La niña que creció en los boxes de la F1, dejó de soñar con ella y ahora la vive desde dentro
Laura Villadelprat es ingeniera de fiabilidad y operaciones en Alfa Romeo Sauber F1 y su historia también es la de su padre, Joan.

Los fines de semana de su infancia, desde que ya podía caminar sin agarrarse a la mano de su padre o de su madre, fueron entre neumáticos, llaves inglesas, carpas en mitad de circuitos en cualquier rincón de Europa y coches. Sobre todo coches. Monoplazas con cuatro ruedas y alerones que poblaban sus sueños, donde no había muñecos, o los que había se encargaban de cambiarle las ruedas al vehículo o de completar el repostaje.
Laura Villadelprat Fontana (Oxford, Reino Unido, 1995) es una de esas ingenieras de Fórmula 1 que han aceptado el reto de no escuchar a los que les dijeron que no llegarían lejos, o que ese no era su lugar, que ha preferido labrarse su propio camino a que otros le dijeran cómo hacerlo. Después de estrenarse en el Gran Circo en Alpine en 2021, a principios de esta temporada cambió de aires rumbo a Alfa Romeo Sauber. Y sí, además, es hija de Joan Villadelprat, reputado exmecánico y jefe de equipo español en F1.
Nadie le habría dicho a este técnico barcelonés que trabajó en Tyrrell, McLaren, Ferrari, Benetton y Prost desde 1981 a 2002 que su hija decidiría perseguir sus sueños un día de verano de hace dos años e inscribirse en un proceso de selección de la que fuera la escudería de su padre de 1993 a 1999 (ya bajo el nombre de Alpine)... y sin pedirle ni consejo, ayuda, ni, por supuesto, permiso.
Pero así fue. Después de haber estudiado el Grado en Ingeniería en la Universitat Politècnica de Catalunya, un Máster en Ingeniería Industrial y otro en Ingeniería Avanzada de Competición en Cranfield, a pocos kilómetros de la sede de Red Bull Racing, esta apasionada de la natación y el piano se aventuró en el mundo que la acompañaba desde niña de noche y de día.

Pero el camino hasta Enstone no fue una línea recta y las dudas la asaltaron en todo el trayecto. La pasión que vivió de manera natural desde pequeña -tras criarse sus primeros cuatro años en Inglaterra por el trabajo de su padre en Benetton, y volverse a Barcelona después-, como la gran mayoría viviría el fútbol o el tenis, fue ocultándola al llegar la adolescencia. Ya no se levantaba de madrugada para ver las sesiones de libres en Japón o en Australia; ya no iba todos los fines de semana a ver cómo trabajaba el equipo de su padre en Montmeló. El motor dejó de ser el eje de su día a día.
"Al final, ves que tus amigos hacen otras cosas, entonces tú quieres hacerlas también. Mis amigos salían de fiesta, o quedaban para tomar algo, y es como que una parte de mí quería despertarse a las cuatro de la mañana para ir a Montmeló con mi padre, a ayudarle o a mirar lo que hacían los mecánicos en su equipo, y otra parte de mí no quería hacer nada de eso porque a ninguna de mis amigas les gustaba y todas estaban haciendo otras cosas. Entonces yo me sentía un poco como fuera de lugar; eso afecta mucho. Por eso empecé a ir cada vez menos, y dejó de interesarme tanto", recuerda en conversación con Relevo.
Pero cuando tuvo que empezar a pensar hacia dónde enfocaría su formación universitaria, la F1 volvió a abrirse paso en su cabeza. Aunque nunca se había atrevido a decirlo, como reconoce, en parte porque su padre es un referente en España y en parte porque a su círculo de amistades no le gustaba lo mismo que a ella.
"Yo pensaba que era como un sueño. El típico que cuando te preguntan '¿qué quieres ser?' y de pequeño respondes 'astronauta'. Pero en el fondo la persona que te está preguntando y le contestas astronauta piensa que nunca lo vas a conseguir. Pues así es como yo sentía. Si me preguntaban '¿qué quieres hacer?', yo nunca contestaba 'trabajar en la Fórmula 1', porque pensaba que no se lo iban a creer. Entonces, lo dejé un poco apartado por mis miedos, por no tener claro si iba a estar a la altura de mi apellido o no", confiesa.

