Reconciliación militar jugando al futsal en la Copa de la Paz
Miembros de los ejércitos de seis antiguas repúblicas yugoslavas se reúnen cada año desde hace más de una década para disputar un torneo que es una historia de redención y pacificación, retratada por la directora serbia Gorana Jovanović en su documental 'Balls'.

En el complejo contexto geopolítico actual y en plena disputa de la Eurocopa de Alemania y a las puertas de los Juegos Olímpicos de París, el deporte corre el riesgo de ser utilizado como una devastadora arma de propaganda. Con dos crisis bélicas abiertas en Ucrania y en Oriente Próximo, resulta profundamente inspirador constatar cómo una competición de fútbol sala puede erigirse en una poderosa herramienta de paz.
La Copa de la Paz es una competición organizada por el Consejo Internacional de Deportes Militares (CISM) en la que se reúnen desde hace más de una década miembros de los ejércitos de Bosnia y Herzegovina, Serbia, Croacia, Eslovenia, Montenegro y Macedonia del Norte. Seis países de la extinta Yugoslavia, que fue el escenario del peor conflicto armado en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
El deporte ha desempeñado históricamente un papel importante en el proceso de consolidación de la paz y en la superación de las diferencias que dividieron a estas naciones. Por este motivo, el secretario general del CISM, el coronel holandés Michel Van Meurs abanderó esta iniciativa. La primera de sus trece ediciones se jugó en 2009 en la Academia Militar de Belgrado y última se disputó en el Sports and Business Center Vojvodina de Novi Sad.
En 2021, la décimo segunda edición de la CISM Futsal Cup For Peace se celebró en Sarajevo y contó con una invitada especial. La directora de cine serbia Gorana Jovanović se propuso recoger en un documental esta historia de pacificación y redención protagonizada por jugadores de ejércitos que estuvieron enfrentados hace 30 años y que han cambiado el campo de batalla por una pista de parqué.
'Balls' ('Lopte' en serbio y 'Balones' en español) fue estrenado mundialmente en 2022 en el 75º Festival de Cine de Locarno, fue incluido en la selección 'Best of Fests' del Festival Internacional de Cine Documental de Ámsterdam (IDFA) y fue distinguido en la 64ª edición del Zinebi (Festival Internacional De Cine Documental y Cortometraje De Bilbao) con el premio Mikeldi al Mejor Cortometraje Documental.
En su periplo internacional, este cortometraje de Gorana Jovanović tendrá un lugar destacado en el festival internacional de cine Filmadrid, que cumple 10 años. El trabajo de la directora serbia está encuadrado dentro de la sesión 'Nuevos Pasajes/Nuevas Visiones' que recoge una selección de trabajos de las directoras europeas con más futuro. La cita tendrá lugar el domingo (10:30 horas) en La Casa Encendida de la Fundación Montemadrid.
Una oportunidad para visionar el trabajo de observación realizado en 'Balls' con una profunda mirada crítica para el público 'pos-yugoslavo' ante la imposibilidad de separar el deporte de la política. Y más concretamente el fútbol. El comienzo y el final del documental, sin ánimo de hacer un spoiler, denuncian peligrosos paralelismos entre lo que sucedió hace más de tres décadas y lo que podría pasar a día de hoy en cualquier estadio con la llegada de aficionados rodeados de policía.
#LocarnoShortsWeeks (#28 of 29) LOPTE (BALLS) by Gorana Jovanović - Decades after being at war with each other, the armies of six former Yugoslav republics are getting together to play ball.https://t.co/F21a4okTtx @swisslife_ch pic.twitter.com/jka9AADBly
— Locarno Film Festival (@FilmFestLocarno) February 28, 2024
Gorana Jovanović recupera las imágenes de la quema de una bandera yugoslava en un partido entre el Hadjik Split y el Partizan de Belgrado en el Poljum Stadium el 26 de septiembre de 1990. Uno de los dos partidos de fútbol que muchos historiadores y politólogos señalan como detonantes de la guerra de los Balcanes, que redujo a cenizas las seis ex repúblicas yugoslavas.
Meses antes, el 13 de mayo de 1990, tuvo lugar la famosa patada de Zvonimir Boban a un policía en el Maksimir de Zagreb durante un partido entre el Dinamo y el Estrella Roja. En aquel partido estuvo Robert Prosinecki y como explicó a Relevo nunca pensó que aquel incidente fuera el epílogo de un conflicto bélico: "Ya se notaba que algo iba a pasar, se respiraba en el ambiente, pero nadie pensaba en una guerra".
'Balls' es una advertencia sobre el odio y la violencia que emana de la influencia política de grupos ultra como los 'Bad Blue Boys', uno de los más peligrosos del fútbol europeo. Radicales que han llegado a presidir de manera paralela al Dinamo de Zagreb un club de fútbol sala que ha disputado la UEFA Futsal Champions League y que siguen encontrando en las gradas y el fanatismo de los hinchas el caldo de cultivo ideal para la larva del nacionalismo, que dejó de 1991 a 2001 200.000 muertos en el centro de Europa.
El bloque central de 'Balls' es un documental de observación rodado de manera artesanal con escenas encuadradas en gran angular con cámara fija sin personajes ni diálogos. Jovanović se centra en el equipo del ejercito serbio y su participación en la Copa de la Paz y utiliza largas tomas estáticas para capturar la ceremonia, el sorteo y el protocolo militar de un torneo entre seis naciones enfrentadas hace décadas y que encuentran en el fútbol sala una herramienta de reconciliación.
A la directora serbia no le hacen falta palabras para explicar las diferencias entre la expedición serbia llegando a Sarajevo para jugar estos partidos en 2021 y cuando el mismo ejercito sitió la capital de Bosnia Herzegovina hace más de 30 años y por eso incluye imágenes de la antigua ciudad olímpica en 1984 como símbolo de la devastación que produjo la guerra.
El fútbol sala es un deporte muy practicado en el este de Europa, pero la CISM Futsal Cup For Peace ya acumula dos años de ausencia y corre el riesgo de desaparecer ante la ausencia de repercusión mediática de otros torneos como la 'Kutija šibica' ('Caja de cerillas') de Zagreb. 'Balls' es una ejemplar historia de pacificación, pero también un alegato visual para los que no recuerdan las atrocidades de la guerra, ya que el horror del pasado se puede esconder detrás de un cántico, una bufanda o una pancarta en cualquier estadio de fútbol.