Carlos Sastre revive el infierno de la Bonette, la carretera más alta de Europa: "Te falta el oxígeno"
El excampeón del Tour de Francia atiende a Relevo para recordar su paso por el puerto que hoy coronan Pogacar, Vingegaard y compañía.

Mientras el Tour de Francia se aproxima a Niza, día a día, etapa a etapa, el pelotón, y especialmente el grupo de favoritos para la clasificación general, respira con una calma tensa. Todos pedalean, se hidratan y guardan fuerzas para lo que viene, la cima que miran de reojo desde hace días: la Bonette, más de 23 kilómetros al 6,8% de pendiente media y, con casi 2800 metros sobre el nivel del mar, la carretera asfaltada más alta de Europa.
"Claro que me acuerdo, cómo se me va a olvidar", asegura con una sonrisa Carlos Sastre, ganador del Tour de 2008, última edición en la que la ronda francesa coronó la montaña más elevada por la que jamás ha rodado el pelotón . "Va a ser una etapa decisiva, estoy seguro. Piensa que por encima de los 2000 metros de altitud, el consumo de oxígenos se dispara. Y afecta. Afecta mucho. Notas que te falta el aire y hay gente que lo pasa muy mal".
Aquel año, como éste, la Cime de la Bonette también quedó enmarcada en la tercera y última semana de la carrera. Fue en la 16ª etapa, cuando solo se habían completado —atención— tres jornadas de alta montaña. Otros tiempos. La ausencia de grandes puertos, en cualquier caso, había provocado que a escasos días de llegar a París hubiera hasta seis aspirantes en menos de un minuto: Frank Schleck, líder; Bernhard Kohl, a solo 7 segundos; Cadel Evans, a 8"; Denis Menchov, a 38"; Christian Vande Velde, a 39", y Carlos Sastre, a 49".
"Ya puedes estar muy bien físicamente, que cuando te falta el oxígeno, lo pasas muy mal"
Exciclista"Recuerdo que primero subimos la Lombarde [20,5km al 7%], luego hicimos la Bonette y terminamos bajando a Jausiers", recuerda el ciclista criado en Leganés pero afincado desde muy joven en El Barraco (Ávila). "En el descenso de la Bonette, Menchov perdió prácticamente un minuto. No sé si del esfuerzo previo en la ascensión, pero es algo que me llamó mucho la atención".
"Cuando te falta el oxígeno, por mucho que no estés mal físicamente, atraviesas momentos muy delicados", añade. "Te atolondras, en el descenso tocas el freno en un par de curvas a las que entras cuadrado y mira, te caen 40 y tantos segundos en un momento. Es un puerto que hay que tener muy en cuenta para la general. Hacer locuras o cosas diferentes en la Bonette... Es algo que puedes pagar caro".
Aquel 22 de julio de 2008, 16ª jornada del Tour, los favoritos cedieron el triunfo de etapa a la fuga del día. Allí, en un grupo de apenas cinco corredores, John-Lee Augustyn, primero en coronar el puerto, ejemplificó a la perfección lo expuesto por Sastre. "En la bajada me pasé de frenada en una curva por ir demasiado rápido", reconoció en meta el sudafricano, que cayó ladera abajo y tuvo que ser ayudado por un aficionado para regresar a la carrera. "Creo que es un milagro que esté bien. A fin de cuentas, estoy feliz de seguir vivo".
Sastre salvó la papeleta, llegó con sus rivales y tomó aire para el reto que tenía por delante. "Al día siguiente era el Alpe d'Huez, que lo tenía marcado entre ceja y ceja", recuerda. "Era allí donde tenía pensado marcar las diferencias en la clasificación general. Al final, veníamos de ésta [la etapa de la Bonette] y en el Tour, al menos en mi caso, por mis características y por mi forma de ser, mi objetivo era siempre no perder oportunidades y esperar al momento justo".
Eso fue exactamente lo que ocurrió el 23 de julio de 2008. Cuarto en la general, a 49 segundos del mayor de los Schleck, Sastre arrancó en las faldas del Alpe d'Huez y cabalgó en solitario hasta el triunfo de etapa más importante de su carrera, uno de los más recordados por los aficionados al ciclismo. "A los pies del Alpe d'Huez no se movía nadie y decidí arrancar desde abajo", explicó el vencedor de aquel Tour en una extensa entrevista con Relevo. "Al final, tuve la suerte de brillar y ganar la etapa con la que siempre había soñado".