Charles Leclerc se desquita en casa y Carlos Sainz vuelve al podio; ni rastro de Red Bull

Una carrera de Fórmula 1 en Mónaco suele ser una procesión donde 20 coches de 1000 caballos de potencia dan 78 vueltas intentando adelantarse sin éxito. Toda esa adrenalina que acompaña a la clasificación del sábado solo se asoma a cuenta gotas el domingo. Lo hizo durante la accidentada salida que terminó con varios monoplazas fuera de combate y en la emoción del monegasco Charles Leclerc en lo más alto del podio tras romper su maleficio en su tierra.

Su equipo no ganaba en Mónaco desde 2017 y él se volvió loco por radio nada más cruzar la meta. Con la voz entrecortada, rozó las lágrimas con su ingeniero cuando se dio cuenta de que la ansiada victoria en casa era una realidad. La noche de Leclerc en Mónaco puede ser histórica.

Ferrari y Mclaren sonrieron porque dominaron y coparon un podio en el que no hubo rastro de Red Bull. Leclerc lideró de principio a fin mientras Carlos Sainz terminó tercero y volvió al podio en un fin de semana en el que fue de menos a más. El madrileño no descorchaba champagne desde Japón, la tercera carrera del Mundial. Mclaren sigue teniendo un coche rápido que, al igual que el Ferrari, está poniendo en apuros a Red Bull: Oscar Piastri acabó segundo y Lando Norris, cuarto. 

El campeonato se va abriendo porque el equipo campeón se desangra: Max Verstappen solo pudo cruzar la meta sexto y Checo Pérez abandonó en la salida tras un accidente múltiple. El neerlandés reconoció por radio que se aburrió durante la carrera, al igual que Aston Martin. Su Gran Premio volvió a ser discreto: Fernando Alonso ayudó todo lo que pudo a su compañero Lance Stroll. El asturiano fue undécimo y el canadiense, decimocuarto.

Por fin gana en su casa. A Leclerc le han pasado todo tipo de penurias en Mónaco que le han privado de la victoria en varias ocasiones desde 2017. Verle en lo más alto del podio en el Principado invita a pellizcarse porque parece más bien un espejismo. Nadie merecía más la victoria que el piloto de Ferrari: dominó desde los primeros libres, con pole incluida, y lideró las 78 vueltas marcando el ritmo de la carrera.

En la salida fue incordiado por Oscar Piastri, que estuvo a punto de tirarle el coche antes de que saliera la bandera roja y se parara la carrera. Su compañero Carlos Sainz ya avisaba antes de la salida de sus planes con Leclerc: "Haremos todo lo posible para que Charles gane, si no lo hace es porque ha pasado algo raro con la estrategia o el coche de seguridad, se merece la victoria aquí".

"Esto es muy aburrido, debería haber traído mi almohada". Max Verstappen podría haber pronunciado esta frase en cada vuelta del Gran Premio. Su carrera es el reflejo de lo que fue el flojo fin de semana de Red Bull. Hay Mundial y su flojo resultado en Mónaco lo confirma: el neerlandés se pasó atascado detrás de George Russell toda la carrera mientras Checo Pérez ni compareció en un fin de semana lleno de quejas de ambos pilotos.

O, mejor dicho, no le dejaron correr. El mexicano se retiró en la primera vuelta cuando fue embestido por los Haas. Su coche quedó partido en dos tras el fuerte accidente que sufrió mientras trataba de remontar posiciones desde la pobre decimosexta plaza de la que partía. Red Bull sale con ocho puntos de Mónaco y Ferrari y Mclaren prometen batalla en el campeonato.

Trabajo en equipo. No le quedó otra cosa que hacer a Fernando Alonso en una carrera en la que tenía imposible puntuar tras clasificarse decimocuarto. En Mónaco es complicado adelantar y el asturiano sabía a lo que iba: "No hay plan, no dañar el coche, sacar buena información, es frustrante estar atrás". El ovetense decidió echar una mano en todo lo que pudo a su compañero Lance Stroll.

Alonso ralentizó todo lo que pudo a los pilotos que llegaban por detrás para darle oxígeno a su compañero y regalarle una parada gratis. El bicampeón abrió un hueco de más de veinte segundos con los coches de atrás y Stroll pudo cambiar sus gomas sin perder posición. Paró y salió delante del español aunque la mala suerte se alió con Aston Martin: Stroll sufrió un pinchazo y cayó a la última posición.

Fue la imagen del fin de semana. Ver el coche de Checo Pérez partido por la mitad es espeluznante. El piloto, por suerte, salió por su propio pie tras impactar con los dos Haas en la salida del Gran Premio de Mónaco. El mexicano miró el retrovisor y le cerró la puerta a un optimista Magnussen, que metió el morro por donde no cabía. El resultado final, tres coches fuera y una bandera roja.

Antes, Carlos Sainz había sufrido un pinchazo para darle más drama a una ajetreada salida. Unas curvas más tarde, los dos Alpine también colisionaron. Esteban Ocon voló por encima de su compañero Pierre Gasly y tuvo que abandonar tras no poder reparar daños. Solo las angostas calles de Mónaco dejan imágenes como estas y abren el debate de si los monoplazas deberían ser más estrechos y pequeños como antaño.