CICLISMO

Se puede ser madre y ciclista de primer nivel: Lizzie Deignan lo demuestra

La ex campeona del mundo será de la partida en La Vuelta Femenina by Carrefour.es apenas siete meses después de dar a luz a su hijo Shea.

'Lizzie' Deignan firma su victoria en París-Roubaix tras regresar de su primer embarazo. /ASO / FABIEN BOUKLA
'Lizzie' Deignan firma su victoria en París-Roubaix tras regresar de su primer embarazo. ASO / FABIEN BOUKLA
Fran Reyes

Fran Reyes

En la salida de la Vuelta a Andalucía femenina, un carrito. Su ocupante se llama Leandra y apenas lleva en este mundo siete meses. Lo empuja un hombre fornido al encuentro de una ciclista del modesto equipo malagueño Prolongo del Club Ciclista Al-Andalus, Lorena Tamayo, enfermera de profesión que practicó deporte durante todo su embarazo para estar preparada para la cita, su gran carrera del año junto a la legendaria prueba de MTB 'Los 101 de Ronda'. Surge la conversación y en ella Tamayo alude a 'Lizzie' Deignan, la demostración y la motivación para ser madre y deportista de competición.

Elizabeth Deignan (1988, Otley – Gran Bretaña) es una de las mejores ciclistas de este siglo. Contrariamente a lo habitual en un deporte profundamente vocacional, fue el ciclismo quien la buscó a ella: cuando contaba 15 años, la federación británica andaba peinando los colegios e institutos del país con la vista puesta en Londres 2012 y sus resultados en los 'tests' le granjearon un puesto en el programa de alto rendimiento. Luciendo todavía el apellido paterno Armitstead se colgó una plata en los Juegos de Londres 2012, se proclamó campeona del mundo en Richmond 2015 y se anotó dos clásicas del renombre de la Strade Bianche y el Tour de Flandes vestida con el maillot arcoíris.

Fue en septiembre de 2016 cuando 'Lizzie' contrajo matrimonio con Philip Deignan, ciclista entonces del Team Sky, y juntos se propusieron construir una familia. En 2018 concibieron a su hija Orla, que vio la luz un 23 de septiembre; cuatro años y un día después llegaría Shea, varón. Entre medias, la ciclista británica no sólo regresó a las mejores carreras del mundo sino que ganó varias, como La Course by Le Tour de France, la Lieja-Bastoña-Lieja y la primera París-Roubaix femenina de la historia.

Lizzie Deignan, durante su París-Roubaix victoriosa.  ASO / FABIEN BOUKLA
Lizzie Deignan, durante su París-Roubaix victoriosa. ASO / FABIEN BOUKLA

Lo importante ya no eran los resultados, sino el ejemplo. En el pasado, ciclistas como Joane Somarriba colgaron la bici para tener hijos. Era un dilema, una elección: renunciar a la vida deportiva para abrazar la vida familiar. Era un contexto, una sociedad: el remanente del siglo anterior, en el que la mujer sólo tenía sentido cuidando a los más jóvenes y a los más viejos, haciendo de comer y limpiando el polvo. Esto, llevado al deporte, provocaba que los equipos observaran con recelo el embarazo de sus deportistas. Y, peor aún, que éstas no se atrevieran a concebir por miedo a perder su hueco en la élite.

'Lizzie' Deignan no fue la primera. En la élite hubo casos como la triple campeona olímpica Kristin Armstrong, madre entre su primer y su segundo oro, o la 'pistard' Laura Kenny, que tras dos oros en Rio 2016 tuvo a su hijo Albert Louie en 2017 y se colgó una plata en la prueba de Americana de Tokio 2021 formando pareja con Elinor Barker… que poco después se enteró de que disputó dicha carrera embarazada. A nivel español, otra especialista en los velódromos como Leire Olaberria tuvo a su hijo Javier tras no clasificarse para Rio; sin embargo, su regreso a la competición se agrió en un rifirrafe con el seleccionador nacional de la época que acabó en una denuncia por discriminación.

