LIGUE 1

El entrenador revelación en la Ligue 1 comenzó en un alevín de Granollers: "¿Cómo podía llegar si no tenía ni idea?"

El técnico del Toulouse, que entrenó en las categorías inferiores de Espanyol y Barça, habla sobre su trabajo, el camino para llegar hacia la cima y mucho más.

Carles Martínez atiende a Relevo en el campo donde empezó a jugar. /RELEVO
Carles Martínez atiende a Relevo en el campo donde empezó a jugar. RELEVO
Albert Blaya
Jordi Cardero

Albert Blaya y Jordi Cardero

Carles Martínez (Llerona, 1984) es una persona con nervio. Mientras habla, gesticula y sus expresiones acompañan el discurso. Habla con pasión. Lo suyo siempre ha sido entrenar, aunque hace no tanto no creía posible que la vida que está viviendo le fuese a pertenecer. La veía lejos, algo reservado a una élite a la que él, un portero que lo dejó por su estatura (1,70), parecía no estar invitado. "Nunca me he puesto barreras, pero no pensaba que llegaría a ser un entrenador de máximo nivel", explica con tranquilidad quien arrancará en unos días su segunda temporada como primer entrenador del Toulouse, en la Ligue1.

Fue un curso sobre el juego de posición, la base metodológica de La Masia, la que le valió una entrevista en el Toulouse cuando él estaba en Catalunya, colaborando en Jijantes como analista, apareciendo en distintos medios y haciéndose a la idea que, si no salía nada, quizás le tocaría buscar alternativas. En la vida es como en el césped: flexible, adaptativo y siempre priorizando buscar una solución por encima de lo que tenía en mente. Le llegó una llamada y no dudó. "Cuando te llega la oportunidad no puedes dudar. Tienes que creértelo", afirma.

¿Arrancaste en este pueblecito? Se ve mucha tranquilidad y poca gente.

Empezó aquí, en mi pueblo. Soy de Llerona, donde empecé a jugar de portero con mis amigos, y de aquí al Granollers, con 13 años. Fui viendo que se me daba bien, era buen portero, con 1,72 tuve que dejar de serlo al ver que no llegaría al máximo nivel y a los 14 me dieron una oportunidad en un campus con niños. Siempre tuve claro que quería ser profesor de educación física. De allí ya fui al Espanyol y luego al Barça.

¿En esa edad tan temprana ya visualizabas el objetivo que has logrado ahora?

Nunca me he puesto barreras, pero tampoco he trabajado nunca para llegar a ser un entrenador de máximo nivel. Algunos conocidos me decían que podía llegar, y yo lo hacía porque era mi pasión, cuando estaba en Granollers pensaba que era muy afortunado porque entrenaba a los mejores del Vallès, me lo pasaba muy bien. En el Espanyol coincidí con Javi Garcia, que está ahora con Unai Emery, y entrenaba a Pau López. Allí empecé a darme cuenta que eso podía ir de verdad. Fue donde empezamos a pensar con mi mujer que eso podía terminar siendo mi vida.

Y después el Barça.

Mi paso al Barça es cuando ya solo me dedico a entrenar y dejo la docencia. El momento más difícil es cuando salgo del Barça y tenemos que decidir qué hacer. Decidimos irnos a Catar con mi mujer, mi hijo tenía ocho meses. La gente se pensaba que saldrían muchas cosas y no es fácil. Encima fue en julio, una mala época. Pero lo hice por varios factores: por cultura y abrir la mente. Luego me fui a Kuwait y allí estaba en una federación, rodeado con gente de nivel.

"Ser licenciado en Educación Física te ayuda a pensar diferente"

¿Cómo fue ese camino hacia el Espanyol?

