El boom navideño de las selecciones autonómicas: "Te metían 12 si no te lo tomabas en serio"
A comienzos de los años 2000 se popularizaron los choques amistosos de los combinados regionales, con hasta diez partidos en la Navidad de 2007.

Cuando el fútbol daba tregua y las temporadas no eran una consecución de partidos incansable hasta para los espectadores, una fecha estaba marcada en el calendario de todos los rincones de España. Desde Extremadura a Valencia y de País Vasco a Andalucía: el partido navideño de las selecciones autonómicas. Una tradición que impulsó a prácticamente todas las federaciones a organizar sus encuentros, siguiendo la rueda que la selección catalana y sobre todo Euskadi venían disfrutando desde hacía años. El boom fue en el 2007, cuando llegaron a jugar diez autonomías en apenas unos días ante rivales de la talla de Uruguay, Camerún, Chile…
"Era uno de los días más esperados del año para nosotros y para la gente", dice Roberto Martínez 'Tiko', que vivió la plenitud de la selección vasca, cuando San Mamés se abarrotaba de gente sin importar el rival cada Navidad. "Nos lo tomábamos como si fuese un partido oficial", puntualiza, comparándolo incluso con lo que vivió en las semifinales de Copa del Rey de 2005 ante el Betis. "Yo no he jugado una final, pero es el ambiente más festivo que he podido vivir, con esa emocionalidad de las grandes noches de San Mamés. Lo que se vivía estaba a ese nivel". A esa altura coloca estos partidos un futbolista que también fue llamado por la selección de Navarra, pero finalmente decidió seguir jugando con la tricolor.
"Nos pusieron en una situación un poco incómoda", recuerda sobre el llamado del conjunto navarro, que nunca había organizado partidos amistosos pero se subió al carro de los partidos navideños en 2005 y abrió el debate de la presencia de navarros en la Euskal Selekzioa. Cruchaga, Orbaiz, Gurpegui o el propio Tiko tuvieron que elegir, además de un Lacruz que jugó con la camiseta roja de su tierra. Incluso, algunos de ellos jugaron un día en Bilbao y al siguiente en Navarra. "Nos crearon esa incertidumbre de elegir. Nos dieron la opción de jugar con las dos, pero a mí me pareció un riesgo enorme", admite Tiko, quien precisamente sufrió una lesión de ligamento cruzado en un choque ante la selección catalana en octubre de 2006.
Entre 2006 y 2007 fue la mayor fiebre de amistosos, con particiación Galicia, Euskadi, Navarra, Catalunya, Aragón, Valencia, Murcia, Andalucía, Extremadura o Canarias
La fiebre por los partidos autonómicos se trasladó a cada rincón de España. César Sánchez, exportero de Real Madrid, Valencia o Zaragoza, fue el impulsor de que la selección de Extremadura también tuviese su gran fiesta. "Me dan envidia mis compañeros que tienen partido en Navidad", dijo en su día. Tras varias reuniones, el combinado extremeño llegó a disputar amistosos en 2007 y 2008 ante Guinea Ecuatorial y Perú en Badajoz y Cáceres respectivamente, pero el escaso apoyo del público acabó guardando la iniciativa en el cajón hasta el día de hoy.
Algo similar vivieron en Baleares (disputó un partido en 2002) y Aragón, que se estrenó internacionalmente en 2006 con una victoria (1-0) ante Chile en la que coincidieron jugadores como Arbeloa o Pablo Alfaro. Más raíces echó la iniciativa de la Región de Murcia, que disputó cuatro amistosos entre 2005 y 2008 frente a Lituania, Ecuador, Guinea Ecuatorial y Estonia, con dos triunfos y dos empates. "¿Fiesta? No, no, para nada. Yo lo vivía como un partido en el que representabas a tu gente y quizá si cabe sientes más responsabilidad, sobre todo porque tienes a toda tu familia en el campo, tienes a todos tus amigos, y tratas de hacer un buen papel por toda la gente que quieres y tienes cerca", dice Miguel Ángel Ferrer 'Mista', uno de los futbolistas más importantes del combinado murciano junto a Pedro León.

