La Bundesliga se despide con el milagro del invicto Xabi Alonso, una suspensión surrealista, un pasillo a Reus y el caos del Bayern

El campeonato alemán apostó por una jornada unificada pese a que gran parte de los motivos clasificatorios ya estaban decididos. Pero aún había campos abiertos como la pelea por la Conference League o por la promoción de descenso. Más allá de los resultados, la cita resultó ser un auténtico espectáculo, con varias narrativas abiertas de enorme calado y un total de 38 goles.

El primer gran viaje de la tarde lo completó Marco Reus, en su penúltimo partido con la camiseta del Borussia Dortmund. El fútbol le dio la oportunidad de una falta en la frontal del área, que convirtió con maestría, con un disparo inapelable a la escuadra de Schulhen. Una despedida soñada ante su gente, antes de su último baile en la final de la Champions. Terzic le sustituyó en el minuto 81 para que se diera un baño de masas. El público se entregó a él y sus compañeros le hicieron el pasillo.

Otro gran foco estaba en si el Bayer Leverkusen sería capaz de ganar la Bundesliga sin perder un solo partido. Para ello, debía cumplir en casa ante el Augsburgo. A diferencia de otras citas recientes, esta vez resolvió por la vía rápida, con dos goles en la primera media hora de Boniface y Andrich. Su rival trató de plantar cara con Komur recortando diferencias, pero, a estas alturas, solo valen los milagros para tumbarles.

En una Bundesliga tan caótica, algo más le tenía que pasar al Bayern de Múnich, que ha cambiado once títulos de liga consecutivos... ¡por la tercera plaza! Tel y Davies colocaron el 0-2 en el marcador a los seis minutos. Beier colocó rápidamente el 1-2 y, en la segunda mitad, los de Tuchel se vinieron abajo. Un hat-trick de Kramaric selló un 4-2 sonrojante que, para colmo, les arrebata la segunda plaza. Esta es para el Stuttgart, que arrasó 4-0 a un Monchengladbach que incluso llegó a coquetear con el descenso.

Más locura si cabe se vivió en campo del Union Berlin, que arrancó la jornada en puestos de promoción de descenso y se libró de forma agónica. El Bochum cayó con contundencia (4-1) frente al Werder Bremen, por lo que la pelota estaba en su tejado. Sin embargo, no lo tuvo fácil. Juranovic falló un penalti en la segunda mitad y Hollerbach lo arregló con un gol en la segunda. Pero Doan devolvió a los infiernos al que jugara Champions la pasada campaña, con un tanto letal en el 85'. En el descuento, volvió a salir el sol con un penalti a favor que erró también Volland. Afortunadamente para los suyos, Haberer anotó el gol de la victoria unos segundos después, asegurando la permanencia un año más en la élite del fútbol alemán.

Para rematar la faena, un Eintracht-Leipzig, que, de primeras, ya sonaba atractivo. En la segunda mitad, caía el diluvio sobre el Deutsche Bank Park. Ante ello, saltó la alarma del videomarcador, colgado en lo alto del estadio y, para sorpresa de todos, la pantalla comenzó a descender lentamente. El colegiado miraba con asombro lo ocurrido y paraba el partido. Los monitores llegaron a descender hasta situarse muy muy cerca del césped, lo que llevó a los jugadores a incluso marcharse a los vestuarios.

Unos minutos más tarde, pudo resolverse, en la anécdota más curiosa de la jornada y el broche final a un año inolvidable. Tanto que el rendimiento de los equipos alemanes en Europa ha sido arrollador y Dortmund y Leverkusen tratarán aún de conquistar Champions League y Europa League respectivamente.