En 2009 ficho por el Espanyol, con 24 años. Jaume Bartrés era el coordinador y le debo la vida, es el que me llamó. Siempre tuve buena sintonía con el jugador, los padres me decían que los niños se lo pasaban bien. En el Espanyol aprendí mucho, escuché a mucha gente y tuve amigos de otros deportes, de los que aprendía. Ser licenciado en Educación Física te ayuda a pensar diferente, no solo en el fútbol, sino darte cuenta que hay cosas de baloncesto, rugby, balonmano, de sociología, de muchas cosas. Llegué muy preparado al Espanyol. Cuando te llega la oportunidad no puedes dudar, y yo confié en lo que hacía. Yo sigo pensando igual, lo que venga Dios dirá.

Y por el camino te has cruzado con muchísima gente. Todo ha cambiado mucho.

Nuestro mundo es muy fuerte. Ahora hablo de que si un extremo cierra por dentro, y con 19 años entrenando al alevín del Granollers si eras extremo bajabas y subías la banda. ¿Cómo podía llegar a ser entrenador si no tenía ni idea? Cada día iba mejorando, por mis rivales, compañeros… Cuando llegué al Espanyol tenía a mucha gente buenísima que hacía reuniones, Dani Fernández, Poyatos, Lluis Planagumà… Y empiezas a debatir y vas dando vueltas. Allí es donde aprendes. En Barcelona me encontré con Sergi Milà, Cristian Catena, Joan Vilà, Seirul.lo. En Toulouse llego y me pasa lo mismo. Llegas y aprendes. ¿Hasta dónde llego? ¿Con quién hablo? Aprender, aprender y aprender. Adaptarte al contexto que te llega. Tu trabajo va de adaptación y aprendizaje.

¿Notaste mucha diferencia cuando diste el salto al fútbol profesional viniendo del fútbol formativo?

Mis seis meses como asistente en Toulouse me fueron muy bien para ver cómo tratar al jugador profesional, cómo es el entrenamiento, las charlas y el día a día. Me acuerdo cómo se gestionaban los conflictos, con naturalidad. Así es la vida. Si uno lo quiere arreglar, se arregla. En el día a día nos equivocamos, y hay que normalizar pedir perdón. Todos tenemos el mismo bien común. No he notado tanta diferencia respecto al fútbol base. Cuando entrenaba al Granollers les entrenaba como si fueran los mejores, les quería sacar lo máximo. En Espanyol o Barça seguían siendo niños, pero era una base de élite. Había más exigencia porque eso es lo que se iban a encontrar el día de mañana sin que nadie les pidiese nada.

Y había que exprimir el talento al máximo.

Ellos tienen que ser capaces de ver hasta dónde pueden llegar. Si ven hasta dónde pueden llegar y luego ya no lo hacen ya es su problema, pero ellos sabrán hasta dónde pueden hacerlo. Si no te lo exiges, no puedes ser jugador profesional. Pero, ¿y si nunca has llegado a tu máximo? Hay chavales que no saben que son tan buenos, y en edades tan tempranas, a parte de aprender mil cosas, es muy importante saber cuál es tu límite. Muchos me lo dijeron, que estaban muy agradecidos. Y en el máximo nivel, eso no cambia tanto, sí la manera, pero no el fondo. Ahora a veces voy más a lo individual, a estar más pendiente del jugador. Si el futbolista quiere y tiene nivel es cuestión de trabajar con él.

¿Cómo pasaste de estar sin equipo en Catalunya a formar parte del Toulouse?

Cuando salgo del Barça y me voy a Catar llega el COVID. Mi familia no pudo venir y estaba solo. Me llamó "Nosotros", una empresa de Francia de formación de fútbol que quería hacer un curso sobre el juego de posición. Hice una formación de 6 horas, la comercializamos y fue bien, y a partir de ahí les llega al Toulouse, y empezaron a interesarse por conceptos que salieron allí. Yo me fui de Kuwait porque quería regresar a casa a ver si salían cosas, y me llamaron al cabo de unos meses. En una hora me dijeron si quería ser el director de metodología del club y asistente en el cuerpo técnico de Philippe Montanier. Era mi sitio, les gusté, había sintonía. Noté mucho feeling. Los jugadores compraban mi mensaje, estaban felices… Fue muy bien.

