CICLISMO

El Movistar Oier Lazkano recibe el piropo que jamás imaginó un ciclista español: "¡Es un 'flandrien'!"

Bélgica se rinde ante la fuerza descomunal de un corredor al que identifican como uno de los suyos, con un adjetivo con historia.

Oier Lazkano lanza un ataque feroz en la clásica E3 el pasado 22 de marzo. /GETTY SPORT / MOVISTAR TEAM
Oier Lazkano lanza un ataque feroz en la clásica E3 el pasado 22 de marzo. GETTY SPORT / MOVISTAR TEAM
Andrés G. Armero

Andrés G. Armero

A veces la actitud vale más que los puestos. Oier Lazkano no pudo superar la prueba de patinaje del Koppenberg, decisiva en el Tour de Flandes, pero el vitoriano de Movistar dio la talla en una Misa Mayor que venció el todopoderoso Mathieu van der Poel y con la que soñó durante unos minutos el asturiano Iván García Cortina.

Lejos de encerrarse para lamerse las heridas, Lazkano permaneció fuera del bus del equipo en la meta de Oudenaarde para corresponder a los aficionados. Comiendo un bocadillo de tortilla francesa y jamón serrano, y ataviado con la tradicional txapela vasca, el alavés atendió a los numerosos seguidores que le requerían para fotos y autógrafos.

"Le conocen muchísimo, quizá hay más afición aquí por Oier que en España", comenta Carlos Canal, compañero de Movistar. "Oier ya ha dado el paso con el público belga", confirma el también telefónico Iván García Cortina. Él responde con su sobriedad habitual: "Es muy bonito el cariño que me brindan".

Lazkano, con dos aficionados tras el Tour de Flandes.  RELEVO
Lazkano, con dos aficionados tras el Tour de Flandes. RELEVO

En Bélgica lo descubrieron antes incluso que en casa tras firmar en 2023 una histórica segunda posición en A Través de Flandes (Dwars Door Vlaanderen), la carrera que se disputa el miércoles previo a De Ronde. En 2024 tenía su reválida y el vasco de 24 años respondió en febrero a las primeras de cambio con un podio en la clásica Kuurne-Bruselas-Kuurne. El 22 de marzo, en la E3 Harelbeke, no obtuvo su mejor resultado (decimocuarto en meta), pero sí realizó su mayor exhibición. En el fragor de aquella batalla nació la leyenda.

Moviendo un desarrollo inhumano (al que su director Chente García Acosta se refiere con la consigna 'cadena al sótano'), el de Movistar puso contra las cuerdas hasta en tres ocasiones a los dioses de las piedras: Wout van Aert y Mathieu van der Poel, ganador en la meta de Harelbeke. En una de sus acometidas, el comentarista de Sporza José De Cauwer entró en erupción, en directo en televisión, con un adjetivo de valor incalculable: "Lazkano! Hij is een flandrien!" (¡Lazkano! ¡Es un 'flandrien'!) Pero... ¿qué es un 'flandrien'?

Son muchas las discusiones de los profetas del ciclismo belga sobre su significado, pero todas convergen en varios puntos. El término se le atribuye a Karel Van Wijnendaele, un periodista deportivo flamenco del Sportwereld, un periódico que nació en 1912 y que un año más tarde organizó por primera vez el Tour de Flandes para promocionarse. Tras dos ediciones, llegó el paréntesis por la Primera Guerra Mundial, en la que Alemania rompió la neutralidad de Bélgica para atacar a Francia por el norte y convirtió los campos de Flandes en un escenario de sangre, resistencia y drama durante cuatro años.

Karel Van Wijnendaele.  KOERSMUSEUM.BE
Karel Van Wijnendaele. KOERSMUSEUM.BE

Van Wijnendaele, que tuvo 14 hermanos y una infancia marcada por la pobreza, hizo de todo en el mundo del ciclismo (corredor frustrado, dueño de una tienda, organizador de carreras, entrenador, consultor, periodista...) y en el mundo en general (panadero, ganadero, sirviente...). Con 43 años, en 1925, logró ser copropietario de Sportwereld y del Tour de Flandes, una carrera que se convertiría en un símbolo de la identidad flamenca y de su lengua, el neerlandés, denostada durante años por las élites francófonas del joven país creado en 1830.

En ese contexto de hambruna y reconstrucción tras la Primera Guerra Mundial, volvió el Tour de Flandes. Y el término 'flandrien' comenzó a tomar forma para distinguir a una suerte de superhombre sobre dos ruedas, un arquetipo de ciclista flamenco dotado de una fuerza sobrehumana, capaz de pedalear hasta la extenuación sobre el barro y en los adoquines, inmutable ante la crueldad meteorológica de la zona. Un comando de élite en la gestión del sufrimiento que no se detenía ante nada.

El adjetivo y las leyendas asociadas a él han ido creciendo, así como las controversias, pero aún hay consenso en algunos puntos. ¿Quién es el mejor ejemplo de 'flandrien'? Todos los eruditos señalan a Albéric 'Briek' Schotte como el 'último verdadero flandrien' y el espejo en que mirarse. Doble vencedor del Tour de Flandes (1942 y y 1948), carrera en la que participó en 20 ocasiones, 'Briek de hierro' (IJzeren Briek) también fue dos veces campeón del mundo en ruta y segundo en el Tour de 1948 tras Gino Bartali. Acoplado como un jinete en su bicicleta y con una capacidad agonística fuera de lo común, con una figura encorvada y hosca, a él se le atribuye una frase que define su forma de correr y de vivir: "Si estás completamente destrozado, tienes que atacar, porque es muy probable que los demás también estén muertos".

El término 'flandrien' se ha difuminado con el paso de los años, llegando a generalizarse a aquel ciclista, de cualquier nacionalidad, que maniobre con destreza y empeño en las dos clásicas de pavés por antonomasia: Tour de Flandes y París-Roubaix. Pero los fundamentalistas del concepto no comulgan con esta tendencia y debaten incluso si se debe otorgar tal sello a corredores legendarios del ciclismo flamenco como Johan Museeuw (triple ganador de De Ronde y de París-Roubaix) y Tom Boonen (tres picas en Flandes y cuatro en Roubaix).

Por ello cobra valor el piropo que la televisión belga dedicó a Lazkano hace unos días, el hombre llamado a superar a Juan Antonio Flecha en una tierra en la que el ciclismo se estudia como las matemáticas. José Joaquín Rojas, director de Movistar, da alguna de las claves: "A Oier le identifica su fuerza, física y mental. Tiene una cabeza que parece una roca". Y el gallego Carlos Canal, aspirante a notable clasicómano, añade: "Es una fuerza de la naturaleza, tiene muchísimo motor".

Trabajador silencioso e incansable, su perfil se asemeja al de miles de flamencos, que lo adoptan como uno de los suyos. Iván García Cortina le mira y le regala una frase: "Estos muros de Flandes son pura agonía, como le gustan a Oier". "¿Sabes que un reputado comentarista de Sporza te llamó flandrien durante la E3?", le preguntamos. No dice nada, sólo sonríe. En su sonrisa se distingue al niño que veía las clásicas por la tele desde Euskadi, la Flandes de España en la materia. En su mirada se aprecia a un hombre que oposita a un adjetivo que va más allá de los títulos y del que no existe una definición exacta: flandrien.