FÚTBOL

El donostiarra que fantaseaba con jugar con Leo Messi y ahora le coge consejos al vuelo: "Las primeras veces que le vi fue algo irreal"

Con apenas diez años, Alejandro Flores tuvo que dejar Donostia junto a su familia y, tras firmar su primer contrato como profesional, entrena con el Inter Miami y juega en el filial.

Alejandro Flores, en un entrenamiento con el Inter de Miami. /Relevo
Alejandro Flores, en un entrenamiento con el Inter de Miami. Relevo
José Luis Lorenzo

José Luis Lorenzo

Alejandro Flores (Donostia, 2006) está viviendo un sueño del que no quiere despertarse. A sus 18 años ha firmado su primer contrato como profesional y se ha convertido en un habitual en los entrenamientos del Inter Miami, equipo capitaneado por Leo Messi y en el que también militan futbolistas de talla mundial como los Luis Suárez, Sergio Busquets o Jordi Alba. Cuando apenas contaba con ocho años, este donostiarra con ascendencia cubana, disfrutaba en Anoeta viendo en acción a los que hoy son sus compañeros. De hecho, guarda como oro en paño una camiseta del Barcelona firmada por todos los jugadores de aquella plantilla que hizo historia. Por aquel entonces, Alejandro fantaseaba con, algún día, seguir los pasos de sus ídolos.

El deseo se ha convertido en realidad. "Por supuesto que es un sueño, pero es algo que para mí ya se ha convertido en algo normal, aunque se lo cuentas a alguien que no está en este entorno y se queda asombrado. Claro que siempre hay momentos que piensas y te preguntas: '¿Cómo voy a llegar ahí?' Pero al final se me dio y ahora lo único que tengo que hacer es tirar para adelante sin mirar hacia atrás", declara a Relevo el protagonista de esta historia de superación.

Alejandro Flores habla de lo que supone para él la figura de Leo Messi. Relevo

Porque su camino no ha sido nada sencillo. Todo lo contrario. No tiene que ser nada fácil para un niño de apenas diez años tener que hacer las maletas y dejar atrás, junto a su familia, un entorno conocido para iniciar una nueva vida a miles de kilómetros de casa. Su marcha de Donostia la recuerda "con tristeza porque yo era muy niño. No quería irme", asegura. Y ya en Miami la pena fue a mayor. "Me acuerdo de días llorando porque quería volver", reconoce. No le quedó más remedio que adaptarse. "Era el futuro que tenía que afrontar, un idioma nuevo, gente nueva... Me fui adaptando y me ayudó empezar a jugar al fútbol. Al principio fue un poco difícil, pero, al poco tiempo, la situación fue mejorando", rememora el futbolista.

El primer paso ya lo ha dado, pero ni mucho menos se conforma. Sueña a lo grande. "Es el primer paso de algo más grande", se aventura a contar. "A mí me encantaría jugar también en la Real porque, al final, es donde yo nací, donde me crié. Anoeta era el estadio al que yo iba a ver a jugar a varios equipos y es un lugar que me encanta", deja claro un futbolista precoz que, siendo de 2006, en el Lengokoak, su primer y único club en San Sebastián, jugaba con gente mucho mayor que él. Echa la vista atrás en el tiempo y se acuerda de cómo su aita, Ernesto, le llevaba a los hoteles para ver, entre otros, a jugadores con los que hoy en día comparte vestuario.

Alejandro posa con la camiseta del ABrcelona firmada por los jugadores.  Relevo
Alejandro posa con la camiseta del ABrcelona firmada por los jugadores. Relevo

No olvida cómo le marcó un encuentro en Anoeta entre la Real Sociedad y el Barcelona. En concreto, una acción protagonizada por Leo Messi. "No sé muy bien la razón, pero hay una jugada que se me quedó grabada. Nosotros estábamos detrás de los banquillos y Messi estaba en la otra banda. Cogió el balón de cara a la banda e hizo un cambio de ritmo a una velocidad... Se me quedó grabada y siempre la he tenido en la cabeza", confirma Alejandro, también zurdo como su ídolo, y que unos años después tiene "el privilegio" de compartir campo de entrenamiento con el crack argentino.

