Van der Poel rinde Glasgow para imponerse un arcoíris que le faltaba
Extraordinaria victoria del neerlandés en los Campeonatos del Mundo, dominando a los mejores ciclistas del momento en una durísima carrera.

Ni un ganador de dos Tours de Francia que oposita a mejor ciclista de la historia. Ni una fuerza de la naturaleza considerado unánimemente como el corredor más útil y decisivo de la élite. Ni una bomba de pura potencia que ya había sido campeón del mundo con 22 años. Ni por separado ni uniendo fuerzas: nadie logró contrarrestar a Mathieu Van der Poel cuando decidió que era su momento para alzarse con su primer maillot arcoíris de ciclismo en carretera tras conseguir cinco en ciclocross. Un triunfo que es una consagración; una fotografía para colgar en el salón; una prenda testimonio de la talla histórica de un talento para quien lo mejor está por venir.
🔥 V-A-N-D-E-R-P-O-E-L 🔥
— Eurosport.es (@Eurosport_ES) August 6, 2023
¡Estacazo a 22km de meta para reventar la carrera! ¡Espectacular! #GlasgowScotland2023 pic.twitter.com/UprD92eSF6
La prueba estuvo muy marcada por la naturaleza de su recorrido, imperceptible en la altimetría pero notable en su trazado. El circuito de Glasgow era definido en la víspera como "un critérium" o "un ciclocross": 14,3 kilómetros que incluían medio centenar de curvas y se afrontaban en total 11 veces, lo cual arrojaba una media de un viraje cada 20" en las tres últimas horas de competición. Un circuito, en definitiva, más difícil que duro en el cual, intenso a fuerza de látigo, la resistencia y la colocación eran claves. Un circuito en el que trabajar en equipo era virtualmente imposible y en el que ir a rueda otorgaba una ventaja ínfima en comparación con lo habitual en el llano.
La carrera partió desde Edimburgo con una meteorología agradable y soleada, y sus compases iniciales surcando la isla de Gran Bretaña de este a oeste hasta llegar al circuito de Glasgow respondieron al desarrollo habitual de un Campeonato del Mundo. Muy pronto se marchó una escapada de una decena de ciclistas provenientes de países de segunda fila, con la inserción de hombres que podían ejercer de bazas tácticas en un momento dado como el autraliano Matthew Dinham (para Michael Matthews), el estadounidense Kevin Vermaerke (para Neilson Powless) o el letón Krists Neilands (para Tomas Skujins).
Un insondable interrumpió la carrera casi una hora
Los activistas escoceses de This Is Rigged se pegaron a la carretera en torno al kilómetro 92 de recorrido, protestando contra el cambio climático, la presencia de la petroquímica Ineos como patrocinador en el pelotón y las políticas de la UCI sobre ciclistas transexuales. Una vez despegados, la competición pudo continuar y los ecos de sus reivindicaciones se apagaron, porque si hay algo que el deporte profesional desdeña son las causas sociales económicamente deficitarias.
Llegado a Glasgow, un pelotón cuyas primeras posiciones estaban ocupadas por la Bélgica de Wout van Aert, la Dinamarca de Mads Pedersen o la Australia de Michael Matthews se estiró y estiró. Poco a poco aparecieron en las primeras posiciones quienes habrían de jugarse el triunfo final: el incontenible Van Aert, su compatriota y campeón saliente Remco Evenepoel, su eterno rival Mathieu Van der Poel, el prodigio Tadej Pogačar, el poderoso Pedersen, los italianos Alberto Bettiol y Matteo Trentin…
No fue hasta cinco giros del final, con 70 kilómetros restantes hasta meta, que atraparon a la escapada y se juntaron una treintena de hombres en cabeza de carrera con un solo español, Alex Aranburu, que cedería poco después. A tres vueltas y media de la conclusión, Bettiol arrancó por el córner y provocó las dudas de unos favoritos que se refugiaban tras el valeroso Tiesj Benoot, alfil al servicio de Van Aert. Una caída del ecuatoriano Jonathan Narváez ("el más belga de todos los latinos") provocó un corte que permitió marcharse en busca del ganador del Tour de Flandes 2019 a los cuatro grandes favoritos a priori. Van Aert, Van der Poel, Pedersen y Pogačar colaboraron sin reservas, peleando por acercarse a un Bettiol que contaba con 24" de ventaja en el penúltimo paso por meta.
En cada relevo, Van der Poel se mostraba un punto más fuerte que sus compañeros de fatigas. Tal fue así que, a 22 de meta, arrancó y no hizo prisioneros: simplemente, adelantó a Bettiol como si fuera un Cinquecento y se marchó. La victoria ya era suya; tal fue, así que ni siquiera una caída en un circuito bañado por un par de chapetones pudo impedirla. Su sexto maillot arcoíris, después de los cinco conseguidos en ciclocross. Para los demás, solo quedaron las migajas: plata para Van Aert, bronce para Pogačar, chocolate para Pedersen.