Finalmente, se decidió a estudiar Ingeniería Industrial para no cerrarse puertas, en busca de una formación general, por si acaso. Y cuatro años después, ya en 2019, optó por hacer el Máster en Ingeniería Industrial de su universidad para tener un respaldo y "poder firmar proyectos en el caso de que no llegase nunca a la F1".
Pero en el verano de 2020, tras haber compaginado el primer año de Máster trabajando por las mañanas en Continental supervisando placas electrónicas, no neumáticos, donde tras los tres meses de prácticas la hicieron responsable de una línea de producción, quiso volar sola y apostar por sus sueños. Optó por marcharse a Reino Unido. Espero a una cena para comentarlo en casa. Sería la primera vez que les expondría a sus padres y a su hermano que su mañana estaba en la F1 y que, ahora sí, estaba dispuesta a perseguirla, a toda costa.
"Yo sabía que quería hacer algo relacionado con el motorsport, pero aún no había dicho en casa que quería dedicarme a esto. Mis padres sí sabían que me despertaba a las cuatro de la mañana y que iba al circuito con mi padre, que me pasaba horas en el garaje. Sabían todo eso, pero nunca me había sentado con ellos a decirles 'oye, es que me quiero dedicar a esto", apunta.
"Cuando se lo dije mientras cenábamos, las caras de mi hermano, mi madre y mi padre fueron un poema. Mi hermano sí que más o menos ya lo veía venir, pero mis padres no lo vieron venir. Y mi padre se quedó bastante parado hasta que acabó la cena. Luego, al cabo de unos días me dijo 'oye, ¿tú estás segura de lo que quieres hacer? Es muy intenso, es un mundo difícil, es un mundo muy bonito, pero también muy cruel'. Tuvimos una charla larga y luego ya me dejó volar. Él nunca se ha metido en nada, principalmente porque yo le he pedido que nunca jamás haga nada".
Y un año después llegó la oportunidad que le cambió la vida. Decidió presentarse a una oferta de trabajo en Alpine, el equipo que a principios de los 90 dirigió su padre, pero que entonces, aún desde Enstone, competía con otro nombre y con Fernando Alonso como piloto. No le dijo nada a Joan hasta que pasó la primera entrevista y tenía fecha para la segunda.
"Fue un sueño cumplido, totalmente. Nunca jamás me hubiera imaginado llegar y que me escogieran a mí. Nos cogieron a mí y a otro chico a la vez para el mismo departamento y fue increíble. Entré como Graduate Program, que consistía en rotar cada mes en un departamento de la fábrica, y como ingeniera de calidad. Les dábamos feedback de cómo podían mejorar en temas de calidad y eficiencia de operaciones. Y luego, de vuelta en nuestro departamento, les explicábamos todo lo que habíamos aprendido en los demás, qué funcionaba y qué no. Más adelante me hicieron responsable del alerón trasero, ya fuese en fase de producción o durante las carreras. Si había cualquier fallo, tenía que encontrar la manera de solucionarlo", explica.

Llegó a pensar cambiar de orden sus apellidos
Durante algunos años, antes de dar el salto a la F1, Laura llegó a pensar cambiar de orden sus apellidos para que nadie pensara que podría haber recibido un trato a favor porque su padre hubiese trabajado previamente en el Gran Circo, según confiesa a Relevo.
"Obviamente, mis padres me han facilitado muchísimas cosas en la vida, han pagado mi formación, pero no el hecho de que yo esté aquí. Luego, ya con el paso de los años entendí que no tenía que... no avergonzarme como tal, sino no tenerle miedo a eso. Y que la gente que se pensara que estoy aquí por él, pues que lo pensase y punto", reconoce. "El mejor consejo que me ha dado mi padre es que trabaje mucho, que tire para adelante, que no escuche a nadie y que sea yo, que no deje de ser yo y que no pierda mi esencia".
