Las pájaras en ciclismo que marcaron carreras deportivas
Las pájaras son el gran terror del pelotón. Llegan sin avisar y sus efectos son devastadores.
El ciclismo es un deporte brutal desde su concepción. Una modalidad deportiva diseñada para llevar al cuerpo humano prácticamente al extremo. Además, también es terriblemente cruel. La carrera nunca espera a nadie. Por ello, siempre hay que estar al máximo de las condiciones físicas si se quiere competir por los premios importantes. Sin embargo, de vez en cuando, el cuerpo simplemente no va. Las pájaras son el gran temor del pelotón. Un fenómeno fisiológico difícil de predecir y que, súbitamente, deja al corredor exhausto. Sin fuerzas.
Formalmente, una pájara en ciclismo es el agotamiento brusco de las reservas de glucógeno que poseen los músculos y el hígado. Por explicarlo de una forma visual, el cuerpo se queda sin gasolina. Los avances en nutrición llevados a cabo en los últimos años hacen que el número de pájaras se puedan controlar mejor. Sin embargo, todavía siguen ocurriendo. Además, algo común de las pájaras es que no entienden de rangos ni estatus. Del primero al último del pelotón son susceptibles de sufrirlas. Estas son las pájaras más famosas del ciclismo.
Miguel Induráin en Les Arcs (Tour 1996)
Miguel Induráin es uno de los corredores más dominantes que jamás se han enfundado un maillot ciclista. Su superioridad respecto al resto del pelotón durante la primera mitad de la década de los 90 era insultante. Así lo demostró los cinco Tour de Francia consecutivos conseguidos entre 1991 y 1995. Por ello, cuando en 1996 comenzó la ronda gala, no había ningún motivo para creer que el navarro no fuese el favorito para hacerse con el triunfo final. De hecho, el de Villaba llegaba tras realizar una exhibición en la Dauphiné que le ratificaba en su posición de superioridad.
Sin embargo, en la séptima etapa de aquel Tour de 1996 rápidamente se certificó que algo no iba bien para Miguelón. El recorrido tenía un final en Les Arcs. A 5 kilómetros del final, ante un pelotón inmóvil, Tony Rominger decidió probar a ver qué pasaba. Los ojos rápidamente se posaron en Induráin, esperando la clásica respuesta del gigante navarro. Sin embargo, el corredor del Banesto empezó a perder posiciones. Incapaz de reaccionar al ritmo impuesto por el resto de favoritos. Los gestos de desesperación de Induráin sobre la bicicleta eran evidentes. Incluso desde el equipo Gewis se apiadaron de él, dándole un bidón. El gran tirano del Tour era vulnerable.
En total, Induráin perdió cuatro minutos en aquella séptima etapa. Muchos, aunque no suficientes como para descartarle de la General. Sin embargo, Induráin no iba aquel Tour y en los Pirineos se iba a confirmar. Concretamente, en la etapa 16 con final en Hautacam. Bjarne Riis olió sangre y atacó una y otra vez al corredor español. Hasta que llegó un punto que este no pudo seguirle más. Los esfuerzos le castigaron e Induráin cedió un tiempo ya imposible de recuperar. Curiosamente, la siguiente jornada estaba planteada como un homenaje a su figura, con final en Pamplona y paso por Villaba incluidos. Entonces no se había planteado así, pero fue una forma de decirle adiós.
Induráin disputó los Juegos Olímpicos de Atlanta, donde logró la medalla de oro en contrarreloj, y la Vuelta a España. Esta última a disgusto, pues lo hizo por los compromisos publicitarios del Banesto. Una vez terminada la temporada ciclista, se retiró para siempre. La pájara de Les Arcs queda en la memoria colectiva como el momento en el que su brillante trayectoria deportiva llegó a su fin.
Perico Delgado en la contrarreloj por equipos (Tour 1989)
Perico Delgado era un corredor ciclotímico. Capaz de lo mejor sobre una bicicleta, pero también de lo peor. Una característica que le humanizaba y que, unida a su gran carisma, le convirtieron en una estrella pop de la época. A diferencia de otros corredores más robóticos, Perico conmovía. Uno de los episodios más extraños de su carrera tuvo lugar en el Tour de 1989, al que llegaba como vigente campeón. Sucedió en la etapa prólogo, por norma general un mero trámite. Prácticamente, una excusa para que los aficionados vean de cerca a los ciclistas y establecer una clasificación inicial con la que comenzar la carrera.
Sin embargo, en lo que debía ser una anodina contrarreloj de solo 7,8 kilómetros, Perico no apareció a la hora de su salida. Lo hizo 2 minutos y 40 segundos tarde, tiempo que perdió de la manera más tonta imaginable. La explicación oficial fue que se había perdido por las calles de Luxemburgo. Sin embargo, la gran pájara que terminó con sus posibilidades de repetir título llegó al día siguiente.
La segunda etapa de aquel Tour de 1989 estaba dividida en dos partes. Por la mañana, un recorrido en ruta de 135,5 kilómetros. Por la tarde, una contrarreloj por equipos de 45 km. Fue ahí donde se quedó Perico. Hasta el kilómetro 30, el Reynolds fue marcando tiempos de forma regular. Sin embargo, a 15 km de meta, Delgado empezó a dar muestras de agotamiento físico y mental. Sus compañeros comenzaron a esperarle, cediendo cada vez más distancia en el crono. Finalmente, el Reynolds fue el último equipo de la etapa, a 4 minutos y 32 segundos del Super U de Laurent Fignon. En total, el ciclista segoviano había perdido más de 10 minutos respecto a la cabeza de carrera en solo dos días. Una distancia que no logró salvar.
