ESPAÑA CAMPEONA DEL MUNDO

El Mundial de España es un milagro: hace menos de un año el fútbol femenino se rompió en dos

Inmersa en una crisis sin precedentes, la Selección española logró superarla y alzarse con la copa.

España conquistó el Mundial en Sídney tras ganar 1-0 a Inglaterra en la final. /AFP
España conquistó el Mundial en Sídney tras ganar 1-0 a Inglaterra en la final. AFP
Sandra Riquelme

Sandra Riquelme

Sídney-. Pues a ver ahora cómo le explicas al mundo -y a nosotros mismos- que España acaba de ganar el Mundial, por primera vez en su historia, inmersa en el año más duro de su historia. Porque hace poco menos de un año, allá por finales de agosto, el fútbol femenino se rompió en dos. Por eso, no extraña que tanto propios como extraños se pregunten: ¿Cómo es posible?

Para explicarlo -o para intentarlo- es necesario mencionar a los tres actores principales en este asunto: Jorge Vilda, la RFEF y las jugadoras. Y sus tres posturas antes de llegar al asunto respecto al conflicto más grave que se recuerda en el fútbol femenino español. El primero de ellos evitó el tema en todas y cada una de sus comparecencias. Armó una 'nueva España', cómo el mismo la definió, y se mostró poco dialogante.

La RFEF, tres cuartos de lo mismo. Resaltó, a través de su presidente, el respaldo y la confianza hacia el seleccionador, y su satisfacción con las jugadoras que no habían "renunciado" a la Selección. Por último, las futbolistas. Como ya sabéis, de 'Las 15', ocho enviaron el mail mostrándose de nuevo disponibles, pero tan sólo tres volvieron. El resto se quedaron fuera por decisión técnica. Y las otra siete, por sus propios principios.

Luis Rubiales, presidente de la RFEF, y Jorge Vilda, técnico de la Selección, tras ganar el Mundial.  REUTERS
Luis Rubiales, presidente de la RFEF, y Jorge Vilda, técnico de la Selección, tras ganar el Mundial. REUTERS

Una relación profesional con Jorge Vilda

Y, a continuación, los hechos. A finales de agosto del año pasado, 15 jugadoras de la Selección enviaron un mail a la RFEF pidiendo no ser convocadas hasta que no se revirtiese la situación. ¿A qué se referían? Pues a cambios tanto estructurales como logísticos en el seno del combinado nacional. Las futbolistas consideraban que el mensaje de Jorge Vilda no llegaba -ni el de la RFEF- y que sus condiciones no eran las óptimas para luchar por los títulos. Primera fractura (visible).

Porque antes de ese mail, las jugadoras llamaron a Rubiales y le expusieron la situación. La conversación no llegó a buen puerto y el presidente fue tajante: "Las jugadoras ni quitan ni ponen entrenadores". Porque, claro, una de las demandas era el cambio de entrenador.

Un hecho que convierte la situación en más enrevesada. ¿Cómo es posible que un grupo de futbolistas que no confiaban en su entrenador se haya proclamado campeona del mundo? Pues en esas estamos. Tanto ellas como Jorge Vilda se han mostrado tajantes. La relación es profesional y todos han empujado por un bien común: ganar el Mundial. La relación personal puede que no sea la mejor, pero la profesional -y a la vista está-, sí. O, al menos, eso parece de puertas para afuera.

Alexia Putellas, Jenni Hermoso e Irene Paredes, con la copa de campeonas.  AFP
Alexia Putellas, Jenni Hermoso e Irene Paredes, con la copa de campeonas. AFP

Un equipo, no un grupo de amigas

Pero volvamos al mail anterior. Porque antes de llegar a ese punto y después de la conversación con Rubiales, las jugadoras quedaron en reunirse entre ellas en la próxima concentración de la Selección. Un primer encuentro en el que todas parecían de acuerdo en sus demandas, pero que se torció cuando Jorge Vilda entró en escena. Las dos partes se reunieron y la unanimidad del primer encuentro se rompió. Lo que produjo una división, sin límites en el fútbol femenino español. Segunda fractura (visible).

Y mucho más allá del terreno de juego. Entre las aficiones, entre las que se ponían de parte de unas y las que pensaban que las otras llevaban razón. Los enfrentamientos entre el Barça y el Real Madrid se encrudecieron más que nunca y las jugadoras desaparecieron de los medios de comunicación. Por lo menos, en cuanto al asunto se refiere. Además, el contexto del fútbol femenino se llenó de toxicidad. Y aquí viene la segunda pregunta: ¿Cómo es posible que un grupo de jugadoras que apenas se hablaban se hayan proclamado campeonas del mundo? Pues en esas seguimos.

"Lo que tiene este equipo es que es un equipo", decía Irene Paredes en la rueda de prensa previa a la gran final. Algo que han resaltado todas y cada una de las jugadoras. "Un vestuario es respeto y compromiso. Un día me tocará a mí y otro, a otra", recalcaba otro de los pesos pesados del vestuario, Alexia Putellas, tras ganar el Mundial. "No hace falta tener el mejor grupo de amigas, somos un grupo en el campo", sentenció Jenni Hermoso, otras de las voces más veteranas.

Unas exigencias casi satisfechas

Y, por último, la RFEF. Aunque se empeñase en mostrar que no había habido cambios, probablemente, para darle la razón aquellos que tildaron a 'Las 15' de caprichosas, sí que los ha habido. Un staff que ronda la treintena, la presencia de Rubiales, el plan de conciliación familiar, las mejoras en las condiciones de los viajes. Como dijo Alexia: "Si se ha visto que a la mínima que se dota de facilidades básicas...".

Recapitulando, antes del Mundial España tenía un vestuario dividido, un seleccionador continuamente cuestionado, una RFEF que parecía que no atendía a razones de ningún tipo y un ambiente más que tóxico alrededor. Aunque hemos intentado explicarlo en las líneas anteriores, lo cierto es que es el fútbol el que mejor lo explica. La magia del fútbol, porque este Mundial más que ser histórico -que, por supuesto, que lo es- es un milagro.