"La gente piensa que porque has estado en el Barça, si te vas mañana vas a tener 30 llamadas"

¿Cómo fue lo de ir a Catar tras salir del Barça?

Siendo valiente. La gente se piensa que porque has estado en el Barça, si te vas mañana tendrás 30 llamadas, y no. Hay algunas. Somos entrenadores, quieres trabajar… Y me llamó Carles Martorell en octubre y me dijo si quería ir allí. La gente se puede pensar que fui por el sueldo, y no. Entrenaba al sub-19 y a veces tenía 12 niños, otras 10. No sabías lo que te encontrarías. Me fui sobre todo por el inglés, para aprender, y porque con lo aprendido aquí vi que me faltaban cosas. Llegué el 23 de diciembre solo y cuando lo tenía todo atado llegó el COVID. Aprendí a ser fuerte, que en este mundo hay que serlo. Mi idea era vivir con mi familia y las circunstancias hicieron que no, y ahora entendemos todos más de que va este mundo

¿Cómo se compagina el día a día en un club de máximo nivel y el tener a tu familia lejos?

Es un trabajo de muchas horas. Hay mil cosas de equipo, rival, individual, de club… Yo llego a las 7,15 y casi cada día regreso a casa a las 18,30. Me tiro muchas horas allí, es algo que además hablo con otros entrenadores. No es sencillo compaginarlo, porque dependes de que tu familia pueda venir contigo. Si el trabajo de tu pareja no puede ser online es difícil, y para los hijos también. Además es un trabajo inestable, queramos o no. Espero estar mucho tiempo en Toulouse, pero es así. Y dependes de que toda tu familia se mueva para que en un tiempo te puedas volver. Ahora estoy a 3 horas en coche y voy, aprovechamos días de fiesta, incluso si es algo especial me puedo escapar por la tarde y volver. Es más fácil.

¿Eres de llevarte la frustración a casa?

Intento ser bastante equilibrado cuando gano y cuando pierdo. Cuando he dado dos días de fiesta o hay un parón siempre pienso que ojalá ese último partido se gane, porque si se pierde te marchas con mala sensación, y tu cabeza está pensando en mil cosas. Estás preocupado, ya piensas en qué le dirás a este u otro jugador. Hay que aprender a desconectar porque tu familia se merece el máximo cuando estás con ellos, y tratar de que cuando llegues a casa, aparques el fútbol. Eso es algo que tienes que ir aprendiendo, pero cuesta.

Siempre has ganado más de lo que has perdido a lo largo de tu trayectoria al haber entrenado a canteras tan potentes. ¿Es difícil convivir con la derrota y la frustración en la élite?

Siempre ganaba con los chavales. En mi vida he ganado mucho más, incluso al llegar con el Toulouse de asistente ganamos la copa. Costó empezar la primera vuelta el pasado curso, debutando como entrenador en Ligue1, de la forma en la que lo hicimos, con derrotas en el tramo final, errores... Pero vas aprendiendo a analizar el por qué y relativizar: qué depende de nosotros y qué no. Ante el Marsella nos empatan en el 95 de chilena. Hay ejemplos como el del Benfica en casa en el que nos empatan por un mal control en área propia. Y le digo al jugador: "Pues no controles." Es fácil de corregir. El jugador me decía que no podía despejar, ¿Pero su intención era controlar o despejar? porque si querías despejar ya te preparas para ello, pero sino, no te da tiempo. Son experiencias.

Tiene que ser difícil no darle vueltas a esos fallos.

En referencia al juego sí que damos muchas vueltas, ahí sí depende de nuestro trabajo. De dinamismo, ritmo de apoyos, que todos vayan con la misma intención. Que en cada pase que se de todo el mundo sepa el ritmo. Nos gusta el desorden ordenado, de ser dinámicos ocupando espacios pero no siempre con la misma gente. Cuando pierdes le das mil vueltas. Trabajamos mucho en ello.