"Si te lo tomabas como un amistoso te pasaban por encima", dice en la misma línea Alberto Lopo, un habitual de la selección catalana, que era una de las grandes animadoras de estos amistosos autonómicos no sólo por el nivel de sus futbolistas, sino por el de los rivales. "Jugamos contra la Brasil de Ronaldo, Ronaldinho, Roberto Carlos… Y jugar en un Camp Nou con 90.000 personas, te lo tenías que tomar en serio porque si no te metían 12", dice el excentral de Espanyol o Deportivo de la Coruña. "Las semanas previas estabas esperando siempre que te llamasen, todos queríamos ir. Cuando eres joven porque es un reconocimiento y cuando ya eres más veterano porque es un orgullo. Lo vivíamos con la alegría de compartir con compañeros de otros equipos, con muchos campeones del mundo. Era muy bonito", dice Lopo, que también disputó un encuentro ante la Argentina de Leo Messi.

"Qué nostalgia… Nos estamos haciendo mayores", responde Aitor López Rekarte, exlateral de la Real Sociedad subcampeona de LaLiga y uno de los jugadores con más partidos con la selección de Euskadi al ser contactado por Relevo. "Era una pasada. El ambiente y todo lo que rodeaba al partido era espectacular. La gente estaba súper volcada y con esa motivación. Estabas deseando y esperando a ver si te convocaban porque eran momentos muy especiales. Desde el calentamiento ya te ponías nervioso, con mariposas en el estómago porque el público estaba muy volcado. Y lo que pensabas es que aquí lo tengo que dar todo, que no vale jugar a medias".
Tiko, incluso, recuerda una anécdota que le marcó y que le hizo fidelizarse aún más con estos partidos. Ha jugado varios, pero lo que más recuerda es ir como aficionado cuando "tenía 20 años", aún formando parte de la cantera de Osasuna. "Fue un partido brutal que viví en la grada contra la antigua Yugoslavia en el 97 -con hat-trick de Julen Guerrero-. Fui en bus y lo disfruté con los amigos como un enano. Fuimos tres de la cuadrilla y pasamos un día en Bilbao espectacular", recuerda, puntualizando que por aquel entonces en Pamplona los viajes para estos partidos estaban a la altura de los derbis ante el Athletic.
De Andalucía a Galicia
Andalucía fue otra de las impulsoras, con un gran respaldo de la afición y una tradición que inició en 1998 y duró una década. Diez encuentros navideños con convocatorias de primer nivel. Campeones del Mundo como Marchena, Jesús Navas o Sergio Ramos, además de otros grandes futbolistas como Joaquín, Diego Tristán -máximo goleador de la historia de la selección andaluza-, Dani Güiza, Reyes, Puerta, Arzu… Valencia también tuvo sus encuentros, de forma consecutiva entre 2001 y 2006, pero tras un triunfo por 3-1 ante Perú en el Martínez Valero con solo 5.000 aficionados, no volvieron a reunirse.
Algo similar a la selección gallega, aunque en este caso sí hubo un gran impacto en la afición. "Galicia se involucró de una manera muy pacífica. Muy de fiesta, era muy bonito", dice Roberto Trashorras, convocado en los tres encuentros internacionales del combinado gallego en la primera década del siglo XXI. "Hace ya mucho tiempo, pero recuerdo que se generó una gran expectación cuando empezaron a moverlo, se vendieron las entradas con mucha antelación y encima el primer rival fue Uruguay. Estábamos todos muy emocionados, querías competir, ganar y dejar buena imagen había mucha expectación. No podías dejar que te llegara otra selección y que no hubiese competitividad, o así lo recuerdo yo", dice el ex jugador de Celta y Rayo Vallecano, entre otros.

