El atrevido entrenador-jugador: ¿sale bien?
Alternar campo con banquillo es una práctica poco habitual que han desarrollado futbolistas con una gran trayectoria.
Hoy presentamos... al entrenador-jugador. ¿Esto existe? Sí y, de hecho, lo han desempeñado nombres realmente reconocibles. Ahora bien, otro asunto a debatir es si merece la pena, ha salido bien o es buena idea. Ejemplos hay miles, por paradójico que parezca. Aquí vamos a presentar a algunos de ellos, los más sonados. Antes de nada, invitamos a la participación: ¿contaríais en vuestros equipos con esta figura?, ¿qué futbolista creéis que sabría lidiar mejor con esa doble responsabilidad y la enorme presión que supone? Allá van algunos ejemplos:
Wayne Rooney con el Derby County
Fue interino de noviembre de 2020 a enero de 2021, a modo de urgencia por la mala racha de resultados. Aquello no pareció buena idea mirando las estadísticas: tres victorias, cuatro empates y cuatro derrotas en once partidos. No obstante, decidió retirarse del fútbol para centrarse únicamente en su labor de técnico y acabó haciendo una larga carrera en el mismo club, ya contratado de pleno derecho. A día de hoy, dirige al DC United de la MLS. No ha llegado a la élite, pero ese precipitado arranque no le impidió crecer con la pizarra en la mano.

Kompany con el Anderlecht
Solo cuatro partidos de entrenador-jugador. El Anderlecht le nombró de manera firme, no como otros ejemplos de estas líneas que fueron decisiones precipitadas e improvisadas por una situación adversa. La intención del club es que se consolidara durante una temporada completa, alternando ambos cargos. Dos empates y dos derrotas presagiaron que no habían dado en la diana. Y le cambiaron... por su segundo. De este modo, continuó como jugador hasta su retirada unos meses después, donde volvió a hacerse cargo del banquillo. Posteriormente, se filtró que lo había hecho sin licencia y eso le costó una sanción a la entidad. Nunca sabremos si aquella temprana destitución fue por tal motivo o se ciñó únicamente a los resultados.

Nuri Sahin con el Antalyaspor
El Antalyaspor optó por nombrar al mediocentro turco como entrenador-jugador, pero en este caso fue el propio Sahin el que no lo vio claro. Estaba preparado o, al menos, eso consideraba el equipo para afrontar esta particular aventura. Él decidió declinar la oferta y se retiró para afrontar únicamente su puesto en el banquillo. Por el momento, su carrera como técnico no está saliendo como esperaba. A día de hoy, el Antalyaspor cabalga en la parte baja de la liga turca y medios locales apuntan a que el puesto del exmadridista pende de un hilo. Quizás ese salto tan prematuro le impidió forjarse con la tranquilidad y paciencia que le hubiese gustado.

George Weah con Liberia
El mítico futbolista recibió un encargo de enorme responsabilidad: llevar a Liberia al primer Mundial de su historia. Era el de Corea y Japón de 2002. Tenía mérito solo pelear por ello, ya que lo más natural es que el equipo nacional ni siquiera clasifique para las Copas Africanas de Naciones. No estuvo lejos, aunque no lo consiguió. Su buena labor es de valorar, ya que compaginó césped con banquillo. Eso sí, posteriormente apenas desarrolló su carrera como técnico.

Paul Ince con el Macclesfield Town
Su aventura en las bajas categorías del fútbol inglés apenas duró un año. Sin embargo, es de los claros ejemplos de que puede salir bien. Grandes equipos observaron que si era capaz de ser jugador y entrenador a la vez con buenos resultados, sería un técnico de primera categoría. Le sirvió como trampolín al Blackburn Rovers. Fue el primer entrenador negro de la historia de la Premier League.

Ruud Gullit y Gianluca Vialli con el Chelsea
Al Chelsea le dio a finales de los 90 por esta innovadora fórmula. Gullit fue el primero que probó la figura de jugador-entrenador. El neerlandés ganó la FA Cup. No fue brillante y le cesaron. Llegó Vialli, con la misma condición. Esta vez sí fue un éxito: conquistó Copa de la Liga, Recopa y Supercopa de Europa. Un día, el club ya le quiso únicamente para sentarse en el banquillo. Aceptó, siguió y su nueva etapa resultó un fracaso.

Kenny Daglish con el Liverpool
El mejor ejemplo de estas líneas. Supuso un éxito mayúsculo. Con su Liverpool, ganó tres Premier League y dos FA Cup. Fue entrenador-jugador de 1985 a 1991 y, posteriormente, una leyenda de los banquillos. En el año 2000, puso fin a su etapa en el Celtic y no regresó hasta 2011. A Anfield, cómo no.

John Toshack con el Swansea
Un milagro. Toshack consiguió ascender cuatro veces en cuatro años: de cuarta categoría a la Premier League. ¿Es posible lograr hazañas de este calibre siendo entrenador-jugador? Probablemente, en estos tiempos, ni siquiera como solo técnico. En este caso, son palabras mayores: el galés ganó Liga, Copa, Supercopa de España, Copa de Turquía, Copa de Turquía, Liga de Marruecos, tres Copas de Gales...