"Si hablas con el jugador y dices una palabra en la que te equivocas, el jugador se la anota"

¿Notaste mucha diferencia entre ser asistente y primer entrenador?

La diferencia entre ser segundo y primero es que ahora veo mucho menos fútbol. Ahora tengo mil cosas, antes veía al rival, a mi equipo… y le comentaba a Philippe mis sensaciones. Me encantaba analizarlo todo y hablar con el jugador individualmente. Era una relación muy sana. Cuando eres primero cambia un poco, tienes que ser mucho más preciso cuando hablas con ellos, vigilar no hablar más con uno que con otro… y confiar en tu staff. Necesitas que ellos vean mucho fútbol y te ayuden. Supervisas, pero que hagan por su cuenta. Si hablas con el jugador y dices una palabra en la que te equivocas, el jugador se la anota. Siempre decimos que no tenemos que mentir, pero para hacerlo tienes que decir justo lo necesario, ni más ni menos. Tienes que ser muy coherente.

Tú llegas al Toulouse por querer implementar un tipo de fútbol. ¿Eso te genera más presión porque tu faceta más personal, de trato al jugador, no la conocían? Conocían tu faceta hablando del juego. Venías de un fútbol de dominar, de tener posesión, aquí te has encontrado un contexto distinto.

Siempre digo que hay dos partes de Carles. Yo creo que soy más pasional que táctico. Y como primero creo que es mucho más divertido que como segundo: por las charlas, el apretar, el decir os quiero cuando toca... Eso como primero es una pasada. A nivel táctico hay momentos que sufres un poco más porque la idea la tienes que transmitir y el fútbol necesita tiempo. En el fútbol dos más dos no son cuatro. Todos tienen que entender que queremos atacar ciertas zonas, que queremos potenciar ciertos aspectos, que el rival salta por aquí... Puedes tenerlo muy claro, pero tienes que saber transmitirlo.

Y esto necesita tiempo, ¿No?

En época de Europa League, por ejemplo, rotábamos muchísimo. Eso va bien en muchos aspectos. Pero mi lateral izquierdo no ha jugado con el mismo extremo casi nunca, no habían cambios de pivote... Había relaciones, que son las que te da el juego, que no se daban. Ahora cuando paramos un entrenamiento para explicar algo me fijo que ya lo están hablando entre ellos. Poco a poco te das cuenta que cuando se comunican en la misma dirección, todo va bien. A veces decimos con los chicos jóvenes no hablan pero el problema es que no saben qué comunicar. Cuando empieza a entender el juego, es cuando lo hace. Es como cuando la gente dice 'mira, perfílate'. Tienes que saber dónde mirar, cómo perfilarte. El dónde, el cuándo y el por qué es fundamental.

Durante el año has ido probando distintos sistemas. ¿Cuándo te das cuenta de que tienes que adaptarte más de lo que pensabas y cómo es ese proceso?

Hay veces que quieres jugar con un extremo por fuera y uno por dentro pero tu plantilla está para jugar con dos extremos por fuera. Todo el mundo tiene que saber a qué queremos jugar. Yo siempre he dicho que el fútbol no es por posiciones sino por roles: qué rol necesitamos en banda derecha, en el medio... Hay veces que puedo escoger los roles y veces que tengo que poner a los que tengo. En la primera vuelta éramos más dinámicos con cuatro atrás que como acabamos la temporada, con el 3-4-3. Pero cuando teníamos que volver a nuestra fase defensiva muchas veces no nos daba tiempo y sufríamos. Desde el 3-4-3 somos más estables. Eso con las piezas que hemos acabado la temporada. No sé cómo será con los que tenga esta próxima. Tengo un porterazo [Guillaume Restes]. Pero yo empecé la temporada trabajando la salida de balón desde atrás y no lo vi preparado. Tranquilidad, a otras cosas. A mitad de temporada me vino y me dijo: "mira, Carles, aquí he fijado muy bien al delantero". Pues ahí era momento de darle más caña. Ahora, por ejemplo, defino el partido dependiendo de si el rival ha sufrido. Si ha sufrido, buen partido. Si no, y hemos tenido el balón, ¿de qué me sirve?

