Cuáles son los cinco monumentos del ciclismo
Son las carreras ciclistas de un día más prestigiosas del mundo.

Hasta hace unos años, el ciclismo en España era profundamente vueltómano. Lo eran sus corredores, la línea de grandes campeones que va desde Federico Martín Bahamontes hasta Alberto Contador. Por consecuencia, también los aficionados, quienes fundamentaron su seguimiento en tediosas tardes de verano viendo por televisión el Tour de Francia y La Vuelta. Sin embargo, con la irrupción de Internet, el paradigma cambió por completo. De manera literal, pero también metafórica, la primavera ciclista se abrió en nuestro país. Ante nosotros aparecieron una serie de carreras de un día llamadas popularmente clásicas, de las que destacan los cinco monumentos del ciclismo. Todo un espectáculo que, ya para muchos, supone la mejor parte del calendario ciclista.
Evidentemente, estas pruebas ya estaban ahí. De hecho, muchas de ellas son más antiguas que las llamadas grandes vueltas. Por poner un ejemplo, la primera edición de la Lieja-Bastoña-Lieja data de 1892, siendo considerada la decana en este tipo de eventos. Sin embargo, por su localización geográfica, recorrido o por el arquetipo de corredor que surgía en España, siempre tendente a producir grandes escaladores, nunca terminaron de calar en el ciclismo español. El mejor ejemplo de ello es Miguel Poblet. Seguramente, el mejor clasicómano español hasta la irrupción de Óscar Freire y Alejandro Valverde. Sin embargo, en el imaginario popular es relativamente desconocido, pese a sumar dos Milán-San Remo y, en total, siete podios en monumentos.
Qué es un monumento en ciclismo
Monumento es como se conoce en ciclismo a las cinco carreras de un día más prestigiosas dentro del calendario internacional. Se tratan de cinco pruebas que poseen como nexo de unión que todas ellas fueron creadas antes de la primera Guerra Mundial. Además, cuentan con un recorrido de más de 240 km de longitud. Por tanto, la tradición que poseen, unida a la dureza de su trazado, han generado en ellas una cierta leyenda de carreras míticas. Lo que las convierte en un objetivo para los mejores ciclistas del pelotón y, por tanto, en citas ineludibles para los aficionados.
Los cinco monumentos del ciclismo son: Milán-San Remo, Tour de Flandes, París-Roubaix, Lieja-Bastoña-Lieja y Giro de Lombardía. Se disputan siempre en este orden y todas menos la última se celebran durante la primera. Debido a su estatus, son las carreras de un día que más puntos otorgan para el ranking de la UCI, siendo consideradas pruebas de tercera categoría. Por encima de ellas solo están el Tour, de primera categoría, y Giro y Vuelta, de segunda.
Cuáles son los cinco monumentos del ciclismo
- Milán-San Remo (Italia)
- Tour de Flandes (Bélgica)
- París-Roubaix (Francia)
- Lieja-Bastoña-Lieja (Bélgica)
- Giro de Lombardía (Italia)
Milán-San Remo
La Milán-San Remo es la primera clásica del año. Se corrió por primera vez en 1907 y generalmente se suele disputar el tercer sábado de marzo, aunque esto puede cambiar según necesidades del calendario. Se caracteriza por tener un recorrido particularmente largo: 298 kilómetros, aunque discurre por parajes prácticamente llanos. Por ello, también es conocida como el monumento de los sprinters, pues en muchos años tiende a resolverse por medio de una volata.
Se trata también del monumento en el que más éxito ha tenido el ciclismo español. Freire ha conseguido reinar en la meta de San Remo en tres ocasiones (2004, 2007 y 2010), mientras que Poblet lo hizo dos veces: 1957 y 1959. El ciclista que más veces se ha llevado la prueba es Eddy Merckx, como no. El Caníbal, llamado así por salir a ganar todas las carreras de las que tomaba parte, ganó un total de siete Milán-San Remo (1966, 1967, 1969, 1971, 1972, 1975 y 1976).
Tour de Flandes
El Tour de Flandes es, como su propio nombre indica, la prueba más importante de todas las que se celebran en dicha región belga, considerada una de las cunas ciclistas del mundo. Se celebró por primera vez e 1913 y se caracteriza por ser, junto a la París-Roubaix, uno de los dos monumentos que incluyen zonas adoquinadas. Son los llamados muros de pavés, tramos cortos de terreno inestable y grandes porcentajes de desnivel. Trampas rompepiernas que año tras año dejan imágenes icónicas para el recuerdo, que además se complican de sobremanera si el tiempo no acompaña.