Junto a Trashorras lucía Míchel Salgado o Fran, que años después -en un amistoso jugado en 2016 ante Venezuela- fueron seleccionadores, además de muchos otros futbolistas reconocidos. "Era muy bonito juntarnos futbolistas de diferentes generaciones, a los que habías visto mucho y que habían llevado el nombre de Galicia por muchos sitios. Recuerdo a Nacho el lateral del Compostela, a Otero, Míchel o Fran, hacíamos muy buen grupo", recuerda Roberto, que lo define como uno de los partidos más especiales porque "había mucho colorido, muchos niños y muchas banderas": "No es un partido normal en el que están las dos aficiones, aquí la gente iba a celebrar que la selección gallega se había formado, todo el mundo estaba con ese ambiente y es uno de los recuerdos más bonitos que guardo".
Tiko y Rekarte comparten esta opinión, convencidos de que aquellos encuentros en San Mamés de la selección de Euskadi eran tan importantes como cualquiera del Athletic o la Real. "No eran pachangas, eran partidos bonitos, con una seriedad total de cara a darle valor porque la victoria era algo para representar y que se sintiesen representados en el campo", dice el ex jugador del Athletic.
Leyendas como seleccionadores
Las convocatorias de las diferentes selecciones eran una alegría para todos, según cuentan los protagonistas. "En los vestuarios de los clubes los días antes se comentaba, se hablaba de cómo se vivía en cada lugar estos partidos", reconoce Trashorras. "Había que hablar con el club, consensuarlo para saber si te dejaban", puntualiza Lopo, aunque todos coinciden en que entonces los equipos no ponían impedimentos. "Lógicamente siempre te llamaban un poco la prudencia, sobre todo porque luego tenías que continuar con tu equipo y nadie quería lamentar nada, pero también era una forma de saber que tú continuabas en activo y que durante todas las vacaciones no habías parado", explica Mista, quien entonces militaba en el Valencia y el Atlético de Madrid.

Aquellas convocatorias, además, servían para ser dirigidos por grandes leyendas. José Antonio Camacho lideraba a la selección murciana, José Ángel Iribar, Mikel Etxarri o Javier Clemente a la vasca, Arsenio Iglesias o Fernando Vázquez a la gallega, Pichi Alonso o Johan Cruyff a la catalana... "Recuerdo que Arsenio nos decía que había que competir, que había que ganar. Ya estaba muy mayor el pobre, pero era un orgullo para todos nosotros que nos entrenase él. Que te transmita todos esos conocimientos que él tenía, que es un mito del deportivismo, era un placer", reconoce Trashorras.
"Era una gran oportunidad el poder vivir esa experiencia con gente muy relevante, como el Txopo Iribar o Mikel Etxarri. Lo enfocaban sobre todo a una relación muy muy buena, a que estuviésemos a gusto todos. La mayoría éramos de Athletic y Real, el nivel era muy potente pero me quedo mucho con el tema de amistad, porque aunque hay cierta rivalidad entre las aficiones, en Euskal Herria lo hemos llevado más cerca del hermanamiento que de la confrontación y coincidir con otros jugadores desde la convivencia ha sido una de las experiencias más bonitas de mi vida", dice Rekarte.
Mista también tiene recuerdos de Camacho, que lo vivía con mucha emoción y sentimiento, "igual que todos nosotros": "Nos decía que nos sintiésemos orgullosos, que fuésemos conscientes del escudo que llevábamos en el pecho y a quién representábamos y que saliésemos al campo a honrarlo. Recuerdo que decía que era un privilegio, aunque también nos dijo que tuviésemos cuidado y que luego la vida continuaba en nuestros equipos".