¿Crees que la capacidad de adaptabilidad es lo más importante para un entrenador?

Con tus ideas. Yo no puedo jugar a algo en lo que no creo. Cuando el rival me somete, yo sufro. Cuando tengo el balón, no supero líneas, mis jugadores no saben cuándo girarse, no atacamos una espalda, saltamos a presión y no sabemos volver... Hay principios que son de un entrenador. Tienes que poner a once tíos que te hagan sentir bien en tus principios. A partir de ahí, otra cosa es el sistema, el dibujo, el si un día podemos apretar más o menos, en qué pases apretarás... Ahí está la madurez de un equipo, cuando es capaz de en cinco o diez minutos analizar qué está pasando. Y aún más, cuando el rival te cambia durante el partido y en dos detalles eres capaz de adaptarte.

En el Barça está todo más marcado.

Yo entrené a Marc Casadó dos años en el Barça y hubo un momento que empezaba el partido, nos mirábamos y decíamos: juegan con rombo. O salta el extremo. Ya lo sabíamos, porque habíamos entrenado mucho juntos. En el Barça también es diferente el contexto porque cambias de entrenador pero la idea es parecida. Yo siempre cogí mis generaciones con Catena, Franc Artiga o Sergi Milà. Teníamos una idea de fútbol muy parecida. Para el jugador era muy fácil. Hablabas de detalles, porque la base ya estaba. Y eso en un club, cuando llegas nuevo es muy difícil, por eso los entrenadores pedimos tiempo.

¿Crees que un buen entrenador es el que defiende su filosofía pero sabe adaptarse a distintos escenarios?

Hay días que incluso queriendo dominar mucho, te das cuenta que dominándolo no estás cerca de marcar. Incluso te puede interesar algo alejado de tus ideas para que se abra el partido. Soy bastante de decir qué zonas queremos atacar. Cómo llegamos ahí, dejo jugar. Ser entrenador es abrir la mente.

¿Se puede 'beber' de entrenadores con filosofías distintas?

Totalmente. Esto lo vi sobre todo en la eliminatoria de Europa League ante el Benfica. Vimos que con nuestro sistema podríamos sufrir bastante y vimos al Sporting de Portugal. Nos encantó cómo le había hecho daño al Benfica. Yo nunca había jugado con un 3-4-3. Mi primer año al máximo nivel jugando en un sistema que yo no dominaba al 100%. En ataque sí, pero en defensa había ciertos conceptos que me costaban. Veía mucho al Sporting, a la Atalanta o al Inter.

Es importante aprender de todos.

¿Quién es 100% dominador? Es que el Madrid ha ganado Champions siendo sometido. Quizás el único es el Manchester City. Tienes que aprender de todos, ser empático. Por mucho que quieras hacer al 100% algo, tienes que ceder. También juega el rival. Yo veo a entrenadores defender y no sufren porque están prestando atención a cosas que la gente no ve.

Yendo más al Toulouse, un club con mucha importancia al Big Data, ¿estabas familiarizado con estos aspectos anteriormente? ¿Te costó adaptarte al lenguaje?

La captación de jugadores es 100% así. Hay veces que conozco jugadores que creo que pueden encajar bien y no cuadra porque no aparecen en los datos. También valoramos el rendimiento propio con la estadística. Hay días que parece que ha sido un desastre y el lunes te demuestran que el partido ha sido mucho mejor. O al revés. Hay objetivos ofensivos o defensivos, de llegar al área, con cuánta gente... Te permite no perder la cabeza ni cuando ganas ni cuando pierdes. También ha habido partidos, como en el campo del Mónaco en que el Big Data no fue positivo pero veníamos de jugar el jueves contra el Benfica en su estadio, con el equipo cansado, y ese día tienes que valorar el esfuerzo del equipo, la capacidad de estar juntos, de ponerte el mono de trabajo. Los datos no fueron gran cosa, pero fue un partidazo. Está muy bien encontrar el equilibrio entre la estadística y el resultado.

