. /AP / CHRISTOPHE ENA
Chente García Acosta, vencedor en la etapa 13 del Tour del 2000. AP / CHRISTOPHE ENA
Andrés G. Armero

Andrés G. Armero

Los más jóvenes asocian a José Vicente García Acosta (San Sebastián, 1972) a la popular serie de Movistar 'El Día Menos Pensado', donde su autenticidad le convierte en uno de los personajes más queridos. Pero más allá del "me cago en sos", "la fuga de la fuga" y "cadena al sótano" (su penúltimo hit), Chente es sinónimo de trabajo, de sacrificio y de honradez, es decir, de ciclismo.

Con cuatro años se mudó a Tafalla (Navarra) por el trabajo de su padre. A partir de los 11 se enroló en clubes de su tierra. Y llegaron las victorias, bastantes, desde infantiles a amateurs. Luego vino el ansiado salto a profesionales en 1995 con Banesto, donde aprendió un oficio que cambiaría su vida para siempre: el de gregario.

¿Cómo se pasa de los triunfos en categorías inferiores a tener que trabajar para los demás?

No soy un ganador nato. En infantiles sí, vencía en casi todas las carreras por la corpulencia. A partir de ahí, ganaba todos los años, pero no una barbaridad. Luego al llegar a Banesto ya nos iban dando nuestro rol, nos iban formando, con José Luis Jaimerena, para sacarnos a cada uno el mayor partido. Y siempre lo he agradecido, pese a venir de ganar 4 ó 5 pruebas en mi último año de amateur. Mi labor era la de gregario.

Los primeros pasos de Chente. RELEVO

¿Y lo asumió bien?

Pasamos de amateur a profesionales en el 95, con el equipo Banesto, Santi Blanco y yo. Él era ganador y yo sabía a lo que iba. Echando leches me di cuenta de que en el ciclismo está bien claro todo: o ganas o a trabajar, no hay término medio. O eres ganador o currela. Yo me puse el mono de trabajo. Aprendí todo lo que puede de los Marino Alonso, Joserra Uriarte... Y me hice imprescindible. Ser el mejor en lo que sea: subir bidones, el mejor; tapar viento, el mejor...

Chente García Acosta, tras su caída en el Tour de 1997.  PETER DEJONG / AP
Chente García Acosta, tras su caída en el Tour de 1997. PETER DEJONG / AP

En su debut en un Tour de Francia en 1997, una caída le retira en la cuarta etapa. ¿Cómo fue aquella desgracia?  

Hace poco vi una foto en la que salía sentado en un bordillo, tocándome la clavícula. Era mi primer Tour, iba con una ilusión de la leche. Bajando un puente, salió una señora con una cámara de fotos, yo no la llegué a ver. El que iba delante se la llevó y yo me caí y me rompí la clavícula. Una desilusión por irme del Tour, pero contento por lo que había visto. El Tour era otra cosa. A mí me tocó una operación, unos días en San Fermines y a preparar la Vuelta a España.

Logra recuperarse en tiempo récord y en esa Vuelta pega su primer gran chupinazo.

Fui con un rol de gregario, estaban Abraham Olano y Chava Jiménez. Abraham se bajó y no nos quedó otra que buscar oportunidades. Estuve en mil peleas hasta que salió la victoria del Naranco. A todas mis victorias, que no son muchas, les tengo mucho cariño, pero a esa, por ser la primera, mucho más.

Y en el 98 acaba 13 el Mundial, mejor español, cuatro puestos por delante de un tal Óscar Freire.

Fue un día de perros en Valkenburg (Países Bajos), yo iba superfuerte y mentalizado. Me metí en una fuga en la que estaban Lance Armstrong, Oscar Camenzind, que al final ganó. Hubo una caída, me tocó parar y se nos fueron. Vamos, que estuve en la fuga, pero no en la fuga de la fuga, para intentar disputar el Mundial.

Chente García Acosta, sobre el Mundial de 1998. RELEVO

Tour del 2000, el 14 de julio, día nacional francés. ¿El día de gloria en la vida de un gregario?