Lamento por la desaparición de los partidos
"Eran unos días de mucho sentimiento, desde los entrenamientos previos y la llamada. Era un orgullo porque en Euskal Herria el nivel competitivo y a nivel jugadores es altísimo y formar parte de la selección era un sueño", dice Rekarte, que lamenta que estos encuentros se hayan ido difuminando. "Nosotros siempre hemos pensado y era un sueño poder competir de manera oficial, era uno de los objetivos y lamentablemente todos los calendarios y el nivel de exigencia de los jugadores se está haciendo muy complicado hacer este tipo de eventos. Es una pena".
La 'Bomba', como le llamaban al lateral guipuzcoano, reconoce que había una parte de reivindicación en los encuentros en Euskadi. Algo que fue más visible incluso en los choques organizados ante Catalunya a ida vuelta, primero en 2006 y 2007 y después en 2014 y 2015. "Uno de mis últimos partidos fue un Catalunya-Euskadi y lo recuerdo como muy especial, por todo lo que representaba ese partido. Con esa alegría de reencontrarte y jugar un partido tan emocional, fue muy bonito", recuerda Lopo.
"Sabes que es un partido único porque defiendes un sentimiento de tierra, de raíces y es lo máximo a lo que puedes aspirar. Era una forma de mostrar un sentimiento y mostrar al mundo que éramos competitivos y que aspirábamos a todo", dice Tiko, quien recuerda que entonces se formaba una selección muy competitiva con futbolistas de una Real que había sido subcampeona, con la generación de Xabi Alonso, Rekarte, De Pedro o Aranburu, además de otros como Mendieta o jugadores de un gran Athletic e internacionales por España como Etxeberria, Julen Guerrero, Urzaiz...
Euskadi y Catalunya dieron más continuidad a estos encuentros, pero otras comunidades vieron cómo poco a poco se fueron difuminando los partidos y desapareciendo. Además, en algunas autonomías no hubo tanto apoyo del público y la cita navideña desapareció. "Con la exigencia que hay hoy en día es comprensible que no se hagan ya este tipo de partidos. Con todos los partidos que hay, si encima en Navidad meten más partidos imagínate lo que sería a nivel de lesiones. Lo veo complicado", admite Mista, que aún así reconoce que "sería algo bonito" poder recuperarlo "algún día".
Trashorras, por su parte, lamenta la desaparición de esta fecha icónica, aunque va más allá en las posibles razones. "Me hubiese gustado que se siga celebrando, pero muchas veces también hay mucha gente que utiliza estos partidos para politizarlos y es una pena. Nosotros no nos lo tomábamos así, de hecho creo que la mayoría de gente no lo tomó así, si no como una fiesta y ojalá que vuelva porque eran muy bonitos".
Euskadi, la más habitual
La Selección de Euskadi ha sido la más habitual en estos partidos y no solo en Navidad. La Tricolor ha disputado encuentros como local pero también como visitante, midiéndose a Catalunya varias veces y también al otro lado del charco. En 2007 viajaron a Venezuela para enfrentar al combinado local, ganado por 3-4 y reviviendo lo que habían realizado en 1938 cuando jugaron ante Cuba en La Habana. Los primeros partidos de su historia datan de los años 30, aunque el 'boom' sería entre los años 1990 y 2007, jugando cada año al menos un encuentro e incluso disputando 3 en 2006, utilizando las ventanas FIFA. «Lo que ganabas de jugar en estas ventanas lo perdías en ambiente y en disponibilidad de jugadores», reconoce Tiko. Se ausentaron en 2008 y 2009, pero en 2010 recuperaron los amistosos hasta 2020, cuando se disputó el último ante Costa Rica en Ipurua. Hasta los años 2010, San Mamés era prácticamente un fijo, con alguna excepción en Anoeta. «El ambiente que se creaba en Bilbao ha sido el mejor hasta ahora, porque San Mames está en el centro de la ciudad, el plan estaba hecho y desde la mañana era un día festivo. San Mamés era el epicentro», cierra Tiko.