OPINIÓN

Fernando Alonso no tiene la culpa de que todos queramos volver a tener veinte años

Fernando Alonso saluda en la presentación de Aston Martin esta semana/REUTERS
Fernando Alonso saluda en la presentación de Aston Martin esta semana REUTERS

Año tras año, se repite la misma rutina. No tengo claro si todo empezó en 2007, cuando Fernando Alonso fichó por McLaren; si fue en 2008, cuando volvió a Renault, si hay que datarlo en 2010, cuando se marchó a Ferrari o si es un fenómeno más reciente, de los tiempos posteriores al año sabático de 2018 y 2019. El caso es que llega febrero, los equipos presentan sus nuevos coches y ahí estamos nosotros ilusionándonos como bobos por las supuestas mejoras del Aston Martin, de Alpine o de la marca de turno.

Los medios empezamos con nuestros "se abre una puerta a la esperanza", siempre hay algún mecánico dispuesto a declarar que nunca había visto así al asturiano, sus aficionados más acérrimos vuelven a soñar con la 33ª y alguno incluso vislumbra en el horizonte un posible tercer campeonato del mundo que llevamos dieciocho años y pico esperando.

Fernando Alonso durante la presentación de la temporada de F1 en Londres. RELEVO

Lo necesitamos. La fe en Fernando Alonso es como una terapia de grupo a la que todos nos apuntamos. Luego vendrán las decepciones, que si "el tuercas", que si vaya compañero de equipo, que si la FIA… pero no podemos prescindir de esas ilusiones tempraneras, alentadas en numerosas ocasiones por el mismo piloto, que también necesita de nuestra imaginación para seguir adelante y motivarse. Hace tiempo que Fernando Alonso ha venido aquí a divertirse y eso solo lo consigue compitiendo… pero no necesariamente ganando.

De hecho, hace doce años de su última victoria, aún con Ferrari, en el circuito de Montmeló. En 2023, pegó al palo varias veces, pero ahí estaba Max Verstappen con su imbatible Red Bull para aguar la fiesta. ¿Puede volver a ganar este año con su Aston Martin? Bueno, talento para una carrera le queda y coche… eso ya veremos. Con la versión de 2023, ya digo, habría posibilidades. La de 2024 fue una enorme decepción. La de 2025, digan lo que digan, es una incógnita.

La generación huérfana

Ahora bien, hace años que sabemos que Alonso no va a ganar otro mundial de pilotos. Él también lo sabe y no parece importarle. Nos agarramos a una ficción porque, al fin y al cabo, es la ficción de nuestra propia vida. Nuestros campeones, nuestros ídolos, son lo que nos queda de nuestra juventud, nuestra adolescencia, nuestra infancia… Con la retirada de Pau Gasol, de Andrés Iniesta o de Rafa Nadal, hay como poco una generación a punto de quedarse huérfana deportivamente. La que vivió en primera fila los éxitos españoles en todos los deportes y en todo el mundo.

Eso es complicado de digerir. De repente, te das cuenta de que ya no tienes diez años, ni quince, ni veinte, ¡ni treinta! Que no habrá otro Hungría 2006 pasado por agua, que no habrá una remontada histórica como la del Gran Premio de Europa de 2012, que Antonio Lobato no volverá a gritar como un loco "Magic, Magic, Magic" tras cada adelantamiento imposible. Y, ya digo, todo eso es duro. Tan duro que nos empeñamos en no admitirlo y buscamos en Twitter/X alguna cuenta que nos dé esperanzas, que nos prometa que todo va a ir bien, que las cosas volverán a ser como antes.

Que, de alguna manera inopinada y por persona interpuesta, sí que volveremos a tener veinte años y disfrutaremos de la manera más inocente posible. Dejaremos la sensatez a un lado durante un gran premio, puede que dos o tres, e imaginaremos todo lo que puede mejorar el Aston Martin a poco que llegue ese motor nuevo o que el chasis del año que viene rinda como se espera.

Fernando «Peter Pan» Alonso

En medio de todo esto, por supuesto, queda Fernando, que va ya para los 44 años y en el que hay que reconocer algo parecido también al peterpanismo. Tal vez, él mismo, cada invierno, cuando todo el mundo alrededor le pide que lo deje, que es muy peligroso, que no tiene sentido pasarse veintitrés años jugándose la vida casi cada fin de semana, se acuerde de sus años de gloria y se ilusione con la ilusión ajena.

En cualquier caso, es importante que tengamos algo claro para evitar malentendidos: si luego las cosas no salen bien, si el Aston Martin se para en cualquier recta o si la rueda no acaba de entrar o si las órdenes de equipo son un auténtico desastre… en definitiva, si al final resulta que tenemos 47 años o 52 o los que sean y el retorno al paraíso perdido es imposible, la culpa no será de Fernando Alonso. Como mucho podemos agradecerle el espejismo, pero no hacerle cargar con sus consecuencias. Sería muy injusto.

Y así, pasará el año entre victorias de Verstappen y quedarán nuestros odios atávicos -Hamilton- y nuestros viejos amores. Miraremos a Carlos Sainz Jr. como se mira a un familiar lejano al que sabes que deberías acercarte más y poco a poco se nos irá pasando el presente para algo parecido al futuro. Quién sabe si el año que viene. ¿Por qué no? Parece que Red Bull le quiere. ¡No, está detrás de él Mercedes! Y mientras él aguante, nosotros aguantaremos. Solo faltaba.