"A veces bromeaba con el aita: '¿Te imaginas yo jugando con Messi? Sería una locura'. Pero nunca pensé que iba a compartir básicamente el día a día con él", sostiene Alejandro, que vivió en primera persona la llegada del rosarino a Miami. "Esa semana que él llegó aquí, yo estaba con el primer equipo y en sus primeros días, que aún nadie sabía que estaba entrenando, yo ya le estaba saludando y, de vez en cuando, compartiendo el campo", significa. No olvidará nunca el primer saludo. "Él estaba haciendo su entrenamiento individual y, más tarde, salimos todo el equipo a entrenar. Yo lo veía de lejos y decía: 'No es Messi' Como que no era real, pero se empezó a acercar a mí y me puse nervioso porque, al final, era él, era Messi. Es alguien al que mucha gente no ve ni en su vida y yo lo veo en el día a día. Las primeras veces fue algo irreal", rememora.

Alejandro Flores, en el último partido jugado contra el Miami United.   Relevo
Alejandro Flores, en el último partido jugado contra el Miami United. Relevo

A Jordi Alba le sorprendió conocer el origen donostiarra de Alejandro

Pese a que es un habitual en los entrenamientos del primer equipo del Inter de Miami, le cuesta hacerse a la idea de que a su lado tiene a los que, en su día, fueron sus ídolos. Reconoce que con Messi "es muy difícil hablar", más que nada por la timidez que caracteriza a Alejandro Flores. "Lo saludas y eso, pero que de primeras te dé un consejo es un poco difícil", asegura el donostiarra que al que sí dejó "sorprendido" fue a Jordi Álba. "Estábamos haciendo un ejercicio de once contra once y me tocaba ir contra él y en una de esas jugadas estuvimos hablando un rato y me preguntó de dónde era y cuando le conté mi historia, se quedó sorprendido. Él sí me dio un consejo: "Eres joven, todavía tienes tiempo, tranquilo. Ya llegará tu momento'", me dijo, algo que, como no podía ser de otra manera, le llegó "muy adentro".

Ambición no le falta. Sabe que es un privilegiado por estar donde está. Da gracias a Dios por ello, pero no se conforma. Su sueño es regresar a Europa y, por qué no, defender algún día la camiseta del equipo de su ciudad. "Para mí siempre ha sido un sueño jugar allí y jugar en mi ciudad, en San Sebastián. Es de donde soy y es ahí donde quiero yo estar", promulga este futbolista que no olvida sus raíces: "Me fui muy joven, pero siempre me acuerdo mucho porque yo iba con mi padre a jugar a unas canchas de fútbol que había cerca del estadio. Íbamos ahí a jugar y siempre la pasábamos bien. Y también me acuerdo mucho de cuando había partidos de Europa League. Ver a los hinchas del otro equipo estar fuera del estadio con las bengalas... Siempre me gustó ese ambiente, siempre me gustó estar rodeado del fútbol y es algo que cuando empecé nunca lo quise soltar porque es lo que se me da bien", deja claro alguien que "siempre" quiso ser futbolista.

Alejandro, junto a su ama Leslie, en Anoeta.  Relevo
Alejandro, junto a su ama Leslie, en Anoeta. Relevo

Pese a que la ambición es máxima, Alejandro tiene los pies en el suelo, algo en lo que han contribuido de manera fundamental sus padres, Ernesto y Leslie. "Desde muy pequeño ellos me han enseñado esas raíces de tener los pies en la tierra porque nunca sabes lo que la vida te puede deparar. Un momento estás arriba y al día siguiente, abajo. Siempre trato de mantenerme humilde porque nunca sabes lo que pueda pasar mañana", puntualiza un Alejandro que, ahora, ha encontrado la feclidad, aunque no siempre fue así.

