CICLISMO

Chloé Dygert, la fe del arcoíris: "Cree que su camino ha sido trazado por Dios"

La estadounidense consigue su segundo título en los Supermundiales de Glasgow imponiéndose en la contrarreloj individual después de varios días enferma.

Chloé Dygert, con el maillot arcoíris y la medalla de oro como campeona del mundo de contrarreloj individual. /EFE / ROBERT PERRY
Chloé Dygert, con el maillot arcoíris y la medalla de oro como campeona del mundo de contrarreloj individual. EFE / ROBERT PERRY
Fran Reyes

Fran Reyes

Stirling.- Jueves por la noche en el Velódromo Chris Hoy. Final de Persecución Individual femenina de los supermundiales de Glasgow. Chloé Dygert y Franziska Brausse se baten sobre 12 vueltas al óvalo. A la undécima, suena el tiro del árbitro: la estadounidense ha doblado a su rival alemana, a quien ha limado un segundo por vuelta en un ejercicio de superioridad aplastante. Marca 3'17"542, a sólo seis décimas del récord que ella misma estableció en los Mundiales de Berlín 2020. Maillot arcoíris en ristre, se muestra insatisfecha: "Todavía no estoy a mi mejor nivel".

La historia de Chloé Dygert (1997, Brownsburg – Indiana) es una de esas epopeyas que se escriben una vez en toda la historia. Su físico superdotado, su mentalidad de hierro. Su caída en el Mundial de carretera de Imola 2020, en la que se seccionó el 80% del cuádriceps izquierdo hasta el punto de perder nada menos que 8 centímetros de circunferencia en su muslo; su recuperación milagrosa para ser bronce olímpico en Tokio. Las sucesivas operaciones en la pierna; la intervención para resolver un problema cardíaco el invierno pasado. Su espectacular regreso en la pasada Vuelta Femenina; su triunfo en los Supermundiales, tanto en la pista como este jueves en la contrarreloj individual de carretera para recuperar el maillot arcoíris que ya le pertenecía hace cuatro años.

Seis segundos le han permitido campeonar en el exigente circuito en torno a Stirling por encima de Grace Brown, una de las mejores especialistas del mundo. La australiana estuvo al borde de las lágrimas durante toda la ceremonia del podio. Mientras, Dygert esbozaba una alegría firme: los labios cerrados en un gesto de determinación incluso cuando ya ha conseguido la victoria que para cualquier ciclista supondría el broche de oro a su vida deportiva.

"¿Ahora? No, mejor luego. Ahora estoy demasiado nervioso". Lo dice en la salida Axel Merckx: hijo del mítico Eddy, dueño del Axeon en el cual se han forjado algunos de los mejores ciclistas masculinos del mundo y pareja sentimental de Dygert. El belga fue el encargado de dirigir su esfuerzo desde el coche de la selección estadounidense. "Lo personal y lo profesional acaban por cruzarse en un momento dado", comenta Merckx ya en meta, más relajado. "Pero yo sólo soy un acompañante; el auxiliar del auxiliar del auxiliar… Trato de aportar lo que puedo, pero siempre dejando a sus técnicos tomar las decisiones últimas".

"Todo el mérito de los éxitos de Chloé corresponde a Chloé", continúa Merckx. "La cantidad de problemas que ha superado es tremenda. Incluso de cara a esta crono". Porque la estadounidense enfermó tras la Persecución Individual, "un enfriamiento" que le provocó congestión y dolor de garganta. "Si la carrera hubiera sido ayer, no hubiera podido participar", explica Merckx. "De hecho, esta misma mañana ha hecho media hora de rodillo para comprobar que podía respirar". "No es que necesite 'oler' las carreras, pero lo cierto es que he estado tres días sin poder oler absolutamente nada", explica la ciclista. "Ha sido duro aceptar que era posible que hoy no pudiera ponerme un dorsal. He tenido suerte de poder participar".

Patriota y creyente, Dygert siempre incluye en su discurso unas palabras para el insondable, la mística y la providencia, haciendo gala de una poderosa fe cristiana. "Es una parte importante de su fortaleza mental", analizar Merckx. "La religión es una fuente de inspiración para ella. De hecho, ella cree que su camino ha sido trazado por Dios. Es muy creyente en Dios, sí, pero también cree en su propio trabajo y nunca se da por vencida".

El estajanovismo es la principal virtud de Dygert. "Pocas veces he visto alguien que sepa sufrir como ella", asevera Merckx. "Es una ganadora nata. Cuando regresa de entrenar, cruza la puerta de casa como si acabara de terminar una carrera. El preparador le marca los esfuerzos que debe hacer y, si no logra cumplirlos, se raya la cabeza preguntándose por qué. Todo el mundo tiene días buenos y malos; ella está en una lucha permanente consigo misma. A veces incluso se pasa de rosca".

En un podcast con Jens Voigt, Dygert afirmó: "Mi cuerpo se queda corto para la fuerza de mi cabeza". Merckx colige. "No creo que mucha gente sea capaz de rehacerse de todo lo que le ha tocado vivir". ¿Ha tratado con algún ciclista con su capacidad mental? "Sí. De hecho, hay muchas cualidades que Chloé comparte con mi padre…", asevera; y recula en ese paralelismo entre su pareja y el mejor ciclista de todos los tiempos. "No los voy a comparar, porque no tienen nada que ver. Pero sí es cierto que estas ganas de ganar, y esta capacidad de hacerlo, no se encuentran a menudo. Podéis estar seguros de que hoy regresará a la habitación y analizará su actuación en tono autocrítico. Y mañana volverá al trabajo con París en la cabeza, porque los próximos Juegos Olímpicos son su auténtico objetivo".

"Se merece esta victoria después de todas las dificultades que ha tenido que superar", la elogia Brown, plata en ristre, en rueda de prensa. "Su historia es inspiradora". Dygert sonríe sucinta, y repone: "Espero que sí, que sirva para inspirar a los demás. Para mí es difícil valorarlo, porque la estoy viviendo en primera persona. En realidad, sólo trato de ser la mejor persona posible dentro y fuera de la bicicleta". Y, por fin, se concede una alegría: "Subir al podio y escuchar el himno nacional es siempre una pasada. Vestir el maillot arcoíris es un honor".

Vollering acalambrada; Alonso, satisfecha

El dominio del todopoderoso conjunto neerlandés SD Worx a lo largo de la campaña femenina no se reflejó en este Mundial de contrarreloj individual. Su mejor baza, Marlen Reusser, abandonó entre lágrimas antes del primero de los cuatro puntos intermedios, atenazada mentalmente. Su líder Demi Vollering, ganadora del Tour de Francia femenino, se quedó a 15” del tercer cajón del podio ocupado por la austriaca Christina Schweinberger y sufrió calambres durante las entrevistas en zona mixta. Fue allí que Relevo pudo hablar con la mejor española, Sandra Alonso (42º a 5'35” de Dygert; un puesto y cinco segundos por delante de Sara Martín), quien valoraba positivamente su desempeño. “Noto una evolución positiva en mis cronos”, contaba. “Me queda mucho para ser competitiva a nivel internacional, pero creo que me irá mejor cuanto más entrene para esta disciplina”.