Estaba muy bien en ese Tour. Había hecho tercero en una etapa unos días antes. Y, como era un tío terco, como buen navarro, hasta que no conseguí otra fuga no paré. Es uno de los días que todo te sale bien. Esa victoria fue el 14 de julio, con dos franceses (Nicolas Jalabert y Pascal Hervé) y con el dorsal 14, la única vez que el Tour terminó en Draguignan. Muchísima gente me la recuerda, me llama mucho la atención.

Chente habla de sus triunfos más importantes. RELEVO

Se le recuerda por aquella victoria en el Tour, pero también por lucir sus pañuelos rojos en Francia.

'Vamos, eso es sagrado! El pañuelo el día 7 de julio por San Fermín es supersagrado. Al final, son un montón de años y de pañuelos de todos los Tour en los que hemos estado.

Su última gran victoria en una grande llegó en una etapa mítica de la Vuelta, en el 2002. ¿Qué pasó aquel día en Ávila?

Siempre me había gustado. Era un final mítico de La Vuelta. Había visto vencer a Hinault (en una etapa legendaria en 1983). Marino Alonso me decía: "Para ser grande tienes que haber ganado en Ávila". Él lo había hecho (en 1993). Yo tenía puesta una cruz. Fue la típica escapada de salida y yo ya iba cavilando cómo engañarles. Arranqué a 50 km de meta y dije: "Venga, lo que salga". Y escuché: "Dejadlo, que luego lo cogemos". Fui regulando y llegué. Había un montón de gente en las murallas. Fue muy chulo.

Pero la Vuelta también le dio tristezas y le retiró del ciclismo en 2011. ¿No querrá volver a pasar por Valdepeñas de Jaén, no?

Pues he pasado por esa curva bastantes veces después. Aún me pregunto cómo leches me pude caer ahí. Se te van las ruedas de la bici y sales volando. Rompí cúbito, radio (que ya tenía una chapa de una fractura anterior), una vértebra y sobre todo tuve un hematoma enorme. Me quedé en 7,9 de hemoglobina y me costó bastante recuperarme.

Chente recuerda su adiós al ciclismo. RELEVO

¡Qué injusto irse así del ciclismo!

No me gustó haberme retirado así. En mi cabeza estaba ir pasando los días en esa Vuelta y en Madrid hacerme 'una de Valverde' (se refiere al homenaje del murciano en La Vuelta 2022). Tuvo que ser así y no se puede cambiar. Y nada, ya le dimos la vuelta.

Los líderes, desde los ojos del gregario

Miguel Induráin: Coincidí dos años con él y aprendí muchísimo. Era todo calma y tranquilidad. ¡Claro, tenía un gas inhumano! Una experiencia muy chula que en mi primer año (en 1995) me cambió el chip de trabajar de gregario. Estuve en toda su preparación del Tour, pero no llegué a correr una grande con él.

Abraham Olano: Parecido a Miguel en cuanto a tranquilidad, quizá un poco más meticuloso, recto. Tenemos una gran experiencia antes de La Vuelta del 98. Fuimos a entrenar la contrarreloj por parejas a su casa, ahí a tras moto... para preparar el GP Eddy Merckx. ¡Lo mal que lo pasé en una contrarreloj por parejas! ¡Jamás pensé que lo pasaría tan mal! Pero al final conseguimos la victoria.

José María 'Chava' Jiménez: Era genio y figura. Muchas risas. Cuando estaba bien y tenía la etapa puesta en la cabeza, pocas veces fallaba. Tengo muy buenos recuerdos con el Chava.

Alex Zülle: Un tío supermajo, tengo una relación de la leche con él. Pasamos muchos días juntos en la habitación. Tenía un motorazo impresionante. Pero era de los que había que decirle todo. Te preguntaba todo. Cosas que dices: "¡Joder, Alex!". Estuvo con nosotros dos años. Seguimos en contacto. Cuando voy al Tour de Suiza a veces se sube en el coche conmigo para recordar anécdotas.

Alejandro Valverde: Con el que más he coincidido, al que conozco mejor y para el que más he trabajado: de corredor, de director y ahora también lo sigo conociendo. Hemos ganado muchísimas cosas. Un crack, un gran tipo y un apasionado del ciclismo. Con 42 años sigue como si tuviese 23. ¡Impresionante!