Este Barça no solo tiene idea de fútbol

Subir a Montjuïc ha pasado de ser un castigo a asemejarse a una experiencia religiosa. Porque este Barça siempre parece estar cerca de algo, de emocionar. Este equipo se puede explicar por su fútbol vertical, la presión o la voracidad del tridente. Pero sobre todo por lo que transmite. Juega con las ansias de un adolescente y compite como un veterano. Golea por inercia. Criticaba Gavi en la previa aquellos que dudaban de su talento, los que no tienen "ni puta idea". El Barça, de fútbol, sabe un rato, tiene algo de idea. Poco a poco, se le ha empezado a dibujar el aura de un equipo histórico.

El Barcelona ha vuelto a ilusionarse con la llegada de la primavera. El cielo anaranjado al atardecer flotando sobre Barcelona avisaba de la llegada del calor, lejos del frío que durante tantos años sintió el Barça en Europa y el curso pasado, a pesar del final triste en la Champions League, comenzó a sacudirse. El balón de las estrellas ya no es una penitencia y hasta Hansi Flick invita al barcelonismo a soñar. Sus futbolistas se lo creen y su fútbol lo demuestra. Tuvo una puesta en escena inicial punzante y eléctrica. Y con un Lamine que siempre viene a divertirse y se atrevió a hacerle una elástica a Bensebaini nada más empezar.

Kobel sostuvo al Dortmund los primeros minutos ante un Barça que marcó territorio. Los visitantes ni siquiera tuvieron tiempo para asentarse en el verde cuando empezaron a sentir el aliento blaugrana. Los culers no necesitaban demasiado tiempo para pensar cómo hundir a los de Kovac. Un Raphinha indetectable y profundo seducía a sus compañeros a atacar con el corazón. En tramos en los que tocaba amasar la posesión, Pedri y De Jong se volvían absorbentes. El Dortmund perdía el balón justo después de reparar en que lo había recuperado. Les envolvió demasiado rápido una sensación de pánico.

El partido conducía irremediablemente hacia el 1-0 y Raphinha se encargó de acariciar un gol que había escrito Pau Cubarsí. El brasileño tocó la pelota en la línea y el central bromeó con él diciendo que la había tocado con el esférico ya dentro. Los niños disfrutan en los escenarios más vertiginosos. Y el Barça sigue martilleando a balón parado. El fútbol blaugrana era tan ensordecedor que enmudeció a la afición del Dortmund. A golpes de orgullo, los alemanes asustaron a Szczesny en un par de ocasiones. Los catalanes respondieron alargando sus jugadas. Llegaron al descanso con un ligero punto amargo porque el Dortmund enseñaba las garras y la sensación de haber perdonado durante el primer tramo de partido.

La segunda mitad empezó como acabó la primera, con el Dortmund escalando. Pero el Barça lo acalló pronto. Lamine volvió a ser el centro gravitatorio del ataque blaugrana, mandó un centro delicado al segundo palo a Raphinha y este cedió el gol a Lewandowski. Fue la jugada que definió al tridente. Con Lamine imaginando, un Raphinha invisible para los defensas y un Lewandowski al que solo se le pide dibujar la escena del crimen. Fermín venía de tener tres ocasiones y a la cuarta, borrando de un plumazo de memoria reciente, se congelo dentro del area para asistir a Lewan. El polaco anoto su 40 gol esta temporada. El partido lo culminó Lamine, el catalán más brasileño, con un punterazo. El final lo redondearon las ovaciones a Gavi, Iñigo o Ansu Fati, que regresó tres meses después. Comienza a flotar sobre Barcelona la sensación de que este equipo está destinado a la eternidad.