En marzo de este mismo 2023 decidió volver a cambiar de aires. Esta vez, con destino Suiza. Allí trabaja desde abril para Alfa Romeo Sauber, equipo para el que pilotan Valtteri Bottas y Guanyu Zhou, y que en 2022 acabó sexto en el Mundial de constructores. Villadelprat es ingeniera junior de fiabilidad y operaciones y por primera vez está viajando a algunos fines de semana de carrera... ya con responsabilidades. Lejos quedan los grandes premios con su familia, mientras miraba desde abajo a sus ídolos.
El departamento en el que trabaja se encarga de tratar de encontrar soluciones a problemas inmediatos en el monoplaza, además de completar todos los test de legalidad del reglamento técnico y estar en contacto con la FIA. Sus ojos brillan cuando habla de cuál será la próxima carrera a la que acudirá y cómo es el día a día en el circuito. Es su pasión, ya no tiene que esconderla.
El rol de la mujer en la F1 y el margen de mejora
Las caras femeninas, aunque cada vez más habituales, siguen siendo minoría en los puestos técnicos de la Fórmula 1. Aunque varias de las jefas de estrategia son mujeres actualmente -Red Bull, Mercedes-AMG, Alfa Romeo...-, sigue sorprendiendo ver una cara femenina fuera de los departamentos de prensa y marketing. Y los propios equipos están intentando cambiar la situación a través de charlas en colegios, iniciativas con adolescentes y ambientes de trabajo más integradores.
"Ahora hay mucha más representación femenina, pero se ve mucho más dentro de la oficina que en los circuitos. Entonces, claro, si soy una niña pequeña y estoy viendo la Fórmula 1 en la tele, cuando miro la tele no veo a mujeres, veo a hombres. Entonces, claro, damos un poco la visión equivocada a las niñas que están en casa. Queda mucho por trabajar y muchísimas cosas que se pueden mejorar", reconoce Villadelprat.
"Hay que intentar a través de charlas en los colegios desde bien pequeños, entrevistas como esta, etc, que no sea solo el piloto de Fórmula 1 el referente, sino que lo sea también el ingeniero, o el de marketing, o el del combustible. A veces, el diseñador de la pieza más pequeñita que hace que todo se mueva ahí dentro es una mujer, pero claro, está en fábrica, nadie la ve".
Y sobre las barreras o impedimentos que se puede llega a encontrar una mujer en un mundo todavía tan masculino, Villadelprat reconoce que ha vivido situaciones en las que no se le ha tratado igual que a otros compañeros de trabajo.
"No hay impedimentos, pero sí que te tratan de una manera diferente. Cuando estaba en mi antiguo trabajo con mi compañero, los dos nos dedicábamos exactamente a lo mismo, pero a veces sí que veías que ibas a hablar con alguien y cuando él decía una cosa se lo tomaban de una manera y cuando yo decía algo se lo tomaban de otra. Te siguen discriminando, pero de otra manera. Con la mirada o con tomarte más o menos en serio. Te llegan comentarios de que si nos han fichado por ser mujeres. Parece que hemos pasado de que no podíamos hacerlo, a que ahora solo estemos porque están intentando que haya más mujeres. Pero esto sirve de gasolina; nos hace más fuertes. Poco a poco se está girando un poco la tortilla", admite.
-¿Y si tuvieras aquí delante a esa Laura que empezaba ver la F1 como un sueño real, pero que no se atrevía a exteriorizarlo...?
-Le diría que se deje de tantas tonterías; que confíe en ella; que no pasa nada porque en el cole suspendiera Física, que luego se aprueba; que se aprende de ello; que el tiempo pone a todo el mundo en su sitio y que no pasa nada por ser una mujer. Que se tiene que aceptar que somos diferentes, que los hombres son más capaces en unas cosas y nosotras, más capaces en otras. Y lo mejor es cuando lo combinas, porque sacas el mayor rendimiento de los dos lados. Y básicamente nosotros ¿a qué nos dedicamos? A sacarle rendimiento al coche. Pon a todo el mundo ahí junto y sacaremos el mayor rendimiento posible. Y que siga soñando, que los sueños se cumplen.