Eddy Merckx en Pra Loup (Tour 1975)
Eddy Merckx el mejor ciclista de la historia. Y si no lo es, está en la discusión en un lugar destacado. El Caníbal, como era apodado, ganó cinco Tours de Francia entre 1969 y 1974. El que no ganó, el de 1973, fue sencillamente porque no lo disputó. Aquel año, en su lugar, decidió ganar Giro y Vuelta. Tal era su superioridad respecto al pelotón. En 1976, por lo tanto, era el principal favorito para llevarse la victoria.
Tal dominio levantaba recelos, claro. No solo en Luis Ocaña, su principal rival y cuyo palmarés probablemente hubiese sido muy superior de no haber coincidido con el belga. También entre algunos aficionados. Uno de ellos, en la etapa 14, le propinó un puñetazo en el hígado durante la ascensión al Puy de Dome. El vándalo fue detenido por ello. Las consecuencias de la agresión, sin embargo, son imposibles de determinar. Tras un día de descanso, en el que se dice que Merckx no pudo apenas dormir de la impotencia, en la decimoquinta etapa se llegaba a Par Loup.
Merckx quiso sentenciar el Tour en aquella etapa. Bueno, por su forma de correr siempre quería sentenciar cuando se colocaba a lomos de una bicicleta. En Col de Allós, el penúltimo puerto, logró escaparse. Llegó a Pra Loup con 1 minuto y 13 segundos de ventaja. Sin embargo, de repente sucedió lo que nunca se había visto hasta la fecha. Merckx no iba y el resto de rivales le fueron cazando poco a poco. Bernard Thevenet le arrebató el amarillo. "Creo que no ganaré este Tour", dijo el belga. La distancia no era insalvable, menos para él, pero tenía claro que no era su año. Lo confirmó días más tarde, cuando se rompió el pómulo. Aún así, llegó a París, donde finalizó segundo. Según sus palabras, no quería restarle mérito al triunfo de Thevenet. Aunque siguió corriendo, Merckx ya no ganó ninguna gran vuelta más.
Jan Ulrich en Deux Alpes (Tour 1998)
Durante un breve lapso de tiempo, Jan Ulrich pareció un ciclista llamado a marcar época. El alemán debutó en el Tour de 1996, en el que finalizó segundo solo por detrás de su compañero Bjarne Riis. Un año más tarde, se proclamó campeón de la ronda gala por primera vez con apenas 23 años. Lo hizo, además, con exhibiciones tanto en contrarreloj como en alta montaña, donde logró aguantar las embestidas de Marco Pantani. El cielo parecía el límite para él.
Sin embargo, solo un año más tarde, fue víctima de una las mayores pájaras que se recuerdan en la ronda gala. Evidentemente, con el dorsal número 1 en la espalda, era el máximo favorito para repetir victoria en París. De hecho, en la séptima etapa se visitó de amarillo. Sin embargo, al llegar a Deux Alpes en la etapa 15, perdió todas sus posibilidades de volver a ganar la carrera. Bajo la lluvia, el ciclista germano se quedó clavado. El Pirata, su máximo rival por el título, olió sangre y tiró para arriba con todo que pudo. ¿El resultado? Casi 10 minutos perdidos en línea de meta. Ulrich ganaría la Vuelta de 1999, aunque la Operación Puerto y los escálalos de dopaje arruinaron para siempre su legado.
Tadej Pogacar en Col de la Loze (Tour 2023)
Tadej Pogacar es el alumno más aventajado del nuevo ciclismo caníbal que impera en el pelotón actual. Aquel inspirado por Eddy Merckx en el que todos los corredores salen siempre a ganar. Incluso a humillar, si pueden. El esloveno tiene en su palmarés algunas de las exhibiciones individuales más espectaculares que se han visto sobre dos ruedas. Por ello, el día que reventó en las rampas del Col de la Loze la imagen fue impactante.
💀 "𝐄𝐒𝐓𝐎𝐘𝐌𝐔𝐄𝐑𝐓𝐎"
— Eurosport.es (@Eurosport_ES) July 19, 2023
🎙 El sufrimiento de Pogacar por radio. Una de las imágenes de este Tour de Francia.#TDF2023 | #TourEurosport pic.twitter.com/lSlaYx6gob
Entonces, el esloveno andaba segundo en la General. A la caza de un Jonas Vingegaard que se había mostrado intratable en la contrarreloj del día anterior. Sin embargo, el corredor del UAE prometió batalla en la alta montaña. No lo pudo cumplir. Si bien es cierto que sufrió una caída al inicio de la jornada, no lo quiso esgrimir con excusa. Según explicó Matxín, el director deportivo del equipo, se empezó a encontrar mal en el segundo puerto del día, Cormet de Roselend. Sin embargo, el hombre del mazo llegó en el Col de la Loze. "Estoy muerto", dijo el propio Pogacar por radio. Perdió más de 6 minutos con Vingegaard, que terminó llevándose el amarillo.