GIRO DE ITALIA

El presente continuo de Tadej Pogačar y Nairo Quintana: "Me enfadaba que no atacara de lejos"

Esloveno y colombiano, representantes de dos épocas muy distantes del ciclismo, se jugaron la victoria en la etapa reina del Giro de Italia.

Tadej Pogačar (izquierda) y Nairo Quintana (derecha), jugándose la etapa de Livigno. /LUCA BETTINI (POOL) / AFP
Tadej Pogačar (izquierda) y Nairo Quintana (derecha), jugándose la etapa de Livigno. LUCA BETTINI (POOL) / AFP
Fran Reyes

Fran Reyes

Aunque hayamos aprendido a distinguir pasado, presente y futuro para simplificar el mundo en que nos movemos, la realidad es que todos los objetos existen en un continuo cuyas propiedades dependen únicamente del observador. Fuimos los observadores quienes este domingo en torno a las 17h, en plena ascensión a Mottolino, a sólo dos kilómetros de la meta de la 15ª etapa del Giro de Italia 2024, vimos superponerse al pasado y el presente del ciclismo, creyendo que existían a la vez de forma excepcional.

El pasado era Nairo Quintana. El ganador del Giro de Italia de 2014, que regresa siete años después de su última participación en lo que parece un guiño a la nostalgia, al "cuenta lo que fuimos" de un Movistar Team que sonríe con más fuerza mirando su pasado o su futuro que su presente. El colombiano, ávido de éxitos tras dos semanas entrando en competiciónpor mor de una preparación muy deficiente a causa de enfermedades, caídas y lesiones, se había lanzado a la ofensiva en una monstruosa escapada de medio centenar de ciclistas. Fue la sombra del más fuerte del grupo, Michael Storer, hasta que pudo ajusticiarlo y marcharse en solitario a por el triunfo.

El presente era Tadej Pogačar. La 'maglia rosa', exuberante para delicia de espectadores y compañeros, poderoso para desesperación de sus adversarios. Había arrancado en el Passo di Foscagno, a unos 15 kilómetros de la meta de una jornada reina que constaba de 222, y rápidamente había puesto tres minutos de tierra por medio entre él y sus rivales, o comparsas, en la pelea por la general. Tras enjugar los dos minutos que le sacaba Nairo, se disponía a rebasarle bajo la pancarta de dos kilómetros a meta. Y ahí, en un instante tan precioso como desconcertante para quienes hemos presenciado el cénit de ambos ciclistas, le superó sin contemplaciones.

En la entrevista posterior a su triunfo, chaqueta de UAE Team Emirates abierta sobre la 'maglia rosa', el periodista Jeff Quénet recuerda a Pogačar que él veía a Quintana por televisión. "Sí, sí, veía a Froome y Quintana atacarse entre sí", entra jovial al juego el esloveno, "pero siempre atacaban demasiado cerca de la final. Me enfadaba con Quintana porque no intentaba marcharse desde lejos". El eterno 'meme' de Nairo (la especulación, el codo) contra la estampa gloriosa de Tadej (los ataques voraces, el pelo rebelde escapándose del casco). "No obstante, hoy ha hecho una gran carrera. Se merece una mención de honor, sin duda". Si aceptamos que el pasado existe, en una interacción del Quintana en apogeo y el Pogačar cadete hace 10 años hubiera sido el colombiano quien regalara esa 'mención de honor'.

Nairoman sí cree en el pasado, el presente y el futuro. Aceptó con gracia la derrota ante Pogačar, "un ciclista sólido que puede ganar lo que quiera", y reconoció que se vació "intentando que no me alcanzara". Supo hallar el lado positivo de los acontecimientos: "Este segundo lugar sabe muy bien. Éste ha sido un año difícil y ya estamos en el buen camino. Esta actuación es para mí es un gran logro. Estoy emocionado". Y, como él, todos esos aficionados que, ecos de un pasado que en realidad es presente continuo, gritaban en meta: "Nairo, Nairo, Nairo". Esperan una gran victoria del colombiano en la última semana del Giro, y gozan de motivos para creer en ella.