This one on Paterberg was brutal—45 sec staying seated in saddle, a couple of spins out of saddle and back to saddle that total time at front was around a minute. Pogacar knows how to deal with final uphill of RVV. #E3SaxoClassic pic.twitter.com/fguYvoh7Sn (📼 via @ruedalenticular)
— ammattipyöräily (@ammattipyoraily) March 24, 2023
En el Tour de Flandes el recorrido puede cambiar ligeramente de una edición a otra. Sobre todo en el tramo inicial de la prueba que tiende a ser llano. Sin embargo, existen varios puntos míticos por los que los corredores pasan todos los años, casi siempre en más de una ocasión. Las más famosas son Paterberg, una rampa de 400 metros al 12,5% de desnivel promedio, Koppenberg (600 m al 11,6%), Taaienberg (800 m al 7,1%, aunque con picos del 18%) o Kruisberg, casi dos km al 5%. Es importante remarcar que todos estos tramos adoquinados se encuentran en perfectas condiciones, por lo que sirven para desgastar a los ciclistas pero rara vez son decisivos.
París-Roubaix
Algo que no sucede en la París-Roubaix, el otro gran monumento adoquinado y cuyas condiciones de carrera son mucho más salvajes. De hecho, a la carrera se la apoda como El infierno del norte y hay mucho de verdad en dicho sobrenombre. Además de tramos de pavés, la París-Roubaix incluye en muchas ocasiones algunas secciones directamente en tierra sin asfaltar. Unos obstáculos que la propia organización categoriza con estrellas según su dificultad. Es por ello que evitar tanto las caídas como los pinchazos se ha convertido en parte integral de la prueba.
Sobre todo si las condiciones climáticas no acompañan. Un ejemplo claro de ello fue la edición de 2021. La carrera regresaba aquel año tras el parón de un año por la pandemia del Covid-19. Lo hizo, además, en un día de lluvia, lo que convirtió las carreteras prácticamente en intransitables. Sin embargo, los esforzados de la ruta no dudaron en llenarse de barro hasta los ojos en un evento que, por momentos, parecía más una reedición de Humor Amarillo que una de las carreras ciclistas más prestigiosas del mundo. La imagen de Sonny Colbrelli, Florian Vermeesch y Mathieu van der Poel llegando al velódromo de Roubaix cubiertos completamente de tierra es tan icónica como poderosa.
Lieja-Bastoña-Lieja
Como decíamos, la Lieja-Bastoña-Lieja es el monumento más antiguo de todos, ya que celebró su primera edición en 1892. Tiene algo de trampa, eso sí, ya que de 1895 a 1907 no se disputó. No obstante, posteriormente se reanudó y, con pequeños parones lógicos, ya sea por conflictos bélicos u otros motivos, se ha mantenido estable dentro del calendario ciclista. En cierto modo, la Lieja-Bastoña-Lieja posee un aire de gran fiesta final. Por un lado, sirve como colofón a las clásicas de las Ardenas, que incluyen carreras de gran prestigio como la Amstel Gold Race o la Flecha Valona. Además, también es la despedida de la primavera ciclista, ya que es el último monumento que se disputa antes de la temporada de las grandes vueltas.
Para el ciclismo español, la Lieja-Bastoña-Lieja es además sinónimo de Alejandro Valverde. El Bala ha ganado la prueba en cuatro ocasiones: 2006, 2008, 2015 y 2017. Una cifra que le convierte en el segundo ciclista con más títulos, empatado con el italiano Moreno Argentino, y solo por detrás del legendario Eddy Merckx, que ganó en cinco ocasiones.
Giro de Lombardía
El Giro de Lombardía posee la peculiaridad de disputarse en otoño. De hecho, es la prueba más importante que se disputa en esa época del año. Comenzó a correrse en 1905 y se trata de la prueba que menos interrupciones ha sufrido de todas, ya que únicamente no se disputó en 1943 y 1944 a causa de la Segunda Guerra Mundial. Es conocida como el monumento de los escaladores, ya que su recorrido suele incluir cinco o seis ascensiones escarpadas. Aunque el recorrido es modificado de vez en cuando, posee la característica de tender a terminar cuesta abajo. Una circunstancia que provoca que su palmarés pueda ser más variado respecto al perfil de sus ganadores.
El gran dominador histórico del Giro de Lombardía es Fausto Coppi. El legendario ciclista italiano ganó la prueba en cinco ocasiones: 1946, 1947, 1948, 1949 y 1954. No solo eso, en tres de esos años consiguió el llamado doblete, consistente en vencer tanto en la Milán-San Remo, (el monumento de los sprinters), como en Lombardía (la clásica de los escaladores). Un hito que demuestra su talla histórica como ciclista. De hecho, Merckx, quien es utilizado como baremo universal en lo que ha grandeza en el ciclismo se refiere, consiguió dicho hito en dos ocasiones: 1971 y 1972. Respecto a la participación española, el Giro de Lombardía es territorio de Purito Rodríguez, que ganó en 2012 y repitió en 2013.