El fútbol como una manera de integración

Ernesto Flores es el padre de la criatura y, como no podía ser de otra manera, vive el momento de Alejandro con "orgullo", siendo consciente de todo lo que ha tenido que pasar para llegar a este momento. Si el de Alejandro no ha sido un camino de rosas, el de su padre ha estado plagado de espinas. Dejó su Cuba natal, donde la situación no era la mejor, siguiendo los pasos de la que hoy es su esposa, Leslie De la Paz, y más tarde se vio obligado a abandonar Donostia, la ciudad que se había convertido en su hogar, por motivos laborales. El destino quiso que Miami se convirtiera en su lugar de residencia con todo lo que eso ha supuesto en el camino de la familia Flores-De la Paz.

Alejandro Flores habla de sus recuerdos de Donostia y de la Real Sociedad. Relevo

"Por desgracia, la situación empeoró en Donostia. Teníamos familia aquí en Miami y hablaron de una posibilidad de trabajo. No me habían hecho una oferta, pero sí había encontrado un lugar donde estaban buscando gente para trabajar, gente cualificada de mi profesión, carpintero. Me dije: 'Voy a probar' Estados Unidos es muy grande y las oportunidades de trabajo, también. Vine, probé, me fue bien y hable con Leslie, mi mujer. Alejandro era pequeño, le costó un poco la adaptación pero, por suerte, el fútbol le ayudó muchísimo en la integración", agradece Ernesto, consciente del esfuerzo que le pidió a toda su familia.

Fue "muy difícil" dar un paso que implicaba cambiar de vida, incluso de continente. "No le lo voy a contar. Eso fue grande. Fue un disgusto para nosotros por cambiarle su entorno, cambiarle sus amistades e intentar que se adaptara a otra cultura. Él, al principio, estaba muy rebelde, pero era normal porque nunca pesnsó que iba a llegar aquí a hacer una vida. Nosotros tampoco queríamos eso, pero la situación... Gracias al fútbol él se empezó a integrar, empezó a hacer amistades y empezó a sentirse cada vez mejor. Le costó. No fue una cosa de uno ni dos meses, sino de años", explica el otro protagonista de la historia. "Él se fue adaptando y mejorando por los clubes por los que pasó. Siempre que alguien le veía, siempre me decía: 'Esto no es para tu niño. Él tiene que ir a otro sitio'. Un día dimos con un equipo que sí, de cierta manera, cumplía sus expectativas", refiriéndose al Miami Rush, equipo desde donde dio el salto a la Academia del Inter Miami.

Alejandro, a la derecha, en un lance de entrenamiento con Leo Messi al fondo.  Relevo
Alejandro, a la derecha, en un lance de entrenamiento con Leo Messi al fondo. Relevo

Ernesto siempre tuvo la sensación de que Alejandro tenía condiciones innatas para la práctica del fútbol y un día mantuvo una conversación con uno de los profesores de educación física de La Asunción, el colegio de Alejandro. "'Es muy pequeño' me dijeron. Les dije: 'Aunque sea para que esté un ratito ahí' Lo llevé el primer día y a Juan Carlos le encantó. 'Tráemelo todos los días', me pidieron" Ese fue el primer paso. Luego llegó el Lengokoak, uno de los clubs más importantes en lo que a fútbol base se refiere en Gipuzkoa. "'Cuando nos fuimos el director habló con mi esposa y le pidió que no se lo llevara, qué conocía a gente de la Real Sociedad, que si tal, que si cual, pero teníamos la decisión tomada", recuerda con cierto aire de nostalgia Ernesto, al que todavía le "cuesta hacerse a la idea" de lo que está consiguiendo su hijo. "El día que nos mandaron el email que lo aceptaban en el Inter Miami, imagínate, superemocionado. Sientes una emoción grandísima", afirma el aita de un Alejandro que recién ha comenzado a escribir su historia. Lo está haciendo, eso sí, al lado del mejor.