Lo que distingue a Deignan ha sido el impacto de su caso, sucedido en un momento de cambio social en pro de los derechos de la mujer que también tuvo su reflejo en el ciclismo. Desde 2020, los contratos de las ciclistas pertenecientes a equipos de primera división (UCI Women's WorldTour) tienen derecho a una baja por maternidad de tres meses percibiendo el 100% de su salario y cinco meses más cobrando el 50%. Un nuevo 'statu quo' que ha permitido quedarse embarazadas a su vez a otras dos de las mejores ciclistas del mundo, Chantal van den Broek-Blaak y la vigente dueña del Récord de la Hora y campeona del mundo contrarreloj Ellen van Dijk. En el caso de Deignan su equipo, Trek-Segafredo, la incorporó durante su primer embarazo. Cuando se anunció el segundo aprovecharon, también, para anunciar la renovación de su contrato hasta finales de 2024; y, durante el mismo, le ha liquidado su salario íntegro en todo momento.

Pasando del 'macro' al 'micro', Deignan explica que ha estado pedaleando "desde el primer al último día del embarazo"; que, después de casi 20 años montando en bici a diario, en la parte final del embarazo le resultaba "más fácil montar en bicicleta que caminar". "Durante el embarazo sientes a veces como si te acabaras de poner de pie después de un vuelo muy largo y necesitaras moverte un poco para sudar y que se desinflamen los tobillos. Para mí pedalear no era cuestión de entrenar, ¡sino de mover las piernas!"

A veces se encontró con la incomprensión de quienes la veían salir a la carretera con una criatura en su vientre. "Pero creo que, como mujeres embarazadas, tenemos el derecho de decidir qué actividades son un riesgo y cuáles no", opina. "Para las personas que no practican ciclismo, ver a una embarazada montada en una bici puede ser chocante porque lo consideren peligroso. Sin embargo, en mi caso, creo que no haber montado en bici hubiera sido más peligroso todavía; concretamente, para mi salud mental. Cada vez que salía en bici, lo hacía con la máxima precaución: nunca en las horas de más calor, ni en carreteras con tráfico. Pero sí, necesitaba montar en bici para que mi cabeza siguiera en su sitio".

Deignan tuvo en todo momento claro que deseaba regresar a la competición al máximo nivel. Durante los seis primeros meses dio el pecho a Shea, lo cual la obligaba a renunciar a cualquier tipo de concentración con su equipo y a no salir en bici más de tres horas seguidas. Fue a finales de marzo que pudo terminar de centrarse en entrenar con la vista puesta en La Vuelta Femenina by Carrefour.es. "Por la experiencia que tenía de mi anterior hijo, sabía que iba a necesitar seis o siete meses para estar lista para competir después de dar a luz; al ser la carrera a principios de mayo, me encajaba perfectamente".

'Lizzie' Deignan, en la presentación de la reciente Flecha Valona.  ASO / BILLY CEUSTERS
'Lizzie' Deignan, en la presentación de la reciente Flecha Valona. ASO / BILLY CEUSTERS

No obstante, las necesidades de Trek-Segafredo la obligaron a adelantar su regreso a la competición un par de semanas para disputar Flecha Valona y Lieja-Bastoña-Lieja, dos clásicas belgas de primer nivel. "A mi equipo le estaba costando completar sus alineaciones por caídas y enfermedades", explicó en una rueda de prensa previa, "y hubiera sido una tontería quedarme en casa entrenando cuando podía encontrar lo que estaba buscando, que era intensidad, en competición".

Lizzie Deignan, ahora sí, se encamina a la novísima ronda española. "Va a ser todo un reto para mí. Hay un par de días llanos en los que espero terminar de recuperar la mentalidad competitiva y me gustaría aportarle cosas a mi equipo en las etapas quebradas". Trek-Segafredo partirá con un bloque de campanillas liderado por Amanda Spratt y Shirin van Anrooij, con la diminuta Gaia Realini como candidata a revelación. 'Lizzie' Deignan será una gregaria valiosa, y un ejemplo a seguir.