OPINIÓN

Cuando Beckenbauer te regalaba el "tú": de Guardiola a Maradona, escenas de un hombre que se sintió ganador siempre

Beckenbauer. /Reuters
Beckenbauer. Reuters

Franz Beckenbauer te miraba y, sin decirte nada, te decía unas cuantas cosas.

Yo inventé una forma de jugar al fútbol, yo soy muy pero que muy bueno, yo soy el Kaiser (el emperador), pero no solo sobre el césped: soy el Kaiser en cada cosa que haga. Soy un hombre condenado al éxito.

Beckenbauer, en efecto, se sentía ganador siempre, algo que se advertía en su mirada entre curiosa y distante, siempre desde arriba, como corresponde a un jugador de cabeza erguida. Todo, acompañado de una casi permanente semi sonrisa ladeada.

Ese era el Beckenbauer que se vio, por ejemplo, en febrero de 2006 en el Casino de Madrid. Era un Beckenbauer pletórico: si en 1974 había ganado la Copa del Mundo como jugador, en 1990 lo había hecho como entrenador. Y ahora estaba de gira mundial presentando su tercera victoria: la sede de la Copa del Mundo de 2006 para Alemania.

Tan fuerte era su impronta, tal síntesis de la Alemania orgullosa, moderna y ganadora encarnaba Beckenbauer, que se entiende lo que le sucedió en 2011 a Hans-Joachim Watzke, hoy consejero delegado del Borussia Dortmund y vicepresidente de la Federación Alemana de Fútbol (DFB).

El Dortmund acababa de ganar la Bundesliga 2010/2011 y Beckenbauer sorprendió a Watzke proponiéndole que lo tratara de "tú": "Sigo recordando ese momento hoy, se me puso la piel de gallina".

En Alemania, país ordenado y de gente estructurada como pocos, alérgico a la informalidad, que alguien te ofrezca dejar el habitual usted para proponerte el tuteo es todo un acontecimiento. Ni hablar si la propuesta llega desde un emperador. Se entiende que la piel de gallina perdure en Watzke doce años después.

Ese tuteo no llegó a disfrutarlo Josep Guardiola en sus tres años en el Bayern Múnich. Se encontró con algo que no existía para él en Barcelona, donde fue un semidiós por cuatro años.

Beckenbauer charla con Guardiola. Efe
Beckenbauer charla con Guardiola. Efe

El semidiós en Alemania era Beckanbauer, presidente por años del club y a esa altura ya presidente de honor. En 2014, durante aquella serie de semifinales de la Champions que el Bayern de Guardiola pierde por 5-0 en la suma de los dos partidos ante el Real Madrid, el catalán se encontró con un límite inesperado: al emperador Beckenbauer no le gustaba que su técnico diera a entender que solo existe una forma legítima de jugar al fútbol.

"Son atletas", dijo Guardiola de los blancos tras perder 1-0 en Madrid.

"Son los mejores a la contra. Tienen muchas piernas, son futbolistas, pero, básicamente, atletas. En la primera parte no dieron tres pases seguidos. Son el equipo más rico del mundo, compra todo lo que quiere".

"Desde siempre, el Madrid es un equipo de contraataque", insistió el entrenador, que en la derrota se presentó como el impulsor de un objetivo noble: "Que Europa pudiera ver que el Bayern es un equipo valiente, que respeta a la gente que nos ve".

¿Y el Madrid no respetaba a la gente? Aquellos eran los años, no hay que olvidarlo, del éxtasis del fútbol de posesión. Había gente que gozaba más ante una planilla con los porcentajes de posesión del balón que con el gol en un estadio. Y la posesión era precisamente el mantra del guardiolismo.

"No importa cuántos pases y posesión del balón tengas: todo eso no sirve para nada si no anotas ningún gol"

Expeditivamente germano, Beckenbauer zanjó el debate en una de sus habituales columnas para la agencia de noticias DPA: "No importa cuántos pases y posesión del balón tengas: todo eso no sirve para nada si no anotas ningún gol".

Beckenbauer es un orgullo alemán, pero lo de pagar impuestos no era lo suyo. Tuvo problemas como jugador con el fisco alemán y luego con el suizo, adonde trasladó la residencia. Cuando Suiza se le hizo hostil impositivamente, el "Kaiser" instaló su residencia fiscal en Austria.

Aunque fue en su faceta de dirigente de alto perfil internacional donde más manchas sumó a ese traje de emperador que vistió por décadas. Dinero cuyo origen y motivaciones eran difíciles o directamente imposibles de explicar, la sospecha de que en el 2000 Alemania ganó la sede de 2006 apelando a sobornos y más millones y millones provenientes del mundo árabe y de Rusia.

A Beckenbauer, que con su status de encarnación del alemán soñado había firmado contratos multimillonarios por su imagen, se le había subido la euforia a la cabeza. El FIFA-Gate sólo lo rozó, y los casos en los que apareció como seriamente sospechoso prescribieron.

Franz Beckenbauer.
Franz Beckenbauer.

"Este país se conoce desde un helicóptero, ya sé que es un poco caro, pero si tienen la posibilidad, sólo puedo recomendarle a la gente que vea el país desde un helicóptero. Vivimos en un paraíso y hay que verlo desde el helicóptero", dijo en plena Copa del Mundo Alemania 2006. El costo de ese helicóptero fue de 156.000 euros.

Aquel Mundial fue un éxito de organización, todo un logro y un alivio para Beckenbauer, que nunca tuvo buena imagen entre la prensa de izquierdas germana, que lo veía demasiado exitoso y demasiado fascinado por el dinero.

Con la confianza que solo puede dar el haber jugado muy bien al fútbol, con la sensación de ser casi un intocable en Alemania, Beckenbauer prefería muchas veces mirar con distancia a su país y sus compatriotas. Mejor relacionarse con los grandes a nivel internacional.

Casi ninguno de ellos está ya en este mundo. Ni Diego Maradona, ni Pelé, ni Mario Zagallo, ni Beckenbauer. En un puñado de años, apenas 35 meses, dejaron de ser historia viva para pasar a los libros.

En aquel noviembre de 2020, la pregunta a un Beckenbauer ya menguante fue sobre Maradona. El "Kaiser" demostró ser bastante más que el gran futbolista de Alemania.

"¿Maradona? Era la clase de persona que se te acercaba y te daba la mano. Los europeos bien podrían haber aprendido algunas cosas de él. Siempre amistoso, siempre simpático".