Estuvisteis a nada de eliminar al Benfica, antes habíais ganado al Liverpool de Klopp. Jugando muchos minutos a gran nivel. ¿Cómo preparaste ese partido?

Cuando vi que íbamos a Anfield a la tercera jornada y que venían ellos la cuarta, con el staff empezamos a pensar qué podría llegar a pasar. Preparamos muy bien el partido de Anfield. El primer gol viene de atacar una zona que queríamos atacar. Hicimos daño en zonas que consideramos que el Liverpool podía sufrir. Aprendimos a nivel competitivo. Cuando vas a Anfield, la mínima falta de concentración... Recuerdo el primer gol: Jota recibe, se gira y Cásseres no le hace la falta. 1-0. Ahí me vino a la cabeza cuando estaba en el Barça y jugábamos contra equipos como la Damm, que te creaban problemas pero cuando el Gavi de turno o Ilaix Moriba se giraba decías: ya está. Salí contento, pero a nivel competitivo nos faltó. Cuando acabé, dije en el vestuario: decidme loco, pero creo que en dos semanas vamos a ganar en casa. Y fuimos con esta mentalidad.

Y salió bien.

Era sentido común. Ellos venían a jugar a Toulouse, con nueve puntos, habiendo ganado 5-1... Les dije que si empezábamos como teníamos que empezar, cuando quisiesen reaccionar iba a ser demasiado tarde. Recuerdo que en el minuto dos Klopp me miró como diciendo "¡Dónde vais tan fuertes". Era competir, fuimos mucho más fuerte que en la ida. Al descanso les dije que iban a entrar Salah, Darwin o Arnold, pero que ya no nos podían parar, que esto iba hacia arriba. Los primeros minutos de la segunda parte, junto a Benfica, fueron los mejores de la temporada. Por identidad: la recuperación tras pérdida, la presión, la manera de competir, atacando los espacios que queríamos... el equipo lo entendió muy bien, quedamos muy orgullosos.

¿Qué te ha sorprendido de la liga francesa?

Desde que llegué me ha gustado mucho. Hay mucho jugador con capacidades brutales. Llegan chicos jóvenes, con una técnica y un cuerpo espectaculares. Con ganas de escuchar y mejorar. Hay mucho joven y eso me gusta mucho. Y hay partidos de todo tipo, no todo es ida y vuelta. Cada vez hay más entrenadores diferentes: Will Still, Luis Enrique, Vieira, Fonseca... Cada vez hay más adaptabilidad. Es una liga muy buena que creo que va a ir a más.

¿Esta temporada ha habido algún entrenador que te haya gustado especialmente?

Trabajo tanto que cuando veo un equipo intento que pueda sacarle provecho para mi contexto. Cuando tengo un rato libre veo al Girona. Lo he visto mucho gracias a Míchel. Me gusta la estructura 3-2, el uso de los extremos... La diferencia que hemos tenido entre la primera y la segunda vuelta ha sido la gente con la que llegamos al área. Y eso el Girona lo hace brutal. Al principio llegábamos con tres o cuatro, ahora llegamos con cinco, seis, siete. Me gusta mucho Míchel. También el Sporting de Portugal por la forma de entender los espacios, el 3-4-3 del Leverkusen, cómo utilizaban a Grimaldo, cómo aprieta la Atalanta, su energía en los duelos, en Francia Fonseca por cómo atrae para acabar atacando lo espacios... Hay entrenadores muy buenos. A parte de que Guardiola es mi referente o Arteta, que me encanta.