Un día amargo para Florentino: se le va mucho más que un futbolista...
La fecha del 4 de junio de 2023, última toma de la temporada en curso, no debería pasar inadvertida en la historia del fútbol español. Todo lo contrario. Debería recordarse de manera especial y pasar a ser jornada de culto futbolístico. La ocasión lo merece. En este día han jugado su último partido de Liga dos jugadores singulares, exclusivos y particulares: Karim Benzema y Joaquín Sánchez. Dos leyendas. Cada uno en su estilo. En su papel. En su entorno. Seguro que el bético tiene su momento de gloria en otros artículos de Relevo, por lo que estas líneas van ir dirigidas más concretamente a KARIM BENZEMA. Sí con mayúsculas.
Los que nos dedicamos a esto de escribir y comentar fútbol también somos de nuestro padre y de nuestra madre y por lo tanto también tenemos nuestras debilidades y nuestras fobias balompédicas. Reconozco que Karim Benzema ha sido y, supongo que seguirá siendo hasta en Arabia, una de mis filias. Cuando era un gato a la sombra de Cristiano y litigaba en protagonismo con Higuaín y la temporada pasada cuando se coronó máximo goleador de la Liga, de la Champions y ganó el Balón de Oro. Del francés me han gustado hasta los andares. Siempre me llamó la atención su manera de entender el juego. Su inteligencia de movimientos, su precisión en el tacto con el balón. Entraba y salía. Pocos delanteros de tan altísimo nivel han sabido, como él, interpretar su rol en un equipo, ya fuera el Real Madrid o la selección francesa.
Las pocas veces que hablaba, decía que para él era tan importante dar un pase de gol a un compañero que marcarlo él mismo. No mentía. Lo pensaba y lo demostraba. Ahí están en la videoteca docenas y docenas de ejemplos. Cuando pasó a sentirse goleador de pura cepa y a encadenar diana tras diana, nunca dejó de levantar la cabeza para hacer sonreír al Vinicius o Rodrygo de turno que, posiblemente, necesitaban más que él la gloria del último toque. Indudablemente, Karim se merecía una despedida más personalizada, más individualizada. El desastre de temporada que le ha perseguido desde el maldito Mundial de Catar parecía predestinado a un final infeliz, precipitado, con un comunicado oficial del club y un manteo improvisado de sus compañeros. El martes, en cambio, podrá despedirse con todos sus honores.
El primero en pensar que Benzema se merecía otra salida del Bernabéu es Florentino Pérez. Para el presidente siempre será su enfant preferido, el mismo que se fue a buscar a su casa de Lyon en junio de 2009 y por eso no ha terminado de entender muy bien todo lo sucedido en los últimos días en torno a su jugador del alma. En el club, todo lo que tenía que ver con Benzema, siempre se ha tratado con mucha cautela. Arriba, en los despachos y, abajo, en los vestuarios. Todos sabían que para el presidente, Karim era mucho más que un futbolista. A pesar de su abrumadora timidez, de su escueto verbo, Florentino siempre supo cómo llegar al jugador y hacerle sentir importante hasta cuando no lo era para la mayoría, pero sí para él.
Con la gran maniobra de reestructuración de la plantilla en marcha, Florentino contaba con Benzema para la próxima temporada. Él debía dar físicamente el relevo a Mbappé o Haaland. Su idea, con el visto bueno de Ancelotti, era que el jugador se siguiera sintiendo importante hasta el último día que se enfundara la camiseta blanca. Tenía la teoría de que Benzema es de esos jugadores a los que no hay que presionar con una competencia directa y quería mantener vivo ese 'sentiment' surgido en su casa de Lyon y alimentado a lo largo de 14 temporadas. Por todo ello, el 4 de junio de 2023 siempre será un día amargo para el presidente blanco. Nunca lo dirá, pero lo pasó mal desde la mañana a la noche.